LA PERSEVERANCIA DEL ESPÍRITU SANTO

Hace cuarenta y tres años, el Espíritu de Dios en la gracia, me llevó a confiar en el Señor Jesucristo. He tenido muchos altibajos desde entonces; como la gente antigua acostumbraba cantar en una reunión al aire libre a la que asistí: “A veces estoy en lo alto y a veces en la hondura, pero mi alma igual mantiene la celestial ligadura.

He tenido experiencias variadas, pero lo maravilloso es esto: El Espíritu Santo de Dios nunca me ha abandonado. Y si a veces he sido rebelde y obstinado, y no me postré inmediatamente ante Dios para arrepentirme de mi rebeldía y obstinación, entonces encontré que debía estar bajo la vara, la vara de mi Padre, y Él me azotaba, sometiéndome, hasta que yo llegaba al punto cuando estaba listo para confesar mi falla y ser restaurado a la comunión con Él. Pero yo era de igual manera tan verdaderamente Su hijo mientras recibía un buen azote, como cuando los efectos de éste me habían restaurado a la comunión. Su hijo no cesa de ser su hijo cuando usted lo pone sobre sus rodillas y le azota con su chancleta; es porque él es su hijo, y porque usted quiere que crezca hasta ser un muchacho de buen comportamiento, que usted hace eso. Y así creemos en la perseverancia del Espíritu Santo, quien habiendo comenzado la obra, la continuará hasta completarla