Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas;… Mateo 11:29
Carta XXXVII
DEJA DE LUCHAR
Eres buena, pero quieres ser mejor. Creo que estás tratando por todos los medios de usar tu vida interior para cambiar esas cosas externas de ti que son inaceptables desde un punto de vista social. En lo profundo de ti en realidad no estás cambiando. Déjame que te diga lo que ocurre cuando no permites que Dios trate con la raíz más profunda de tu vieja naturaleza. Te convertirás en algo muy crítico, duro, y farisaico. Mantendrás tus acciones en consonancia con ciertas normas de tu propia cosecha, pero en lo íntimo de tu ser no habrás cambiado. Por fuera parecerá que has obedecido… pero en lo interior estarás en un estado de rebelión. ¡Este no es lugar para vivir!
Presta más atención a tu vida interior. Toma tus deseos más profundos e intensos deseos y sitúalos en las manos de Dios. Pídele que te conquiste por completo. Entrégale tu arrogancia natural, tu sabiduría mundana, tu apego a tu casa, y tu temor de que nadie reconozca tu “grandeza”. También necesitas dejar a Dios tratar tu áspera actitud para con las cosas que no marchan como tú esperas.
Tu carácter no es tu mayor problema porque ya desconfías de él. A pesar de tus intentos de controlar tu mal humor, todavía saca lo mejor de ti. Esta humillación te hace mucho bien. Así que preocúpate de tus defectos más peligrosos. Más bien te veo del todo impaciente, y con falta de cierto dominio propio. Esto te es más humillante (¡y mejor para matar a tu orgullo!). Cuando eres demasiado perfecta con tu propio autocontrol puedes volverte áspera, crítica, y será fácil que te sientas ofendida por los demás.
A través de tu debilidad, aprende la compasión hacia los defectos de otros. La oración sincera ablandará tu corazón y te hará dócil, tierna, y moldeable en las manos de Dios. ¿Quieres que Dios sea tan crítico contigo como tú lo eres con otros?
Es demasiado fácil aferrarse a tu “buena reputación.” Mira cuidadosamente dentro de ti. En algún lugar de tu interior hay una frontera que no pasarás para ofrecerte a Él. Danzas alrededor de tus recelos y te obligas a creer que no los ves. ¡Si ves todas tus excusas, entonces algo tendrás que hacer con ellas!
Si Dios llega a romper alguna vez tus defensas, tocará donde más duele y te dejará que pongas toda clase de excusas para justificarte.
Cuanto más te escondas para dar algo, tanto más obvio se hace que lo deberías dar. ¡Si fueras verdaderamente libre no te pasarías tanto tiempo argumentando con ello!
No regatees con Dios para salir de este lío de la forma más fácil y cómoda. Abraza la cruz. Vive sólo por el amor. Deja a Dios hacer lo que necesite hacer para extraer tu amor propio. Ora dentro de ti todo el día. Vive en oración… que toque todo cuanto haces. Estáte al tanto de la presencia de Dios dentro de ti… incluso cuando estés ocupada. Haz esto y la paz será tuya.
No serás perfecta por el hecho de oír o leer de la perfección. Lo importante es no escucharte a ti misma, sino escuchar a Dios en silencio. Habla poco y haz mucho, sin cuidarte de si te han visto o no. Dios te enseñará más que cualquier libro o persona pudiera hacerlo.
¿Necesitas ir a la escuela para aprender a amar a Dios y negarte a ti misma? Sabes ya más cosas buenas de las que puedes practicar. Lo que necesitas es poner en práctica lo que ya sabes. No intentes obtener más conocimiento antes de practicar lo que ahora puedes ver.
Carta XXXVIII
EVITA EL LEGALISMO
Asocia mucho rigor a tu gran libertad. Aprende a no exagerar nada. Habla la verdad sin embelesos, pero no seas duro con ella. Si tiendes ser demasiado exigente contigo mismo, te harás legalista. Si tratas de ser libre sin sostener altos principios para ti mismo, en breve te harás perezoso e indiferente.
Para ser verdaderamente fiel debes obedecer totalmente a Dios. Sigue la luz que te indica el camino que has de seguir. Trata de agradar a Dios en todas las cosas. No te dediques tan sólo a salir del paso obedeciendo lo menos posible. Haz cuanto esté en tu mano para agradar a Dios. Sin embargo, quiero decirte que no te enredes tratando de imaginarte si has cometido un “gran” pecado o un “pequeño” pecado. Entrégalo todo a Dios y no necesitarás evaluar tu propia acción.
No te deprimas cuando fracases. Tan sólo levántate y empieza de nuevo. Dios tiene mucha paciencia contigo… aprende a tener paciencia contigo mismo. Dios te perfeccionará a su debido tiempo. De nada sirve estar siempre mirando por encima del hombro para ver qué ha ido mal. Échate hacia delante con humildad. Dios no es un espía tratando de sorprenderte. No es un enemigo acechando en la sombra para hacerte daño. Dios es tu Padre y te ama, y quiere ayudarte si no haces otra cosa que confiar en Su bondad.
Es mucho mejor depender de Dios como tu ayuda porque en realidad no te puedes ayudar a ti mismo, y tampoco puedes ayudar a ningún otro sobre la tierra. Confía en Dios y halla el camino de la verdadera libertad.
Así pues te digo de nuevo que los principios y la libertad van mano con mano. En cuanto a ti diría que tu libertad está desequilibrada por tus principios. Pero por otro lado no eres tan estricto ni estás entregado a una total obediencia en todas las áreas como cabría esperar. Aprende a confiar en Dios y ábrete a Él por completo. Ríndete completamente a Dios a medida que Él te atrae hacia Sí.
No tengas miedo de perderte de vista y de sólo verle a Él. Cuán feliz serías si te abalanzaras por completo en ese océano de Amor. Acepta, con un corazón humilde, toda la gracia que Dios derrame en ti. Esto te preparará, como dice Teresa de Ávila, para nuevos y frescos dones de Dios.
Carta XXXIX
LOS AMADOS
Nunca cuidarás mejor de los que quieres como cuando les sostienes ante Dios. Tú, por muy sabio que parezcas, tan sólo conseguirás ponerte por medio. Sólo lo que proviene de Dios puede solventar tus problemas. Tú, por ti mismo, no puedes convencer a nadie para que se vuelva a Dios. La vida está llena de tribulación y de momentos muy difíciles… sólo Dios sostiene nuestros corazones en Su mano. Él te fortalece al igual que fortalece a todos aquellos que confían en Él. Mantente de continuo en la presencia de Dios si quieres guiar a tu rebaño con seguridad. “Si Jehová no guardare la ciudad, en vano vela la guardia.” (Salmo 127:1).
Sólo oirás hablar a Dios a medida que te acalles ante Él. ¿Parece una pérdida de tiempo? Conseguirás más en lo que tenga que ver con tus obligaciones externas cuando te apoyes por completo en tu Señor en tu interior. Si quieres hacer la voluntad de tu Padre celestial, serás alimentado interiormente al descubrir a Dios Mismo en esa voluntad.
Carta XL
BUSCANDO DEFECTOS
Da la impresión de que necesitas una mayor ternura al tratar con los arrebatos de los demás. ¿Por qué eres tan impaciente con las personas que no remedian sus faltas instantáneamente? Todo el mundo tiene defectos. Sé que no puedes evitar verlos, ni puedes evitar formar opiniones de los motivos de los que te rodean. Si fueras perfecta, podrías tratar con las imperfecciones de los demás sin permitir que te preocuparan.
No te sorprendas ante los defectos de personas buenas. Dios deja debilidades en todos nosotros. En aquellos avanzados, la debilidad va en proporción a su otra vida madura. En el campo, el campesino a veces deja un montón de arena para medir la cantidad de tierra extraída. Dios deja montones parecidos dentro de aquellos a los que perfecciona.
