“Dame, hijo mío, tu corazón, y miren tus ojos por mis caminos.” (Pr. 23:26).
El corazón del joven es un tesoro invaluable. Muchos líderes han identificado esto; cada nueva ideología ha buscado cautivar el corazón juvenil, pues son los jóvenes los que cuentan con más años por delante, y mantienen con más fervor las ideas a las cuales se adhieren.
Por tanto, no es de extrañar que, históricamente, gran cantidad de jóvenes han abrazado ideologías como: el marxismo, el nazismo, el existencialismo, el feminismo, y otras. Y en todas ellas sobresalieron por ser fieles precursores de las ideas que decidieron seguir. Pero, ¿qué de aquellos jóvenes que han aceptado el camino que conduce a la vida? ¿Se podría decir lo mismo de la juventud cristiana? Es necesario abordar el tema que trata de una entrega total del corazón, pues muchos son los jóvenes que han hecho una profesión de fe en Jesucristo, le han “entregado sus corazones”, pero ¿ha sido una entrega total?
Desertando del cristianismo en la juventud.
Investigaciones han demostrado que de cada cinco jóvenes que han aceptado la fe cristiana, tres la han abandonado ¿Cuáles serían las causas? En un artículo de la página “Coalición por el Evangelio” (TCG), el investigador y apologista Steven Martins propuso tres causas de esta problemática en los jóvenes.
Primero: Preguntas sin respuestas. Los jóvenes, al llegar a las universidades, se encuentran con preguntas que atacan la fe cristiana, y muchos de ellos parecen no encontrar repuestas. Sin embargo, como diría un escritor antiguo: “El cristiano no debe tener temor de cavar la fosa de su fe”, ya que existen respuestas lógicas que no contradicen la razón, y dan evidencia de la veracidad de la fe cristiana. Por eso es necesario que el liderazgo cristiano pueda otorgar respuestas a las inquietudes que les son presentadas por los jóvenes cristianos.
Segundo: Sermones carentes de relevancia. Este punto es dirigido hacia el liderazgo, pues no se puede ignorar que una de las grandes necesidades en la época actual son hombres que puedan ofrecer sermones que aborden problemas de la actualidad. “Los pastores están sirviendo mal la Palabra de Dios, y le hacen un mal también a sus congregaciones, si no demuestran la relevancia perdurable de la Escritura en toda la vida. A pesar de que sus sermones son “expositivos”, nunca tocan temas culturalmente relevantes, como el aborto o el matrimonio entre personas del mismo sexo. Los jóvenes son muy conscientes de lo que sucede en la plaza pública: están expuestos a ella a diario, y es infructuoso cuando se les enseña la Biblia sin su aplicación”.
Tercero: Iglesias carentes de misión. Esto también constituye un problema en cuanto al liderazgo. “Hay un clamor que pide algo más que transformación personal. Hay un clamor por formar parte de una narrativa más grande, por cumplir un papel fundamental en el plan de Dios en la renovación de su creación. Hay un deseo de luchar por un objetivo, trabajar hacia un fin, ser parte de algo más grande y significativo. Los jóvenes modernos ven a la Iglesia como un club social transitorio, una comunidad aislada que adopta una mentalidad de escape. Una Iglesia sin misión es una Iglesia sin identidad, ya que identificarse con Cristo es ser una “ciudad situada sobre un monte” (Mt. 5:14). La ciudad de luz es la que proclama al mundo la verdad objetiva y la justicia moral. Los jóvenes quieren formar parte de esto, de una gran narrativa, de un trabajo maravilloso que glorifica a Dios, de un lugar donde puedan usar sus habilidades y dones para avanzar el reino de Dios”.
Entrega superficial del corazón
Si bien lo que plantea el hermano Steven Martins son algunas de las causas de deserción de la juventud respecto del cristianismo, estos puntos son dirigidos hacia el cuidado que debe tener el liderazgo cristiano en cuanto a sus jóvenes. Pero en el presente artículo se propone una razón adicional en lo que concierne a esta deserción: una entrega superficial del corazón al Señor Jesucristo.
