LA ORACIÓN MATUTINA

Debo orar antes de que haya visto a alguien. A menudo, cuando duermo mucho, o me reúno temprano con otros, es a las once o doce cuando comienzo mi oración secreta. Este es un perverso sistema, contrario a las Sagradas Escrituras; pues Cristo se levantaba antes de que amaneciera y se iba a un lugar solitario. David dijo: “Oh Jehová, de mañana oirás mi voz; de mañana me presentaré delante de ti…” Si no sigo estos ejemplos bíblicos, la oración familiar pierde mucho de su poder y dulzura, y yo no puedo hacer bien a los que vienen a buscarlos en mí. La conciencia se siente culpable, el alma sin aliento y la lámpara no está arreglada. Entonces, cuando ya voy a la oración secreta, el alma, a menudo, está fuera de tono. Por ello, siento que es mucho mejor comenzar el día con Dios, ver Su faz primero, dejar a mi alma acercársele, antes de que se acerque a otro…