Una persona con defectos visibles puede estar más avanzada espiritualmente que alguien que está libre de tales defectos. Las personas “perfectas”, por lo general ven defectos de perfección en otros. Buscar defectos, siquiera dentro de sí, no es más que entusiasmo emocional. La senda de Dios es totalmente diferente. A veces Él permite que personas queden profundamente imperfectas para evitar que estén demasiado satisfechas consigo mismas. Les sería mucho más fácil que sus fracasos se corrigieran que sentirse conquistados por sus debilidades.
Las personas deben aprender a sobrellevar su propia debilidad al igual que la debilidad de los demás. ¿Por qué estás tan enfadado por las faltas de tu prójimo cuando las tuyas aún están sin corregir? Tus motivos no son del todo puros al querer ver a las personas perfeccionadas para la gloria de Dios: los defectos de las personas te molestan porque eres una melindrosa y eres difícil de agradar.
Será más fácil que ayudes a otros corrigiendo tus propios defectos que los suyos. Recuerda —y debieras, por tu propia experiencia— que dejar a Dios corregir tus defectos no es cosa fácil. Sé paciente con las personas… espera que Dios obre con ellos como Él desee. Necesitas ser más blanda y compasiva con los defectos de los demás. Deja que todo cuanto te inquieta fluya como el agua bajo un puente. Vive en la presencia de Dios.
Carta XLI
RINDE TU VOLUNTAD
El amor no depende de cómo te sientas. Tu voluntad es lo que Dios desea de ti. Dirige tu casa de buena manera, cría a tus hijos adecuadamente, renuncia a los placeres vanos. Busca ser sencilla, tranquila, y humilde. Deja que tu vida este oculta con Cristo en Dios. Esto es lo que Dios busca.
Cuando Dios te pida algo, no se lo niegues. Aprende a esperar a Dios. No te muevas hasta que Él te dirija. Cada día traerá sus propios problemas. Según trates con ellos madurarás más y más en Dios. Deja que tu fe te fortalezca. Cuando te sientas totalmente débil descubrirás una fuerza que no es la tuya. Sabrás que la fuerza no es la tuya. Y si te desvías durante un breve instante, aprenderás la humildad cuando regreses. Tu Señor vive en el centro de tu espíritu. Vuelve a Él en ese lugar tanto como puedas. Ríndete a Dios y aprende a vivir por Él en vez de vivir de tu propia fuerza. Poco a poco, este aprendizaje de vivir mediante la fuerza de tu Señor, se va desperezando dentro de ti. Ya no te apegarás a las cosas que puedes ver sino que te apegarás a Dios, dentro de ti, y allí hallarás una profunda y verdadera comunicación.
Carta XLII
CUMPLIDOS
No permitas que los cumplidos que recibes de personas ilustres se te suban a la cabeza. Por otro lado, no dejes que una falsa humildad te impida aceptar el consuelo de Dios cuando Él lo envía a través de otros.
Dios quiere que tomes lo que viene y no andar detrás de lo que no viene. Acepta simplemente lo que se te da. Mira sólo a Dios. Aprende a vivir sin esas cosas que a Dios le parece bien quitarte. Hay algunas cosas de las que Dios desea despegarte. ¿Ves que Dios permite que las personas te respondan de muchas formas con el fin de moldearte?
Confía en Dios sin temor. Aprende a aceptar tu debilidad a medida que dejas que Dios te cambie. De nada sirve impacientarte o deprimirte con tus defectos. Toma el hábito durante el día de llevarte interiormente ante Dios tan a menudo como te sea posible. Esto te tranquilizará.
Carta XLIII
AMOR PROPIO
Eres demasiado consciente de ti misma. También dejas que tus sentimientos te guíen demasiado. En el momento en que la oración deja de darte un profundo consuelo te desanimas. ¿Quieres encontrar la paz? No te encapriches tanto de ti misma, y ocúpate más de agradar a Dios.
El amor propio te volverá una sentimental hacia ti misma y se preocupará en exceso de tus problemas. Te verás invirtiendo todo tu tiempo preocupada con tus tribulaciones. Pronto toda esta preocupación formará una nube por encima del sentimiento de la presencia de Dios en tu vida, y entonces te verás profundamente deprimida. Pablo dijo, “no me juzgo a mí mismo.” Toma el consejo y te irá bien. Dale a Dios un reino vacío para que trabaje dentro de ti, y luego no gastes todo tu tiempo siendo introspectiva.
Dios te mostrará lo que le desagrada y todo cuanto tendrás que hacer es simplemente dar la espalda a todo lo que sea indigno de tu Amado. ¡Deja de dedicarte tanto a ti misma!
Tu vieja naturaleza quiere ser perfecta. Te empujará por todos los medios para que seas una cristiana sobresaliente. Por favor, rehuye esta trampa. Tan sólo sigue al Señor. No necesitas verte como una mujer sabia, fuerte y virtuosa. Tan sólo sé una niña pequeña.
Carta XLIV
UN BUEN EJEMPLO
La enseñanza no es efectiva sin un ejemplo. Empieza siendo tú mismo un buen ejemplo, luego puedes hablar. Sé paciente. Con esto no quiero decir que seas indulgente con los pecados de las personas, sino que no te fastidie que alguien haga un lento progreso. Puedes desanimar a otros con facilidad cuando eres impaciente con ellos.
Cuanto más fuerces, tanto más necesitas aprender mansedumbre y bondad. Intenta entender las necesidades de las personas que cuidas y adáptate a sus necesidades. Muéstrales que tu corazón está abierto a ellos y déjales saber, por la experiencia, que hay seguridad para aquellos que te abran el corazón sin miedo. Nunca seas brusco. Sé amable y considerado. Decide despacio, pero sé firme. Corrígete antes de corregir a otros.
Carta XLV
LA VIDA DIARIA
Haz una cosa: sigue tu instinto más interno hacia lo que es bueno. Antes era normal para ti seguir el mal. Ahora sigue a lo que es bueno.
¿Qué estás arriesgando al servir a Dios? Desde tu conversión, tu vida en rasgos generales seguirá su curso igual que antes. Tendrás el mismo trabajo y las mismas tribulaciones diarias. Pero tendrás el consuelo añadido de amar a Aquel que es del todo digno de tu amor. Tu obra y sufrimiento por Él no le pasará desadvertido. Él te recompensará al ciento por uno, incluso en esta vida, por medio de la paz que llena tu corazón. No sólo eso, ¡sino que vivirás con Él eternamente!
No importa lo que tengas que soportar como cristiano, nunca has de perder esa profunda paz interior. ¿Puede el mundo darte tanto? Sabes tan bien como yo que incluso las personas que lo tienen todo aún no están satisfechas. ¿De qué tienes miedo? Todo cuanto posees te abandonará de forma paulatina. Tus posesiones no pueden llenar tu espíritu. ¿No estás cansado del vacío de tus posesiones? ¿No te dicen en secreto que no son suficientes? En resumen, ¡sabes que tus posesiones no tienen valor alguno siquiera cuando te deslumbren!
Aprende a esperar a Dios. No te muevas hasta que Él te dirija. Cada día traerá sus propios problemas. Según trates con ellos madurarás más y más en Dios. Deja que tu fe te fortalezca.
¿Qué temes? ¿Encontrar a un Dios demasiado bueno para amar?
¿Crees que te llegará a enamorar tanto que ya no querrás las posesiones terrenales y las cosas de este mundo? ¿Tienes miedo de volverte tan humilde, tan puro, y tan agradecido a tu Padre celestial?
¡No temas a otra cosa más que a este temor infundado! Es la sabiduría del mundo la que duda entre tú y Dios, entre lo correcto y lo incorrecto, entre lo agradecido y lo ingrato, entre la vida y la muerte!
