LA BLASFEMIA CONTRA EL ESPÍRITU SANTO

Es muy común encontrar personas que están extremadamente asustadas cuando se trata de su salvación. Personas que tienen su conciencia débil, fueron golpeadas por una falsa enseñanza o una falsa tradición, y están muriendo de miedo de perder su salvación. Están todo el tiempo investigando si pecaron con tal pecado y si han cometido el llamado “pecado imperdonable”. Nos estamos refiriendo particularmente al texto de Mateo 12:31, que dice: “…Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres; mas la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada.” ¿Cuántas veces fuimos blanco de líderes, que se defendían de sus malas prácticas haciendo tal afirmación?

¿Cuántas veces este texto fue utilizado para blindar a hombres infieles que han sido acusados por sus malos comportamientos o por sus herejías? Esto es característico de los falsos maestros: usar la Palabra de Dios como una forma de autodefensa para blindarse contra la verdad. Pero, ¿cómo podemos entender esta afirmación de Jesús? ¿A qué personas iban dirigidas estas palabras? En el contexto de este pasaje, tenemos a Jesús efectuando sanidades y haciendo varios milagros. Él acababa de liberar y curar a un endemoniado, ciego y mudo. Viendo estas cosas, los fariseos murmuraban y decían que Él expulsaba los demonios por el poder de Beelzebú, jefe de los demonios. Entonces Jesús les respondió, explicándoles que un reino dividido contra sí mismo jamás prosperará, que si Satanás expulsa a Satanás, ¿cómo subsistirá su reino? Entonces Él concluye diciendo que si alguien habla en contra del Espíritu Santo, no le sería perdonado, ni en el presente siglo, ni en el venidero (12:32).

Reflexionemos en este contexto: Es el mismo Hijo de Dios en carne, que ha venido al mundo para salvar a los pecadores. Él está ejecutando la obra de Dios por el poder del Espíritu Santo; delante de Él hay hombres tan incrédulos, tan impíos, tan blasfemos, que se atreven a decir que aquellas maravillosas obras son hechas por Beelzebú. Este contexto por sí solo revela que este pecado es impracticable en nuestros días. Nosotros no conseguiríamos pecar de tal manera hoy en día. Para tener tal práctica tendríamos que estar delante de Jesucristo, y nosotros, deliberadamente, por odio, envidia, decir tales palabras blasfemas contra Él. Este fue un pecado exclusivo de la generación de Jesús, que sólo podría compararse hoy con la firme desobediencia y con un rechazo constante y firme hasta la muerte contra el Evangelio.

Un cristiano jamás puede ser acusado de tal tipo de pecado, o nunca llegó a ser cristiano. No debemos permitir que nadie nos quite la certeza de la fe. En muchos lugares, cuando los cristianos critican alguna práctica de los supuestos “ungidos” apóstoles y profetas, son acusados de blasfemar contra el Espíritu Santo; pero nada es más descabellado y descontextualizado de las palabras que mencionó Jesús. No debemos perder nuestra seguridad en Dios. Que el Señor pueda sanar nuestras conciencias de esas heridas, que Él pueda librarnos de las mentiras de los falsos maestros, quienes se aprovechan de este pasaje para atemorizar. No hay pecado que el Señor no pueda perdonar; no hay pecado que la sangre de Cristo Jesús no pueda lavar. Estamos en paz con Dios; Cristo nos libró de toda enemistad con Él. Nuestras conciencias pueden ser completamente limpias y podemos ser libres de toda acusación del diablo. ¡Cristo Jesús venció! ¡Ningún pecado nos podrá separar de Él!