HORAS DE ORACIÓN

Dispón tus asuntos, si es posible, de tal modo que puedas cómodamente dedicar dos o tres horas cada día, no meramente a los ejercicios devocionales, sino al verdadero acto de la oración secreta y de la comunión con Dios. Esfuérzate siete veces al día en retirarte de los negocios y compañías, y eleva tu alma a Dios en retiro privado. Comienza el día levantándote después de medianoche, para dedicar algo de tiempo, entre el silencio y la oscuridad de la noche, a esta obra sagrada. Procura también que la primera hora del día te encuentre en la misma obra. Y que las nueve, doce, tres, seis y nueve de la noche testifiquen lo mismo. Sé resuelto en su causa. Haz todos los sacrificios practicables para mantenerla. Considera que tu tiempo es corto, y no permitas que los negocios y las compañías te roben el tiempo que le debes a tu Dios.