¿De verdad crees que Dios no te puede satisfacer por completo? Desconfía de ti mismo y de las opiniones de todos los demás. Fuiste hecho para amar a Dios y ser amado por Él. Nunca desconfíes de Él. Él es el Único bueno. En Su misericordia Él te llena de insatisfacción con todo para que te vuelvas sólo a Él.
Carta XLVI
CONDICIONES
No me sorprendo de que estés disgustado con todo lo que desagrada a Dios en tu vida. Este sentimiento es lo que sale de forma natural de tu corazón transformado. Te gustaría tener una vida más tranquila que te permitiera atender a tus nuevos intereses al tiempo que evitas lo pasado. Esta no es la voluntad de Dios. Él quiere permitir que lo que solía interesarte se haga tedioso, así pues deja que esto ocurra como una especie de pago por tus ofensas pasadas. Dios te sacará de tu situación pasada cuando a Él le parezca adecuado. Lo hará a Su propio tiempo.
Mientras, ven ante Dios con regularidad. ¡Recuerda que transportas el don de Dios en una vasija de barro! Fortalece tu vida interior mediante la lectura, la oración, y desconfiando de tu vieja manera de vivir.
Aunque has vivido apartado de Él, no necesitas tener miedo de venir a Él como un niño. Dile lo débil y miserable que eres, dile lo que necesitas y lo que te preocupa. Puedes incluso decirle que a veces no te hace mucha gracia servirle. No podrías hablarle con demasiada franqueza o confianza. A Él le gustan las personas sencillas y habla con ellas a menudo. Echa a un lado todas tus ideas de grandeza y tan sólo sé honesto con Él. Escucha lo que te dice con un corazón abierto. Haz oídos sordos al mundo y a tus pasiones desbocadas.
Encontrarás cierta ayuda en los libros que has leído. Lo que has leído es cierto y te ayudará a establecer un buen cimiento para tu fe. Tan sólo no pongas demasiada confianza en los libros, y aprende a ponerlos a un lado cuando Dios guíe así. Tu mente es algo bueno, pero aprende a desconfiar de ella y harás un mejor uso de ella. Hazte como un niño. Haz siquiera la cosa más simple con un corazón dirigido hacia Dios.
Aprende a ser un buen amigo. Estáte dispuesto a ayudar. Intenta mantener a toda costa un equilibrio en todas las cosas que hagas. Hay cierto equilibrio natural que debiera marcar tu vida como cristiano. Rudeza, preocupación, y severidad no deberían ser tu sello. Más bien, aprende a vivir por amor. Tu Señor dentro de ti dirigirá tus acciones con facilidad y sencillez. También te alertará del peligro en ciernes.
Naturalmente que sufrirás problemas, enfermedad, y desánimo como les pasa a los demás, pero tu actitud y los argumentos que uses para soportar estas dificultades, serán muy diferentes de los que no conocen a Dios. Puedes ver a Dios en todas las cosas, pero nunca tan claramente como cuando sufres.
Vive como has sido y tan sólo haz cambios para evitar el error. Apégate a lo que es correcto para que nadie te arrastre de nuevo al pecado. Lo pasarás mejor cuando las personas sepan que no puedes ser conmovido de tu compromiso hacia Dios. Si te abres al mal camino, es probable que andes por él.
No confíes en tu propia fuerza, sino confía en tu Señor quien te amó desde la eternidad, antes de que le amaras.
Carta XLVII
CONSISTENCIA
Me he dado cuenta de que siempre quieres dejar algo para ir corriendo a otra cosa. Sin embargo, cada tarea te lleva mucho tiempo porque lo diseccionas todo demasiado. No es que seas torpe… sólo es que te enredas mucho. Quieres atender a todo lo que tenga la más mínima conexión con el tema tratado. Esto siempre lleva demasiado tiempo y te hace que te precipites de una cosa a otra.
Intenta ser breve. Aprende a ir al meollo de la cuestión y desechar el resto. ¡No te pases todo el tiempo mirando a las musarañas! Lo que en realidad necesitas es sentarte tranquilamente ante Dios y pronto tu activa mente dialéctica se calmará. Dios puede enseñarte a mirar cada problema con una visión clara y sencilla. ¡Podrías decir lo que quieres decir con dos palabras! Y a medida que pienses y hables menos estarás menos soliviantada y distraída. De otro modo te desgastarás, y las cosas externas abrumarán tu vida interior y tu salud.
¡Corta por lo sano toda esta actividad! Acállate interiormente. Regresa con frecuencia a tu Señor. Te irá mejor de esta manera. Es más importante escuchar a Dios que a tus propios pensamientos.
No basta con que te gusten los buenos libros. Tú misma debes ser un buen libro. Las personas que mejor conocían a Dios tenían más problemas que tú, pero ellos conservaban su paz y cultivaban la sencillez, la pureza, y la oración interior.
Creo que tu atareada vida te exprime día a día. No dejes que tu trabajo te lleve consigo y consuma tu vida. Tómate tiempo para renovarte ante Dios. Sé breve y actúa con tranquilidad en tus labores.
Carta XLVIII
TIEMPO APARTE
Si renuncias a todas esas cosas que provocan tu curiosidad y ponen tu mente a mil por hora, te sobrará tiempo para estar con Dios y para atender tus asuntos. Vivir tu vida en oración te dará una mente despejada y una tranquilidad a pesar de lo que ocurra. Tu propia naturaleza es hiperactiva, impulsiva, y siempre está tratando de alcanzar algo que se encuentra fuera de tu alcance.
Pero Dios, obrando dentro de tu espíritu, produce un corazón manso y fiel que el mundo no puede tocar. Deseo de verdad que apartes el tiempo suficiente para estar con Dios y poder así refrescar tu espíritu. Seguro que todas tus ocupaciones te exprimen. Jesús tomó a Sus discípulos aparte para estar a solas, e interrumpía sus asuntos más urgentes. A veces incluso dejaba a las personas que habían venido de lejos para verle con el fin de allegarse a Su Padre. Te sugiero lo mismo. No basta con ser generosa… también debes aprender a recibir de Dios.
Carta XLIX
DIVAGANDO
Algunas veces introducirás en tu vida de oración una mente llena de divagaciones y pensamientos egoístas. Te verás desgarrada entre la opción de agradar a Dios y el deseo de agradarte a ti misma. ¿Ves cómo la oración puede volverse algo tan difícil y carente de vida?
Lo que podría fortalecerte se hace débil porque hay tantísima lucha por dentro que tu espíritu queda sin alimentarse. ¿Cómo puedes arreglarlo? Disminuye tus distracciones e invierte una mayor parte de tu tiempo libre sentada ante Dios.
No quiero apartarte de tus deberes de cara al público. No creo que inviertas el tiempo suficiente visitando a aquellos que debieras. Pero de verdad que deberías volver a tantear lo que haces con tus horas libres. No mimes tanto tu curiosidad, y mantén los detalles de tus obligaciones a un mínimo. Te cansas más de estudiar asuntos desagradables que de visitar a aquellos que crees que se entrometen en tus horas libres. Olvídate de tu necesidad de siempre estar distraída y de tu necesidad de estar siempre ocupada, y encontrarás que todo cuanto se exige de ti puede hacerse en calma ante Dios.
Carta L
EL FUTURO
No estés tan preocupada con el futuro. El futuro le pertenece a Dios. Él está a cargo de todas las cosas y cuidará por completo de ti. Si tratas de adivinar lo que va a pasar sólo conseguirás preocuparte y anticipar problemas. Vive cada día como viene. Cada día trae su propio bien y mal, pero lo que parece malvado se hace bueno si lo dejas en las manos de Dios. No retrases Su propósito por ser impaciente.