Es necesario hacer un examen de la entrega a Dios, pues son muchos los jóvenes que han “entregado su corazón a Cristo”, pero sus obras demuestran otra cosa. Los jóvenes han llegado a pensar que se puede servir a Dios de cualquier manera; llevan vidas dobles: sirven en la alabanza o en misiones, y aun así, siguen abrazando pecados secretos ¿Y todo por qué? ¡Porque sus corazones no son enteramente de Dios! Vacilan entre dos pensamientos, tal como el pueblo de Israel en tiempos del rey Acab; y es preciso preguntar como lo hizo el profeta Elías: “¿Hasta cuándo claudicaréis vosotros entre dos pensamientos? Si Jehová es Dios, seguidle; y si Baal, id en pos de él…” (1 R. 18: 21).
Los jóvenes, al llegar a las universidades, se encuentran con preguntas que atacan la fe cristiana, y muchos de ellos parecen no encontrar repuestas. Sin embargo, como diría un escritor antiguo: “El cristiano no debe tener temor de cavar la fosa de su fe”, ya que existen respuestas lógicas que no contradicen la razón, y dan evidencia de la veracidad de la fe cristiana.
Joven, has estado por años entre el pueblo de Dios, asistes regularmente a reuniones, prestas algún servicio en la iglesia local, ¿pero es tu entrega verdadera? O se podrá escuchar de ti, como se escribió de Demás, aquel compañero del apóstol Pablo, que habiendo empezado bien, abandonó su fe por amar más el mundo (2 Ti.4:10). El corazón de Demás no era enteramente del Señor.
Un ejemplo de entrega total en la juventud
Berlín, abril de 1945. La última batalla que libraría el ejército nazi. Los últimos soldados del Führer son adolescentes que no llegan a los 15 años. Su único objetivo: proteger el búnker de Adolf Hitler, su líder supremo; y aunque no tenían posibilidad de ganar, habían jurado servirle hasta la muerte.
El movimiento de las Juventudes Hitlerianas consistía en adoctrinar jóvenes, implantándoles el pensamiento nazista de su líder. Refiriéndose a ellos, Hitler decía que serían el futuro de Alemania y del ejército nazi: “Somos viejos, pero mis mayores jóvenes son un recurso humano increíble, con ellos podría construir un mundo nuevo”. Este pensamiento le motivó para ganarse el corazón de ellos, pues Hitler sabía que serían capaces de servirle ciegamente y entregarse hasta la muerte por sus ideales.
La entrega del corazón de estos jóvenes es una gran enseñanza para nosotros. Ellos se entregaron a los ideales de una persona perversa como Hitler ¿Pero se podría decir algo parecido de los jóvenes cristianos que han realizado una entrega total a Jesucristo? El Señor lo único que ha deseado es el bien para Su pueblo ¿Qué podría decirse de las promesas de Dios?
¿Acaso no han sido ciertas? ¿No son suficientes Sus grandes obras realizadas? Aquí se mencionan algunas que muchos han escuchado y comprobado: Cristo se hizo hombre para sufrir en la cruz por causa de nuestra rebelión, pagó con Su sangre para redimirnos de nuestra culpa, nos libra de la condenación del pecado, nos ha librado de la pena del castigo eterno en el infierno, nos ha dado Su Espíritu Santo para que sea nuestro Maestro, Guía y Ayudador, ha quitado la inseguridad y la incertidumbre en cuanto al futuro, y nos ha dado una paz que sobrepasa todo entendimiento. ¿Acaso no es suficiente para que te entregues completamente a Él? ¿No es suficiente para que le entregues enteramente tu corazón, y Él sea el único merecedor de tu amor?
Responsabilidad de dar el corazón
Cuando la Biblia habla del corazón, no se refiere al órgano principal de nuestro sistema circulatorio, sino a la parte interior del hombre, donde radica su voluntad; es decir, hacia donde se dirija el corazón, irá el hombre. Por eso, el corazón de los jóvenes alemanes estaba con su líder, el Führer. Ahora, es necesario que cada joven cristiano entregue su ser enteramente a Cristo, y se dirija hacia donde Él vaya. Recuerden que Él ordena: “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida” (Pr. 4:23). ¿Y qué mejor lugar para guardarlo que en Dios mismo? Joven, toma en cuenta las tiernas palabras de Dios: “Dame, hijo mío, tu corazón…” (Pr.23:26). No se trata de que hagas una confesión sólo de labios, pues Dios ya ha escuchado muchas de esas. Se trata de que hoy dispongas tu ser entero para Él, y puedas decir: “Padre mío, toma enteramente mi corazón, pues sólo en Tus manos estará seguro”.
