ENTREVISTA A PAUL WASHER

Sobre su libro “El poder y el mensaje del Evangelio”

  1. ¿Por qué consideró importante escribir una serie de li­bros como “Recuperando el Evangelio”? ¿Qué le hizo ver la necesidad de que estos recursos fueran publicados?

El Evangelio no es un mensaje cualquiera, sino el mensaje de men­sajes. No es solamente el poder de Dios para la salvación de los in­crédulos, sino que también es el medio por el cual el creyente crece a la madurez. Me parece que de muchas formas la iglesia evangélica ha reducido el glorioso contenido del Evangelio a solamente un sis­tema o método de evangelismo.

  1. Existen muchas maneras de torcer el Evangelio bíblico. ¿Cuáles diría que son algunas de las más comunes en Amé­rica Latina?

Por supuesto, hay muchas sectas que han torcido el Evangelio por medio de negar la deidad de Cristo, enseñar salvación por obras, o predicar el evangelio falso de la prosperidad. Pero aun las iglesias evangélicas y los cristianos genuinos pueden fallar en su predicación del Evangelio, si sólo tienen un conocimiento superficial de las Es­crituras. Para predicar el Evangelio correctamente se necesita un conocimiento adecuado de la teología sistemática, especialmente: la doctrina de Dios, del hombre, de la obra redentora de Cristo, y de la conversión verdadera.

El Evangelio no es un mensaje cualquiera, sino el mensaje de men­sajes.

  1. ¿Cuáles son algunos de los peligros de ignorar o minimi­zar la santidad y la justicia de Dios en nuestra presentación del Evangelio? ¿Cómo puede un predicador identificar que ha estado descuidando este aspecto de la verdad de la Pa­labra?

El Evangelio —la obra redentora de Cristo— no tiene sentido hasta que comprendamos algo de la santidad y justicia de Dios. Un crimi­nal no tiene vergüenza de sus crímenes y no tiene temor de juicio cuando está siendo juzgado por un juez injusto o corrupto. Pero su seguridad se cambia en terror cuando entra en el salón de juicio y ve que va ser juzgado por un juez justo e incorruptible.

  1. Usted escribe que “La maravilla del Evangelio no es que Dios escoge el amor sobre la justicia, sino que Él es capaz de seguir siendo justo mientras concede perdón en amor”. ¿Qué le diría a alguien que entiende esto de manera intelec­tual, pero no concede a otros ese amor que Dios mismo ha concedido a los pecadores en Cristo?

Uno de los pecados más graves (si pudiéramos decir tal cosa) es la falta de misericordia. Somos como el esclavo que debía a su amo diez mil talentos (Mateo 18:23-35). Si de verdad comprendemos algo de la misericordia divina que hemos recibido, mostraremos misericordia a otros. Una de las evidencias más grandes de un cora­zón regenerado es la práctica de amor y misericordia.

  1. ¿Cómo podemos luchar contra la apatía de conocer las verdades del Evangelio, pero que éstas no nos muevan al arrepentimiento ni a la compasión por los perdidos?51

El ser librado de la apatía es un aspecto de la santificación, y progre­samos en la santificación por medio de renovar nuestra mente en la Palabra de Dios y la oración. No importa cuál sea nuestra debilidad espiritual, la falla en nuestro carácter, o el pecado que nos envuelve, el remedio se encuentra en buscar a Dios por medio de las Escritu­ras y la oración.

Una de las evidencias más grandes de un cora­zón regenerado es la práctica de amor y misericordia.

  1. ¿Cómo luce la vida de alguien que realmente ha entendi­do el poder y el mensaje del Evangelio?

En 1 Timoteo 3:16, Pablo dice que el Evangelio “es el misterio de la piedad”. Esto significa que el Evangelio es más que un mensaje jus­tificador, sino también un mensaje santificador. Si de verdad hemos comprendido algo de las maravillas del Evangelio vamos a reflejarlo por medio de una piedad genuina hacia Dios y ante los hombres. Esta piedad no se manifiesta en legalismo, sino en la verdadera con­formidad a Cristo y en el andar en el Espíritu y el llevar su fruto (Gálatas 5:22-23).