Dios tiene un tiempo para todo. Nunca te anticipes a Él. Una de las cosas más importantes que debes hacer es vivir en el momento actual. No se trata de cuán rápido marches, sino de lo bien que marchas. Dios sabe exactamente cuanto tiempo te supondrá ir de un sitio a otro. No tienes por qué estar siempre ajetreada. Tan sólo sigue la guía de Dios. Todo cuanto necesitas hacer es preparar tu corazón para entregarlo completamente a Dios, sin reservas. Él hará contigo lo que a Él le agrade. Cierra tus ojos y síguele. Camina, como Abraham, sin saber a dónde vas. Dios Mismo será tu guía. Te guiará a través del desierto hacia la Tierra Prometida. ¡Serás tan feliz si le dejas a Dios tomar completo control de tu vida!
Carta LI
TIEMPO
El hecho de cómo inviertes tu tiempo varía con las diferentes etapas de tu vida, pero hay un principio que se aplica a cada instante de tiempo: no lo malgastes. Cada época tiene varias tareas que Dios te ha asignado y darás cuentas de cómo has invertido tu tiempo. Dios nunca quiere que mires a ninguna etapa de tu vida como si fuera inútil. No quiere que pases tu tiempo fuera de Él.
Lo importante es saber cómo quiere Dios que uses tu tiempo. No aprenderás esto mediante el duro esfuerzo, o estudio, o una aguda inteligencia, sino buscando a Dios con un corazón puro y recto. También has de poner a un lado las artimañas de tu amor propio en el momento en que te percates de ellas. Pues no sólo pierdes el tiempo por no hacer nada o incluso por hacer algo que sabes que está mal; también pierdes el tiempo al hacer algo aparentemente “bueno” que Dios no te ha pedido que hagas.
Debes depender de continuo del Espíritu de Dios para hallar su orientación. Si tienes una duda en cuanto a lo que Él quiere, pregúntale otra vez. Cuando el sendero se perfile mejor, muévete hacia delante con Su fuerza. Trae tu corazón de nuevo a Él siempre que sientas que te vas alejando de Dios a la deriva.
Serás en verdad bendecido si te abandonas en las manos de tu Salvador, dispuesto a hacer lo que Él requiera de ti. Cuando llegue cada responsabilidad, dale la bienvenida. Dios te prepara para ellas. Lo único que tienes que hacer es someter tu temperamento, tus opiniones, tus preocupaciones —tu forma natural de reaccionar ante las cosas— completamente a Él. No te dejes acosar por los asuntos externos.
Busca glorificar a Dios en todo lo que hagas. No te dejes implicar tan personalmente en tus obligaciones de modo que toda tu vida gire en torno a ellas. No permitas que tu trabajo te excite o te deprima demasiado.
El tiempo que inviertes socialmente con otros puede ser peligroso para ti. Debes aprender a permanecer en la presencia de Dios mientras estés con otras personas. A menudo hay un veneno secreto oculto en tu conversación. Usa tu tiempo con otros para influirles hacia Dios.
Recuerda: tus palabras pueden hacer mucho bien o mucho mal.
El tiempo libre es muy agradable. A duras penas podrías encontrar mejor uso que en renovar tus fuerzas mediante la comunión interior con Dios. Aprenderás el secreto de pasar tiempo íntimo con tu Señor. Aquellos que conocen bien al Señor no se pueden resistir a volver a Él en cuanto tienen la oportunidad.
Carta LII
ENTRETENIMIENTOS
Si mantienes tu corazón puesto en Dios, los entretenimientos inocentes son inocuos. Ser rudo, legalista, e inflexible, reforzará la falsa idea de que servir a Dios equivale a vivir una vida aburrida y triste.
Deja que la paz y el gozo de tu vida en Dios fluyan hacia afuera para que todos vean. Aún las cosas más simples, hechas en la presencia de Dios, le sirven a Él. Dios dispone que aún las cosas más sencillas se hagan en Su orden y para Su gloria. ¡No lo olvides!
¡Recuerda que transportas el don de Dios en una vasija de barro! Fortalece tu vida interior mediante la lectura, la oración, y desconfiando de tu vieja manera de vivir.
La mayoría de las personas, al tratar de agradar a Dios, esperan que Dios quiera que hagan cosas difíciles o fuera de lo común. Dios quiere que mueras a ti mismo, y vivas para Él en los acontecimientos diarios de la vida. Los cambios que tendrán que hacerse en ti serán mucho más internos que externos si antes de convertirte vivías una vida moral y decente.
Dios no quiere que finjas buena cara… Él quiere que le dejes moldear tu voluntad. No le niegues nada. No quieras nada más que Su voluntad. Búscale durante tus horas de vacío, y Él te llenará con Su gracia. Incluso los pasatiempos más estúpidos pueden ser ofrendas a Dios cuando, por obligaciones familiares, has de comprometerte en ellos. Cuán libre habrás de ser cuando haces todas las cosas simplemente por la gloria de Dios. Deja que Dios te guíe de la mano sin cuestionarle. No hay nada más sencillo o más fiel que aprender a aceptar la voluntad de Dios poniendo a un lado tus preferencias personales… tus gustos, aversiones e impulsos. Si vives de esta manera andarás despreocupada, pero disciplinada.
Cuando tus pasatiempos empiecen a distraerte de Dios, vuelve a Él. Cuando estés deprimida o cansada, trae tu atribulado espíritu ante tu Padre quien extiende sus brazos hacia ti. Búscale cuando tus emociones suban y bajen, y Él te traerá a un equilibrio y jamás te dejará sin socorro. Búscale con un mover silencioso de tu corazón y hallarás nuevas fuerzas. Incluso aunque te sientas descorazonada, Dios aún te dará la fuerza para hacer lo que Él espera de ti. Su fuerza es tu pan diario… Su fuerza es tu propia vida. Dios no olvida a Sus niños. Él espera encontrar un corazón abierto para que pueda derramar los torrentes de Su gracia.
¿Has visto alguna vez a un pequeñuelo moverse felizmente de un lado para otro? Aprende a ser así. Conténtate con estar sujeto o con estar libre. Cuando no puedas decir nada que merezca la pena, alégrate de no decir nada. Sé que siempre quieres estar ocupada con asuntos serios. Pero Dios no te ha escogido esto para ti, y Sus gustos son mejores que los tuyos. Es bueno no querer decir cosas tontas o frívolas, pero Dios quiere llevarse la autosatisfacción que sientes al tratar siempre de cosas “importantes”. Así que te va a desilusionar al dejar que te veas envuelta en situaciones menos serias.
Preguntas cómo conservarte pura en medio de un estilo de vida que es tan público, y para ser francos, tan superficial. Primero, lee y ora. No me estoy repitiendo ni soy superficial al sugerir esto. Y no quiero decir que se lea para adquirir más datos. ¡Nada podría ser más vano! No, lee alguna palabra o hazaña de Jesús y sopésale en profundo silencio. Tan sólo estáte al tanto de la verdad, y a medida que tu mente empiece a divagar, vuelve a traerte al momento actual sin enfadarte contigo misma. No sabes lo lejos que llegarás así.
En segundo lugar, cuando estés libre, tomate días enteros para únicamente estar a solas con Dios. A los pies de Jesús es donde todas las heridas del corazón sanan y se limpia todo el barro del mundo.
En tercer lugar, métete en tus fiestas sólo cuando te lo pidan. Sé amigable, pero no busques la invitación. Aquellos que te observan, al menos los que sean razonables, estarán contentos de que seas lo bastante sociable como para unirte a ellos, pero lo suficientemente cuidadosa como para que no te vean siempre de fiesta. Y doy por sentado que cuando apareces por uno de estos festejos, lo haces con buena actitud. El mundo critica a las personas que condenan sus caminos y al mismo tiempo viven por sus reglas. ¡Así es como debe ser!