Entrega total del corazón
Dios requiere del hombre una entrega total. Uno de los pasajes tristes en las Escrituras se halla en el libro de 2ª de Crónicas (25:2) donde dice de la vida del rey Amasías: “Hizo lo que es recto a los ojos de Jehová, aunque no con entero corazón.” (NTV) ¿Cuántos jóvenes, como Amasías, pretenden hacer lo bueno a su manera e intentan agradar a Dios, pero no con una entrega completa del corazón? Dios no quiere el 50 o el 90 % de tu corazón. Él quiere todo, pues Él es digno de recibirlo todo. Gran cantidad de jóvenes han hecho una entrega del corazón a Dios, pero, tal cual Amasías, no ha sido una entrega total. Y así como este rey de Judá continuó adorando dioses paganos de las otras naciones, así hay jóvenes que siguen sirviendo a sus concupiscencias, siguen abrazando la pornografía, la fornicación, las mentiras, las borracheras, y andando en compañía de amistades impías. Creen que Dios se conformará con las sobras de sus corazones. Jóvenes, tengan en cuenta la advertencia del obispo anglicano J.C. Ryle: “Joven, no te engañes. No pienses que puedes servir a tus concupiscencias y placeres primero, y luego ir y servir a Dios con facilidad después”.
Es una burla terrible delante de Dios que el joven cristiano piense que puede servir a dos señores.
El corazón del joven y los caminos de Dios.
Los jóvenes que no han hecho una completa entrega de sus corazones a Dios, son aquellos que no pueden discernir Sus caminos. Por eso les resulta difícil el caminar cristiano, porque sus ojos no pueden fijarse en el camino angosto que Dios ya ha trazado: “…y miren tus ojos por mis caminos” (Pr.23:26). Los caminos de Dios son aquellos senderos que guían a la vida.
Cuando la Biblia habla del corazón, no se refiere al órgano principal de nuestro sistema circulatorio, sino a la parte interior del hombre, donde radica su voluntad; es decir, hacia donde se dirija el corazón, irá el hombre.
Miremos algunos aspectos ya mencionados, en los que el corazón del joven está dividido, siendo ésta la razón por la cual muchos viven en aflicción, pues es imposible agradar de corazón a dos señores: “…porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro…” (Mt. 6:24).
Pasiones juveniles
Entregarse a las pasiones juveniles (deseos sexuales ilícitos, lujuria, lascivias, y otras) ha hecho que considerable cantidad de jóvenes abandonen el camino recto de la vida. Se han ido tras sus concupiscencias y han traído amargura a sus almas; todo por causa de una entrega superficial a Dios. No puede haber nada bueno para el joven fuera de Dios. Si tu corazón no es enteramente de Dios, no vas a poder huir de las pasiones juveniles, ni seguir “la justicia, la fe, el amor y la paz”, y es evidente que tampoco vas a querer estar “con los que de corazón limpio invocan al Señor”. (2 Ti. 2:22). Toma en cuenta este llamado: “Dame, hijo mío, tu corazón, y miren tus ojos por mis caminos”.
Relaciones sentimentales
Muchos jóvenes han abandonado su fe por causa de las relaciones sentimentales. La Palabra del Señor ha sido clara al advertir: “No os unáis en yugo desigual con los incrédulos…” (2Co.6:14). Pero al no hacer una total entrega del corazón a Dios, los jóvenes han caído en el abismo profundo, que es la ramera, y han quedado atrapados en un pozo angosto, que es la extraña (Pr.23:27). Son muchos los que han perdido su juventud en relaciones sentimentales que sólo han traído dolor a sus corazones. Han dado sus años a gente despiadada, y cuando sus cuerpos al final han sido consumidos, han gemido: “¡Cómo aborrecí el consejo, y mi corazón menospreció la reprensión; no oí la voz de los que me instruían, y a los que me enseñaban no incliné mi oído!” (Pr.5:9-13). Joven, recuerda lo que el Señor dice: “Dame, hijo mío, tu corazón…”, para que puedas huir de la mujer extraña, y no pierdas tus años.
