“Mas os hago saber, hermanos, que el evangelio anunciado por mí, no es según hombre; pues yo ni lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo.” (Gál. 1:11-12)
Las iglesias que el apóstol Pablo había fundado en el sur de Galacia estaban siendo atacadas por un grupo de judaizantes venidos de Jerusalén. El apóstol, por inspiración del Espíritu Santo, envía esta epístola circular para que sea leída en todas las iglesias. En ella se presenta la autoridad del Evangelio predicado por Pablo, autoridad que le fue conferida por el propio Señor Jesucristo resucitado.
El apóstol, por inspiración del Espíritu Santo, envía esta epístola circular para que sea leída en todas las iglesias.
Dios: Fuente de toda autoridad
Para hablar de la autoridad del Evangelio, debemos hablar de la autoridad de Dios y de Jesucristo. Y acercándose Jesús, les habló, diciendo: “Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en la tierra”. (Mat. 28:18 Biblia de las Américas). Toda la autoridad del Padre le fue conferida al Señor Jesucristo. La mayor autoridad del universo la tiene Dios. De allí que el Evangelio anunciado por el apóstol tiene el sello de toda autoridad, pues fue enviado directamente por Aquél que la tiene.
En Gálatas, Pablo, para mostrar la autoridad de su llamado y de su mensaje dice que es un apóstol (no de hombres ni por hombres, sino por Jesucristo y por Dios el Padre), dado que Jesucristo como el Hijo es uno en esencia con el Padre. El apostolado de Pablo es, entonces, por medio de Jesucristo y Dios el Padre. El mensaje del apóstol está respaldado por autoridad divina, los que le rechazan a él y a su Evangelio rechazan a Cristo y, por tanto, al Padre que lo envió.
Autoridad apostólica
Para confirmar la autoridad del mensaje apostólico debemos entender qué es un apóstol en el contexto histórico. El significado de la palabra apóstol está vinculado con el carácter peculiar que el término alcanzó a consecuencia del uso jurídico popular en su equivalente hebreo salíah. De acuerdo a la práctica jurídica anterior al Nuevo Testamento, las fuentes rabínicas fijaron por escrito que el salíah es el representante directo de quien le envía y puede actuar en representación suya de manera autoritativa. En hebreo un saliah es el delegado del hombre que representa, un representante que se presenta con completa autoridad para actuar en favor de su amo. Los apóstoles fueron designados por Jesús para representarlo de esta manera.
El hecho de que los discípulos puedan anunciar el Evangelio como mensaje autoritativo a lo largo de los tiempos, es posible porque el Salvador se ha sentado en su trono con el Padre y tiene autoridad para ordenarlo y para hacerlo posible.
El Señor Jesucristo resucitado habló con los discípulos de la autoridad recibida con base en la obra redentora, autoridad que le ha sido dada para ejercerla en los cielos y en la tierra, por la cual les envía a predicar el Evangelio.
Como vimos un apóstol tiene toda la autoridad del que lo envió. Por tanto, el mensaje que lleva es también autoritativo. Es aquí donde percibimos que el Evangelio que predicaba Pablo tenía toda autoridad. La epístola a los Gálatas nos habla de la autoridad del Evangelio de Cristo. El Evangelio tiene autoridad, pues el contenido del mismo surge por revelación de Dios a los apóstoles.
Miremos algunos tópicos acerca de la autoridad del Evangelio en la carta a los Gálatas:
Mensaje como único medio de salvación a los hombres
“Gracia y paz sean a vosotros, de Dios el Padre y de nuestro Señor Jesucristo, el cual se dio a sí mismo por nuestros pecados para librarnos del presente siglo malo, conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre”. (Gál. 1:3-4). Pablo inicia la defensa de la verdad del Evangelio que recibió mostrando a las iglesias en Galacia que el Hijo de Dios descendió del cielo de acuerdo al plan divino de redención, en el cual la persona de Jesucristo se entregaría voluntariamente para realizar la obra de salvación del hombre caído.
Las Escrituras enseñan que en ningún otro hay salvación, pues a éste señaló Dios el Padre para que cargara con el pecado del mundo y, a través de Su sacrificio, pudiese ser el único medio establecido por Dios para salvación a todos los hombres. Pablo entendió que los judaizantes estaban minando las iglesias de Galacia con un falso evangelio el cual no tiene autoridad, pues no tiene capacidad de salvar al hombre. Este falso evangelio deja al hombre en su misma condición de perdición, pues está basado en las obras propias del hombre, las cuales carecen de poder salvador.
La autoridad del mensaje del Evangelio está establecida por Dios mismo, y la meta de éste es dar liberación al hombre que está esclavizado por el pecado. El único lugar donde el hombre puede hallar redención por sus pecados es en la cruz de Cristo. Por ello el mensaje del Evangelio predicado por los apóstoles y profetas de la Biblia reviste tanta importancia, y de allí que se le concede una preeminencia sobre cualquier otro mensaje, pues es el mensaje de salvación a los hombres por la única vía que es posible, la redención de Cristo.
La autoridad del mensaje del Evangelio está establecida por Dios mismo, y la meta de éste es dar liberación al hombre que está esclavizado por el pecado.
Un solo mensaje de salvación
El mismo Pablo, en la defensa de la fe apostólica establece más aspectos que certifican la autoridad del Evangelio de Dios. Dice en la misma epístola que está asombrado porque las iglesias del sur de Galacia se estaban alejando del que los llamó a través de la gracia. Uno de los aspectos que establece la autoridad del Evangelio es que Dios mismo es quien propicia la salvación del hombre y éste accede a ella a través de la fe.