Carta LIII
CAMINA EN SU PRESENCIA
El meollo de tu vida como cristiana se contiene en las palabras de Dios para Abraham, “camina en Mi presencia, y serás perfecto.” La presencia de Dios calma tu espíritu, te da un sueño reposado, y aquieta tu mente. Pero debes entregarte a Él por completo.
No lleva mucho tiempo amar a Dios, renovarte en Su presencia, y adorarle en las intimidades de tu corazón. El reino de Dios está dentro de ti y nada puede perturbarlo.
Cuando las distracciones externas y una imaginación caprichosa te impidan tener una vida interior pacífica, debes entonces traerte, por un acto de la voluntad, ante la presencia de Dios. No es que puedas forzar tu entrada a la presencia de Dios, pero incluso venir a la presencia de Dios ya es de por sí una poderosa ayuda para tu espíritu. Cultiva un propósito puro y recto para con Dios.
De cuando en cuando debes avivar tus más íntimos deseos de total dedicación a Dios. Debe haber ocasiones cuando sólo pienses en Él, con un amor pleno y alerta. En esas ocasiones consagra hasta el último de tus sentimientos ante Él. No te inmiscuyas en cosas que sabes que te distraen de Dios tanto en lo externo como en lo interno. En el momento en que te distraes de Dios es difícil volver a Él.
Siempre que notes que deseas algo con demasiado anhelo, detente de inmediato. Dios no habita en medio del caos y el desorden. No te veas inmiscuida en lo que se dice y hace a tu alrededor. Acabarás profundamente aturdida si lo haces. Averigua lo que Dios espera de ti en una situación en concreto y aférrate estrictamente a eso. Esto te ayudará a mantener tu espíritu interior tan libre y pacífico como sea posible. Déshazte de cuanto te impida acercarte con facilidad a Dios.
Una forma excelente de mantener un espíritu manso es dejar de actuar por completo en cuanto hayas acabado tu quehacer. ¡No sigas pensando en lo que has hecho o no has hecho! Y no te culpes por haber olvidado algo, o por haber hecho algo que lamentas. Serás mucho más feliz si mantienes tu mente sólo en las tareas que haces sobre la marcha. Piensa en algo sólo cuando sea momento de pensar en ello. Dios te dirá cuando llega el momento de tratar con algo. Agotarás tu mente al intentar imaginarte la voluntad de Dios antes de que llegue el momento oportuno.
Toma la costumbre de volver tu atención a Dios con regularidad. Entonces serás capaz de aquietar toda tu conmoción interna en el momento en que empiece a revolverse. Apártate de todo placer que no provenga de Dios. Busca a Dios por dentro, y sin duda le hallarás en paz y gozo. Ocúpate de Dios más que de cualquier otra cosa. Haz todo sabiendo que estás actuando ante Dios por su causa. Ante la vista de la majestad de Dios, tu espíritu debería llenarse de tranquilidad y bienestar. Una palabra del Señor amansó el furioso mar y un vistazo de Él hacia ti, y de ti hacia Él, hará lo mismo en ti.
Eleva tu corazón a Dios. Él te purificará, te iluminará, y te dirigirá. David dijo, “Siempre he puesto al Señor delante de mí.” Repite Sus maravillosas palabras, “a quién tengo en los cielos sino a ti, nada en la tierra es comparable a ti.”
No esperes a cuando puedas cerrar la puerta sin que te interrumpan. En el instante en que anheles la oración interior, ya es suficiente para traerte a la presencia de Dios. Vuélvete a Dios con sencillez, llena de confianza, y con franqueza. Incluso en esos momentos en que más te interrumpen, puedes volverte a tu Padre. En vez de estar molesta por una conversación improductiva, puedes hallar alivio al buscar un tiempo de comunión interior con Dios. Así puedes ver que todas las cosas ayudan a bien para aquellos que aman a Dios.
Lee lo que sea apropiado a las necesidades que tienes ahora. Deténte, según vayas leyendo, para escuchar la voz de Dios dirigiéndote. Dos o tres sencillas palabras llenas del espíritu de Dios son como alimento para el espíritu. Las palabras se olvidan, pero siguen haciendo su trabajo en lo secreto, y el espíritu se alimenta de ellas y crece fuerte.
Carta LIV
DESCANSA EN DIOS
La virtud empieza a crecer en un corazón que desea la voluntad de Dios. No es cuestión de saber mucho, o tener mucho talento, o siquiera hacer grandes hazañas… todo cuanto realmente necesitas es un anhelo de pertenecer por completo a Dios. Mas, ¿cómo llega tu voluntad a este lugar? Conformándote, poco a poco, a lo que Dios desea. Debes aprender a afinar tu débil voluntad con la todopoderosa voluntad de Dios. Aquí hallarás una paz y un gozo interminable e inagotable.
¡Adora, alaba, y bendice a Dios por todo! Contémplale en todas las cosas. Ya que le amas, no hay nada que sea verdaderamente maligno en tu vida, pues Dios utiliza incluso los más terribles sufrimientos para obrar a tu favor. ¿Podrían tenerse por malignos los problemas que Dios usa para purificar tu vida? Piensa en lo que estos problemas llevan a cabo en tu vida.
Descansa de todas tus cuitas en el seno de tu Padre. Estáte contento con seguir Su voluntad en todas las cosas y aunar tu voluntad en perfecta armonía con Él. No le resistas a medida que obre dentro de ti. Si sientes que se levanta resistencia dentro de ti, vuélvete a Él y toma su punto de vista en contra de tu propia naturaleza rebelde. Él sabrá qué hacer. Aprende a no entristecer al Espíritu Santo dentro de ti, pues Él cuida de tu vida interior. Aprende de los errores que has hecho en el pasado sin desanimarte.
¿De qué mejor modo puedes glorificar a Dios que renunciando a tus propios deseos y permiténdole hacer lo que a Él le agrada? En verdad Él es tu Dios cuando no veas otra cosa que la mano de Dios gobernando todas las cosas de tu vida, y cuando le adores sin presiones externas e incluso sin consuelo interior.
Querer servir a Dios en ciertas circunstancias, pero no en otras, es servirle a tu propio antojo. Pero no poner límites en tu sumisión a Dios es en verdad morir a ti mismo. ¡Así es cómo se debe adorar a Dios!
Ábrete a Dios sin límites. Deja que Su vida fluya a través de ti como un torrente. No temas nada en la senda que caminas. Dios te llevará de la mano. Deja que tu amor por Él deseche el temor que sientes por ti mismo.
Carta LV
LA ORACIÓN GENUINA
La oración genuina no es otra cosa más que amar a Dios. La oración no se hace por medio de muchas palabras, pues Dios conoce tus más íntimos sentimientos antes de que los expreses. La oración verdadera proviene del espíritu. Tú sólo oras por aquello que deseas. Si no eres capaz de desear desde las intimidades de tu corazón, tu oración es engañosa. Podrías pasarte días enteros “orando”, pero si no oras desde tus más íntimos y profundos deseos, no estás orando.
Oras sin cesar cuando hay un amor auténtico en tu corazón, y cuando hay un deseo que ha nacido de Dios en ese lugar. El amor, oculto en los recesos de tu espíritu, ora sin cesar incluso cuando tu mente necesita atender alguna otra cosa. El amor pide a Dios que te dé lo que necesitas y que ponga tu sinceridad por delante de tu debilidad humana.
El amor de Dios dentro de ti se lleva incluso los más nimios defectos y te purifica como un fuego abrasador. El Espíritu dentro de ti pide todas las cosas según la voluntad de Dios. Incluso cuando estás ocupado con las cosas externas todavía hay un continuo fuego quemando en tu interior. Este fuego, que no puede ser apagado, anima una secreta oración que es como una lámpara que siempre arde ante el trono de Dios. “Duermo mas mi corazón vela.”