  1. En su libro escribe, “¿Cuándo nos daremos cuenta de que uno de los campos misioneros más grandes en el Occidente lo constituyen las bancas de nuestras iglesias cada domingo por la mañana?”. ¿Cómo confrontaría a alguien que se dice cristiano porque tiene muchos años asistiendo a una iglesia, aunque su vida no demuestra que ha abrazado las verdades del Evangelio?

En un intento sincero de proteger la doctrina de “la justificación por fe sin obras”, hemos negado el poder de la obra regeneradora del Espíritu Santo. La salvación no es el resultado de las obras, pero las obras son la evidencia de la salvación por fe.

El mismo Espíritu que obra en el pecador para que se arrepienta y crea en el Evangelio, también continuará obrando en el cristiano verdadero para que haga progreso en la santificación y lleve fruto (Filipenses 1:6; Mateo 7:15-23). La mejor manera de confrontar a los inconversos en la iglesia es por medio de predicar sobre la doc­trina de la regeneración y sus evidencias.

La salvación no es el resultado de las obras, pero las obras son la evidencia de la salvación por fe.

  1. ¿Qué libro de la Biblia le recomendaría estudiar a alguien que desea empezar a profundizar en lo que es el Evangelio? ¿Por qué?

Esta es la pregunta más difícil de las diez. Si yo tuviera que escoger un solo libro sería el libro de Romanos, especialmente, Romanos 3:23-28. A través de la historia muchos de los más grandes teólogos y predicadores se han referido a este texto como la acrópolis de la fe cristiana o el más importante texto de toda la Biblia. En este texto, Pablo contesta directamente el problema teológico y filosófico más importante de toda la Biblia: ¿Cómo puede Dios mantener su justi­cia y a la vez perdonar el hombre pecador? La respuesta se encuen­tra en la persona y obra de Cristo. En la cruz, Él llevó el pecado de Su pueblo, sufrió la ira de Dios, y al morir, satisfizo las demandas de la justicia divina contra el hombre pecador. Esta verdad es el centro o eje del Evangelio y la fe cristiana.

  1. ¿Cómo puede un predicador mejorar regularmente la claridad con la que expone el Evangelio desde el púlpito?

Primeramente, el predicador tiene que darse cuenta que el Evange­lio es el mensaje más profundo que existe. Es un mensaje de infinita gloria y una montaña que nunca va a escalar. Aún después de mil eternidades, todavía no habrá comprendido su plenitud. Por lo tan­to, el predicador debe dedicar su vida a profundizar el evangelio y luchar para hacerlo conocido a su congregación.

Pablo contesta directamente el problema teológico y filosófico más importante de toda la Biblia: ¿Cómo puede Dios mantener su justi­cia y a la vez perdonar el hombre pecador? La respuesta se encuen­tra en la persona y obra de Cristo.

  1. ¿Cómo animaría a alguien que se siente abrumado por la profundidad de las maravillas del Evangelio a compartirlo de manera cotidiana con sus amigos y compañeros de tra­bajo?

El Evangelio tiene una profundidad infinita que nunca plenamente comprenderemos. Sin embargo, es también un mensaje muy simple que, por medio de la obra del Espíritu, un niño puede comprender. El mensaje salvador del Evangelio abarca todas las Escrituras, pero a la vez se contiene en un solo versículo: Juan 3:16. El cristiano tiene una mayordomía solemne, pero no gravosa. Como las Escrituras de­claran en Isaías 52:7: “¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del que trae buenas nuevas, del que anuncia la paz, del que trae las buenas nuevas de gozo, del que anuncia la salvación, y dice a Sion: Tu Dios reina!”.

 

Entrevista de Ana Ávila - Editora en Coalición por el Evangelio
Radford (Virginia)/Estados Unidos

Paul D. Washer

Abogado, profesor, pastor bautista reformado, misionero y escritor, reconocido por ser predicador itinerante de la Convención Bautista del Sur y fundador y director de la Sociedad Misionera Heartcry que apoya el trabajo misionero con los nativos sudamericanos