¡Votos Espirituales!

Algunas personas rechazan la idea de hacer votos, pero en la Biblia usted encontrará muchos grandes hombres de Dios que fueron di­rigidos por alianzas, promesas, votos y compromisos. Mi consejo en esa cuestión es que si usted está realmente preocupado con su avance espiritual – la obtención de nuevo poder, nueva vida, nueva alegría y nuevo reavivamiento personal dentro de su corazón -, será bueno hacer ciertos votos y empeñarse por cumplirlos. Si usted fa­lla, póstrese en humillación, arrepiéntase y comience nuevamente, pero siempre lleve en consideración los votos hechos. Ellos irán ayudándole a armonizar su corazón con los vastos poderes que flu­yen del trono donde Cristo está sentado, a la diestra de Dios.

El hombre carnal rechaza la disciplina de tales compromisos. Él dice: “Quiero ser libre. No quiero tener cualquier voto sobre mí. No creo en eso. Eso es legalismo”. Bien, déjeme presentar el cuadro de dos hombres. Uno de ellos no hizo voto alguno. Él no acepta cualquier responsabilidad de ese tipo. Él quiere ser libre. Y él es li­bre, en cierta manera así como un vagabundo es libre. El vagabundo es libre para sentarse en un banco de jardín de día, dormir y colo­carse un periódico por la noche, ser puesto hacia fuera de la ciudad en la mañana de jueves y volver y subir por las escaleras de alguna pensión en la quinta a la norte. Ese hombre es libre, pero también es inútil. Él sólo ocupa un lugar en el mundo, cuyo aire respira. Examinemos ahora otro hombre – tal vez un presidente, o primer ministro o cualquier gran hombre que carga sobre sí el peso del gobierno. Hombres así no son libres. Sin embargo, con el sacrificio de su libertad demuestran poder. Si insisten en ser libres, podrán serlo, pero sólo como el vagabundo. Escogieron, sin embargo, estar amarrados. Hay muchos vagabundos religiosos en el mundo de los que no quieren estar amarrados a cosa alguna. Ellos transformaron la gracia de Dios en libertinaje personal.