Hay dos cosas que te ayudarán a guardar este espíritu de oración: un tiempo fijo apartado para estar con Dios, y volver a Dios tanto como puedas durante el día. ¡Manténte alejado de personas que te distraen demasiado o que promueven tus pasiones!
El primer fruto de un amor sincero por Dios es el deseo sincero de hacer todo cuanto puedas para agradar a tu Amado. Hacer menos es amarte a ti mismo antes que a Dios. ¡Dios no quiera! Cueste lo que cueste, has de estar dispuesto a hacer todo lo que Él pida sin reservas. Haz lo que tengas que hacer antes de salir a divertirte. Las personas que descuidan sus deberes para “pasar más tiempo con Dios” se engañan a sí mismas. No te acercarás más a Dios por ser irresponsable y llamarlo “espiritual.” La verdadera unión con Dios es hacer todo cuanto se espera de ti de parte de Dios, da igual cómo te sientas.
Asegúrate de que guardas cierto tiempo para Dios. Lo normal es que aquellos que ocupan cargos de importancia estén muy ocupados, y tendrán la tentación de dejar el tiempo de comunión con Dios para lo último. ¿Lo adivinas? Nunca tendrás tiempo para Dios. Sé firme contigo mismo. No dejes que la confusión del día ateste tu tiempo apartado para Dios. Puede que esto parezca demasiado estricto, pero pronto te vendrás abajo si no escuchas lo que tengo que decirte sobre esta cuestión.
Carta LVI
PENSAMIENTOS QUE DIVAGAN
¿Cómo tratas con los pensamientos que divagan y la falta de entusiasmo durante la oración? Aparta un tiempo en concreto para estar a solas con Dios. Estáte contento con rendirte sin reservas a Dios. No andes buscando por fuera la cruz, sino que cuando venga la cruz (y lo hará), no dejes que la obra de Dios pase sin dejar que las tribulaciones te sean de provecho.
Acepta, a pesar de todos tus recelos, cuanto Dios te traiga para ejercitar tu fe. No te preocupes de si tendrás la fuerza para hacer lo que es correcto. La gracia sólo llega en el momento que la necesitas. Tan solo estáte dispuesto a recibir tus pruebas con un corazón alegre. Cuando veas que tus pensamientos divagan, oblígate a volver al momento presente, pero no luches con tus pensamientos. Tan sólo permanece en el ahora y pronto percibirás al Señor caminando de nuevo a tu lado. Cuanto más te vuelvas a Él en el momento en que te sientas divagando, más pronto tendrás la bendición de conocer la presencia interior de Cristo de una forma más constante y afín.
Cuando estés entregado a Dios por completo, todo cuanto hagas es de provecho, aunque no hagas mucho. Ofrécele a Dios tu futuro, y no trates de imaginarte lo que te ocurrirá. Muestras tu falta de fe cuando quieres saber el futuro que Dios ha escogido ocultar de todos nosotros.
Deja el futuro a Dios. La mejor preparación es morir a tu propia voluntad y entregarte por entero a Dios. Tu espíritu crecerá a medida que menos te veas aplastado por tu propia naturaleza. Te acostumbras a una vida llena de luchas y de incesante faena y crees que esto es normal. Te sorprenderás al ver cuán simple y directa es tu vida en Dios.
Basta con mirar a Dios con confianza, sin tratar de explicar el pasado o razonar el futuro. Si algo te distrae de Él, entonces vuélvete a Él tan pronto como te sea posible. Puedes hacer gran progreso si tan sólo te dedicas a volverte hacia Dios. Esto es mucho mejor que sacarlo todo de quicio por tus defectos y fracasos.
En cuanto a la depresión que crece a raíz de una personalidad melancólica, hay cosas naturales que te ayudarán… una buena dieta y ejercicio. Puede que tengas luchas habituales con la depresión, como si fuera un dolor de cabeza, pero pasará. Tu imaginación se hunde en una profunda desesperanza, pero la voluntad, que vive por fe y no por emoción, puede sacarte fuera. La cuestión no es lo que sientes, sino lo que desea tu voluntad.
Si hay algo que sea capaz de agrandar tu espíritu y liberarte, es una entrega completa a Dios. Nada mantendrá tu mente en calma, contenta, y gozosa como el vivir como un niño en los brazos de Dios.
Cristo quiere que sigas la voluntad de Dios y que la vivas en el momento actual. Dios no se ha propuesto que Su voluntad te torture o te estremezca de tal modo que siempre te estés fijando en qué tal lo haces.
Cuando el ajetreo te evite buscar a Dios, mira entonces cómo Él obra en ti aún entonces. Mírale en todas las cosas. Siempre canta dentro de ti las canciones de Sión… pues el Sión celestial es tu verdadero hogar. Habla sencillo, animoso, y con confianza, con la pura libertad que Dios da a Sus hijos.
El meollo de tu vida como cristiana se contiene en las palabras de Dios para Abraham, “camina en Mi presencia, y serás perfecto.”
Nunca busques el peligro. Espera la serena certeza de que Dios será tu socorro y protección. Incluso las tareas que Dios te ha pedido que hagas, deberían estar rodeadas de continuo de oración y rendición interior. Nunca dejes tu lugar de descanso interior hasta que Dios Mismo te llame fuera. Entonces saldrá contigo, y aunque parezca que has dejado a Dios, Él te llevará en Su seno.
Si Dios quiere usarte para hacer Su obra con las personas, entonces ríndete a Él. No pienses en ti mismo. Devuélvele a Dios todo cuanto Él te ha dado. Por muy peligroso que sea el llamado, tan sólo camina en sencillez con Dios y no busques en ti las fuerzas. Tu Padre es bueno.
Si Dios no escoge usarte de una forma reconocible, no te obligues a servir a otros. Haz en paz lo que se te pone por delante. No desees ni rechaces nada. Tanto si las personas te buscan o te rechazan, tanto si te aplauden o se oponen, ¿qué importa? Es Dios lo que buscas, no los dones de Dios ni tú mismo.
Jesús dice, aprended de mí que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso. Manténte dócil y humillado, y sabrás de la paz y del descanso de Dios.
Carta LVII
MAL HECHO
Cuando te des cuenta de que estás a punto de hacer algo mal, debes intentar evitarlo. Pero si fallas y haces igualmente lo que está mal, entonces debes llevar con valor la humillación que sientas. Cuando experimentes primero el mal antes de hacerlo, tienes que tener cuidado de no resistir al Espíritu de Dios, que te está advirtiendo del peligro. Si le ignoras, su voz se hará más y más delicada. Si sigues por esa senda incorrecta, no tardará mucho en que no le oigas hablar nada en absoluto. Tu debilidad humana no es nada en comparación con volverse deliberadamente sordo a la voz del Espíritu Santo que habla en lo profundo de ti.
Los defectos que no ves hasta que no caes, no sanarán por enfadarse con ellos. Más bien es lo contrario. Tu impaciencia con ellos es tan sólo tu orgullo herido por presenciar su caída. Lo único que puedes hacer es llevar la humillación que tus pecados te traen. Siente tus faltas, arrepiéntete de ellas, no las excuses, pero no te amargues o te desanimes ante tus imperfecciones.
Es normal que lo que tú quieres dar a Dios no sea lo que Él te está pidiendo. Lo que Él quiere de ti es lo que más amas. Él quiere el “Isaac” de tu corazón… el único hijo, el amado. Quiere que rindas a Él todo a lo que más te aferras. Hasta que no hagas esto no tendrás descanso. “¿Quién ha resistido al Todopoderoso y ha estado en paz?” ¿Quieres que Dios te bendiga? Entrégaselo todo y Él estará contigo. Qué consuelo, qué libertad, qué fuerza, que madurez cuando el amor propio ya no se entrometa entre tú y Dios.