La obediencia
La obediencia es la prueba de una entrega completa del corazón a Dios. Actualmente, es común escuchar: “Dios conoce mi corazón. Él sabe que le amo”. Pero, ¿es cierto esto? Afirmar que se ama a Dios, sin obedecerle, no es congruente con lo que declaró el Señor Jesús: “Si me amáis, guardad mis mandamientos.” “…El que me ama, mi palabra guardará…”“El que no me ama, no guarda mis palabras…” (Jn.14:15,23-24). Joven, no te engañes, Dios demanda de sus hijos obediencia. No pienses que puedes vivir como el rey Saúl, quien pensaba que podía “obedecer” a su manera, porque así, como él, también terminarás siendo reprobado. Toma en cuenta esta recomendación: “Dame, hijo mío, tu corazón…”, para que puedas obedecer de todo corazón a Dios, y puedas decir: “El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu ley está en medio de mi corazón.” (Sal. 40:8).
El amor al mundo
Joven, no es posible amar al mundo y al mismo tiempo amar a Dios. Recuerda: “Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él.” (1 Jn. 2:15). Al hacer referencia al mundo, el apóstol Juan no está hablando del plano natural, del lugar donde vivimos; él hace referencia a todo el sistema que se opone al Señor, lo que el hombre ha creado para “ser feliz alejado de Dios”, o lo que la Biblia llama: “…los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida…” (1 Jn. 2:16). No puede haber una entrega total del corazón si aún hay esperanza de obtener lo que el mundo pueda ofrecer. Joven, recuerda el ejemplo de Demás, quien abandonó su llamado por amor al mundo (2 Ti.4:10). Recuerda además que: “…el mundo pasa, y sus deseos…”. No rechaces esta invitación: “Dame, hijo mío, tu corazón…”, pues también debes recordar que “…el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.” (1 Jn. 2:17).
Beneficios y aplicación final
En último lugar, es importante mencionar los beneficios que traería a la Iglesia la entrega total del corazón de los jóvenes cristianos. Hay mucha necesidad en la Iglesia. Se necesitan manos para la obra del Señor, pero hay pocos jóvenes consagrados para realizar la labor. Muchos de los pastores y ancianos de nuestras iglesias están ya llegando al final de sus carreras, y son pocos los jóvenes con los cuales se cuenta para relevarles.
La obediencia es la prueba de una entrega completa del corazón a Dios. Actualmente, es común escuchar: “Dios conoce mi corazón. Él sabe que le amo”. Pero, ¿es cierto esto?…
“Joven, Dios te necesita en Su obra. Piensa en el instrumento para bien que puedes ser en el mundo. La cosecha es abundante, pero los obreros son pocos. Sé fiel en realizar buenas obras. Ven a ayudar a tu Señor en su lucha contra el poderoso Satanás. ¿Es mejor ser inútil, frívolo, estorbo inútil en la tierra, vivir para tu cuerpo, tu egoísmo, tus deseos, tu orgullo, o vivir dedicado a la gloriosa causa de ser útil a tus semejantes? ¿A quién no le gustaría dejar este mundo como Josías, que fue lamentado por todos, en lugar de partir como Jeroboam, sin que lo desearan más? (2 Cr. 21:20)”. J.C. Ryle.
Joven, recibe este consejo: No sigas pensando que es posible hacer una entrega superficial de tu corazón a Dios. Revisa tu corazón. Pregúntate: Corazón mío, ¿eres enteramente de Dios? Pues de seguro si has entregado enteramente tu corazón a Dios, cuando venga el ataque de Satanás para querer apartarte del camino de la vida, lo resistirás, y no serás contado entre aquellos que han abandonado su fe. Que ya no se diga de ti como se decía del pueblo de Israel: “Está dividido su corazón…” (Os. 10:2); que, en lugar de eso, seas de aquellos que el mundo respeta porque actúan valientemente para Dios.
Bogotá / Colombia
Andrés y Alicia de Rodríguez
Escritor del ministerio Tesoros Cristianos y colaborador en la iglesia local donde reside, nacido en la ciudad de Bogotá. Felizmente casado con Alicia Hernández y bendecidos por el Señor con una hermosa bebé llamada Abigail.