El llamamiento a la salvación de todos los hombres descansa en la gracia de Dios, por ello la importancia que reviste la autoridad del Evangelio, pues Dios mismo es quien salva, y eso hace diferente y único este mensaje. El judaísmo establecía que el único medio de justificación y salvación era a través del cumplimiento estricto de las obras de la Ley, pero Dios, a través del apóstol, les muestra que están estableciendo un camino por el cual nunca se alcanza el favor de Dios. Cuando a una persona se le aleja de la gracia entra en la esfera de la Ley, una esfera en la cual nunca podrá tener el perdón de sus pecados ni la vida eterna.
Uno de los aspectos que establece la autoridad del Evangelio es que Dios mismo es quien propicia la salvación del hombre y éste accede a ella a través de la fe.
Superior a los apóstoles y a los ángeles
De esta manera, en la epístola a los Gálatas hallamos una de las más claras evidencias de la autoridad del Evangelio de Cristo proclamado por los apóstoles y los discípulos, una autoridad que estaba muy por encima de cualquier ser creado, sean ángeles o los mismos apóstoles. Pablo continúa su defensa dejando por sentado a los hermanos en Galacia que el Evangelio que él predicaba tenía un fundamento el cual nadie podría mover. “Mas si aún nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. (Gál. 1:8). El Espíritu Santo a través de este versículo establece realmente la imposibilidad de que se proclame otro evangelio. Pablo y sus colaboradores en la obra apostólica no lo hacían; Dios no ha ordenado que los ángeles lo hagan; Pablo niega la existencia de otro evangelio del mismo tipo que el que él predicó a los gálatas; él les dice que si cualquier otro, sea quien fuere, les predicara un evangelio diferente, sea anatema.
La palabra griega traducida como diferente, también significa “junto al que”, y se refiere aquí a un mensaje paralelo y añadido al de Pablo. Vemos que el apóstol reconoce la autoridad del mensaje que proclama. Y ni siquiera él, que fue enviado directamente por Aquél que tiene toda autoridad, puede cambiar el mensaje que le fue encomendado. Esta prerrogativa incluye también a los ángeles. En el contexto que viene hablando el apóstol podría tratarse de una alusión a la enseñanza de aquellos opositores, quienes, al parecer, afirmaban que la Ley había sido dada por mediación de ángeles. Incluso la tradición farisea insistía en el papel de los ángeles en la revelación. El punto al cual el apóstol quiere llegar y queremos enfatizar en este escrito, es que no importa si se trata del mismo apóstol Pablo o de un ángel venido del cielo; nadie, ni siquiera los apóstoles, ni ningún ser celestial, puede cambiar nada del mensaje de salvación: El Evangelio de Jesucristo. Esta afirmación de Pablo por el Espíritu Santo deja sin rango de acción a los ángeles pues deben sujetarse al mensaje y a la autoridad del Evangelio de Cristo.
Y por último, establece que cualquiera que cambie el mensaje o le añadiere llevará consigo una sentencia: Sea anatema. Anatema es una traducción de la palabra hebrea ‘herem’; esta palabra es una fórmula tradicional para referirse a una maldición; originalmente se refería a lo dedicado a la destrucción cúltica, a lo que se había apartado para ser consumido por el fuego. Tal es la autoridad del Evangelio que cualquiera que cambiare el mensaje quedará expuesto a una maldición.
“Mas si aún nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. (Gál. 1:8).
El falso evangelio y su falsa autoridad
“No que haya otro (Evangelio), sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo”. (Gál. 1:7). El apóstol nos muestra, a través de su carta circular a las iglesias en Galacia, que algunos querían pervertir el Evangelio de Cristo.
Al referirse a algunos que querían pervertir el Evangelio, está hablando de cambiar una verdad divina por una humana, tratando de colocar al hombre como colaborador en algo con Dios para la salvación. La palabra pervertir puede ser traducida en algunas Biblias como tergiversar; tergiversar es alterar algo, refiriéndose a un cambio total. Los judaizantes enseñaban que la práctica de circuncidarse era indispensable para ser salvos y justificados delante de Dios. Ellos estaban apartando a los discípulos de la justificación por la fe, para introducirlos a un medio de justificación inalcanzable: Las obras de la Ley. Este tipo de mensaje socava el fundamento de la autoridad del Evangelio por uno falso.
Con esto vemos que la Iglesia, desde sus inicios, ha sufrido constantes ataques del enemigo de Dios para quitar el fundamento y la autoridad del mensaje de salvación.
De igual manera, el falso evangelio enseña al hombre que puede lograr su salvación a través de las obras, desvinculado de la obra que fue completa en la cruz del Calvario; lo anterior es característico del falso evangelio. El Evangelio lleva en sí mismo una exigencia de verdad y autoridad absoluta.
Desde aquellos tiempos antiguos hasta nuestros días aún persiste el falso evangelio y su falsa autoridad. Lo podemos ver en la actualidad con doctrinas que atacan el fundamento del Evangelio. Por ello es necesario volver a la sencillez y poder de las Escrituras y, a través de ella y de hombres consagrados y fieles al Señor, presentar a los hombres la autoridad del Evangelio, autoridad atestiguada por el Señor Jesucristo, los profetas y apóstoles en Su Palabra.
Villavicencio / Colombia
Jhair F. Diaz
Colaborador y escritor del ministerio: Cristianos Edificación y Comunión. Nacido en Puerto Berrío (Ant). Vive en la ciudad de Villavicencio hace 5 años donde sirve en la iglesia local donde reside. Felizmente casado con Leidy Castellanos y tiene un hijo: Sebastián Santiago Díaz