Nunca te desanimes contigo mismo. No es cuando te das cuenta de tus faltas cuando estás siendo más malvado. En realidad nunca ves tus pecados hasta que empiezan a ser sanados. No te adules, ni tampoco te impacientes contigo mismo. El desánimo no es humildad. De hecho, el desánimo es el desespero de tu orgullo herido. Tus faltas te pueden ser de utilidad si te sanas de la vana confianza que tienes en ti mismo. Dios sólo te deja sentir tu debilidad para que puedas buscar tu fuerza en Él. Nunca actúes contra la luz que está en tu interior. Sigue a Dios.
Carta LVIII
PEQUEÑOS DETALLES
Los grandes actos de virtud son raros porque a duras penas se nos exigen. Cuando te llegue la oportunidad de hacer algo grande, ya tienes su propia recompensa: la emoción, el respeto ganado por otros, y el orgullo que acompañará a tu habilidad de hacer esas “grandes” cosas.
Los pequeños detalles que se hacen bien continuamente, sin que se noten, son algo mucho más importante. Estos pequeños detalles atacan a tu orgullo, a tu pereza, a tu estar centrado en ti mismo, a tu quisquillosa naturaleza. Es mucho más atrayente hacer grandes sacrificios por Dios, por muy duros que sean, para que así puedas hacer lo que te dé la gana con las pequeñas decisiones de la vida. La fidelidad en los detalles pequeños prueba mucho mejor tu verdadero amor por Dios. Lo que importa es el camino lento y espeso en vez de los arrebatos emocionales pasajeros.
Algunas veces te aferras a boberías en vez de a las cosas importantes. Sería mucho más doloroso renunciar a alguno de tus pasatiempos que dar una gran suma de dinero por razones caritativas. Te ves arrastrado con mucha facilidad por insignificancias por el simple hecho de que parezcan inocentes. No obstante, cuando Dios se lleve estas pequeñeces, pronto descubrirás, por el dolor de su ausencia, cuán apegado estabas a ellas.
Además,si te niegas a entregar las menudencias, ofenderás constantemente a tu familia, a las personas con las que trabajas, ¡y a todo el mundo! Nadie creerá que amas a Dios cuando tu comportamiento se hace añicos ante los detalles pequeños que son los que realmente importan. Si no haces pequeños sacrificios, ¿cómo creeremos que harás los grandes?
Puede que al principio necesites valor para atender a los pequeños detalles. Puede que no sea fácil. Acepta la dificultad como la disciplina de Dios que habrá de procurarte la paz. Las cosas se harán más fáciles.
Carta LIX
DEPENDE DE DIOS
Sé que hablo mucho de estar completamente separado de uno mismo y de amar de una forma totalmente desprendida. Como esto es algo muy difícil de llevar a cabo, no quiero que te sientas culpable cuando te quedes lejos de alcanzarlo. Tus fracasos no hacen de ti algo desagradable a los ojos de Dios. Él ve tus más profundos sentimientos. Es un largo proceso el que lleva a estar completamente muerto a tu egoísmo. Habrá mucho que buscar de lo propio en gran parte de lo que hagas. Puedes decir si tu viejo yo está envuelto en una situación, cuando algo se te cruce en el camino y te enfadas o disgustas.
Te apegas a ti mismo sin darte cuenta, ¡pero mira el jaleo que armas cuando se te quita algo! No te aferras deliberadamente a tus malas intenciones, pero no las miras lo suficientemente de cerca por miedo a lo que puedes encontrarte! Dios revela miles de cosas a tu corazón que tú hubieras jurado que nunca estaban allí, pero Él te ayudará a tratar con ellas.
¿Crees que te gustaría destapar todas tus debilidades de una vez? Dios te libra tiernamente de este horrible descubrimiento. No envía mucha luz de golpe y seguido. ¿Ves lo admirable y bueno que es Dios de no pedirte que cambies algo para lo que todavía no te ha proporcionado los recursos para cambiarlo?
Las personas que más contemplan sus defectos aún están en la oscuridad de no saber cómo renunciar a ciertas debilidades. Dios reserva esta sabiduría para un estado algo más avanzado.
Sé fiel con lo que Dios te ha dado… no con lo que no te ha dado. Dios te mostrará, a Su tiempo, todo cuanto necesitas saber. Mientras tanto, Dios oculta tus propias imperfecciones detrás de un velo para que no te quedes sobrecogido. Quieres ser perfecto sin paciencia, pero es mucho mejor esperar humildemente bajo la mano de Dios. Carga contigo mismo sin condena ni halago. El proceso llevará a cabo una muerte más profunda para tu vieja naturaleza que la perfección instantánea.
Dios quiere fomentar tu dependencia de Él. Te da luz como una madre sabia le daría a su hijo cosas que hacer. No se da más luz hasta que ese trabajo en particular está terminado. ¿Has acabado cuanto Dios ha puesto ante ti? Inmediatamente te dará una nueva obra, pues Él nunca te deja ocioso. Pero si no has hecho lo que Él ha pedido, no te mostrará más.
Deja que Dios trabaje en ti, y estáte contento con la luz que Él te da.
Cada nuevo don de Dios se edifica sobre el que le antecede.
Carta LX
SENTIMIENTOS DE ORGULLO
En cuanto veas sentimientos de orgullo en ti misma, o sientas que sabes más que nadie, o no te preocupas más que de ti misma, es entonces cuando debes permitir que todas estas actitudes caigan como piedras en el agua.
Busca a Dios y deténlo todo hasta que estés de nuevo tranquila y rendida ante Dios. Si tus ajetreos o tu acalorada imaginación impide que estés calmada ante Dios, entonces aún debes traerte ante Dios y desear estar en quietud. El deseo de estar en quietud y calma ante Dios es en sí mismo una oración que te desprende de tu propia voluntad y te mantiene flexible en las manos de Dios.
No te des la enhorabuena cuando des unos cuantos pasitos ante Dios. Cuando uno se convierte, cree que lo sabe todo acerca de Dios. Renuncias a tus vicios capitales y te preparas para que te canonicen como una santa. No te estás juzgando por el estándar del evangelio, sino por cómo vivías tu vida pasada.
A la larga esta actitud te meterá en más problemas que cometer un pecado patente. Un pecado patente atribulará tu conciencia. Pero pensar que estás bien, cuando en realidad no lo estás, ahogará tu vida espiritual. Servir a Dios no es un asunto de evitar el mal, sino de aprender el bien. Así que no ames a Dios un poquito y pienses que eso es todo lo que hay. No esperes que puedes vivir la vida como te dé la gana y luego acudir a Dios como el último recurso cuando necesitas ayuda. ¿Es esto amar a Dios? ¡Creo que más bien es hacerle enfadar!
El hecho de leer la Biblia, acudir a la iglesia, y evitar pecados “gordos”… ¿es esto un amor a Dios apasionado e incondicional? No te perteneces a ti misma… ¡le perteneces a Dios! No puedes suavizar el evangelio para adaptarlo a tu debilidad. ¡Ay de aquel que trate de ensanchar el camino estrecho!
La única forma de amar a Dios es amarle completamente. Has permitido que todo lo demás te gobierne… tus emociones, los caprichos de los demás, tus propios antojos. Zambúllete en Dios y entrégale a Él todo lo que eres.
Carta LXI
RELACIONES SOCIALES
Permite que tus amigos vayan y vengan como les plazca. Si alguien dice algo para ofenderte, pon a un lado lo que han dicho sin pasarte todo el día pensando en ello. A medida que esperes menos de los demás aprenderás a ser más afable y más útil para con todos.
¡Cuán cerca estamos uno del otro cuando estamos todos unidos a Dios! ¿No se hacen más fáciles tus relaciones cuando tienes la visión de hacer la voluntad de Dios? ¿Quieres pues encontrar verdaderos amigos? Busca a tus amigos sólo en Dios. Él es la fuente de la amistad verdadera y eterna. ¿Quieres escuchar y hablar con estos amigos? Entonces sumérjete en silencio en el seno de Aquel que es la vida misma de aquellos que hablan y viven la verdad. En Él hallarás cumplido todo honorable deseo. En Él está la perfección… comparada con la imperfección que encuentras en todas las relaciones que se encuentran fuera de Él.
Cuando experimentes primero el mal antes de hacerlo, tienes que tener cuidado de no resistir al Espíritu de Dios, que te está advirtiendo del peligro. Si le ignoras, su voz se hará más y más delicada. Si sigues por esa senda incorrecta, no tardará mucho en que no le oigas hablar nada en absoluto.
Necesitas encontrar un equilibrio entre estar completamente apartado de las relaciones sociales y pasarte todo el tiempo testimoniando a otros. Necesitas hallar un equilibrio sano entre cuidar de tus propias necesidades y cuidar de las necesidades de otros.
Puedes resolver este equilibrio considerando varios factores:
¿Necesitas tiempo para renovar tu espíritu? ¿Te encuentras sano?
¿Cuánto tiempo tienes? ¿Cómo parece que Dios te está guiando? Es bueno considerar las necesidades de la mente y del cuerpo. Luego mira cómo podrías usar mejor el tiempo que te resta.
¿Qué tiene de bueno estar con una persona a la cual no le eres de ninguna utilidad, cuando hay otros a los que podrías ayudar? Por supuesto, si tienes una obligación hacia esta persona en base a una amistad, o una relación, entonces deberías quedarte. Si no fuera así, trata a esa persona honorablemente y sigue tu camino. No tienes que hacer las cosas más difíciles para ti en el nombre de la cruz. Si hay alguien ante cuya presencia no te sientes bien, entonces no lo hagas a menos que te pidan que le visites.
No te ausentes o seas sociable desde tu propio egocentrismo. No cabe duda de que tu propio interés estará entremezclado con tu decisión, pero sólo haz lo que veas que es mejor. Como estás tan desgastado, creo que lo mejor es que te tomes tanto tiempo como puedas para refrescarte. Ama más y sufre menos.
Carta LXII
ENFRENTÁNDOSE A LA TENTACIÓN
Hablemos de los errores en los que te permites caer. No estoy hablando de pecados patentes… desobedecer deliberadamente a Dios en asuntos capitales no es por lo general problema con el que trate cada día un cristiano entregado. Estoy hablando de no detener una palabra dura, o ser deliberadamente pendenciero. Gozas de cierta medida de control sobre estas cosas, pero te permites hacer lo que se te antoja.
Cuanto más cerca estés de Dios, tantas más cosas miserables hallarás en tu corazón. Esto no es algo negativo… Dios lo permite para que pierdas confianza en ti mismo. Algo habrás avanzado para cuando puedas mirar a tu corrupción interna sin ansiedad o desánimo y confiar simplemente en Dios. Pero no te deberías meter en tentación.
Hay dos recursos contra la tentación. Uno, ser fiel a Dios dentro de ti. Evita todo lo que sea mejor evitar. Naturalmente no siempre eres capaz de evitar estas situaciones, pues algunas son llevadas ante ti por Dios y no te hará bien que huyas de ellas.
El segundo recurso es volverte a Dios cuando seas tentado. Si ves que has consentido a medias a la tentación, entonces diríjete de cabeza a Dios. Toma el ejemplo del niño que oculta su rostro en el seno de su madre tan pronto como ve algo que le asusta.
Practica mantenerte en la presencia de Dios para que seas capaz de responder a Su guía de inmediato. De cierto modo, hay poco que hacer al hacer la voluntad de Dios. Verdad es que no retener nada a Dios ya es hacer bastante. El amor de Dios escudriña las moradas secretas del interior, buscando cualquier cosa que se resista a Él.
Por otro lado, el cristianismo no se halla en una montaña de normas, ni en abstenerte de todo placer. Tan sólo ríndete a Dios sin reservas. Vive en el momento actual. Deja que Dios haga lo que le parezca apropiado sin resistirle, y ponte de acuerdo con Dios sin tratar de justificar lo que tú deseas. La tentación es una parte necesaria en una vida cristiana. No te inquietes ni siquiera por la tentación más vergonzosa. Mira a Dios y mora de continuo en Su presencia… evitará que tus pies tropiecen.
Carta LXIII
EL FARISEO Y EL RECAUDADOR DE IMPUESTOS
Los Fariseos eran reformadores religiosos que guardaban cada detalle de la Ley. Su religión externa te deslumbraría, pero por dentro estaban cegados por su propia justicia.
Los recaudadores de impuestos eran desechos sociales, odiados por todos. Jesús cuenta una historia del recaudador de impuestos y del Fariseo. El recaudador de impuestos estaba avergonzado de su pecado. El Fariseo está orgulloso de su virtud. Pero Dios prefiere al pecador, sobrecogido por su desdicha, que sólo confía en Dios.
El Fariseo se aferra a las trampas externas de los dones de Dios. Los usa para reforzar su propia justicia. El Fariseo se admira en el espejo de su amor propio. Pero se mancha a sí mismo cada vez que se mira al espejo.
El Fariseo es mucho más común de lo que piensas. Muchos cristianos intentan llevar “buenas vidas cristianas” y están orgullosos por ello. Puede que oren, ofrenden, y lleven vidas morales, pero por dentro están atados a su propia habilidad de vivir la vida Cristiana.
Tienes un orgullo oculto (o no tan oculto) en tu propia fuerza. Te gozas al verte tan fuerte, bueno y justo. ¿Pero en quién estás confiando, a quién estás mirando en todo esto? ¡A ti mismo! Quieres sentir la buena emoción que proviene de estar a buenas con Dios. Lo que necesitas es vaciarte, no inflarte. Sigue a Dios en la turbia luz de la antorcha de la fe, no por la luz de tu propio entendimiento y habilidades. No estés orgulloso de tu aparente habilidad para vivir la vida cristiana. Tu habilidad para hacerlo pronto probará ser una ilusión. Confía sólo en Dios.
Carta LXIV
LA FE VERDADERA
¿Te das cuenta de que no caminas por la fe cuando necesitas saber lo que estás haciendo bien? La evaluación continua no es otra cosa que una preocupación para contigo mismo. ¿Es esto centrarse en el Señor Jesucristo? Cuando sientas que te estás distrayendo, vuélvete a Dios. ¿Ves que una constante introspección es, en sí misma, una distracción? Buscas consuelo en la propia reflexión, y en la defensa que le supone para tu ego. Tienes miedo de orar mal, pero oras mejor cuando ni siquiera te das cuenta de que estás orando. Quieres sentirte apoyado y seguro de la forma en que practicas tu fe… la fe genuina es caminar sin ese apoyo. Acuérdate de Jesús clamando en la cruz, Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? Dios retiró Su presencia de Jesús y fue el último golpe para el Hombre de Tristezas. Vive por la fe.
Carta LXV
LA CAÍDA DEL HOMBRE
Poco entiendes tú hasta qué punto ha caído el hombre si esperas bien alguno de él. Asómbrate de que el nuevo tallo de Jesucristo lleve buen fruto dentro de ti. Descarta todo acto humano de virtud… están envenenados con presunción y confianza propias. Hay una idolatría interior que es peor que flagrantes pecados exteriores. Deja que Dios te humille. Hay toda clase de impedimentos para aquellos que buscan a Dios. No puedes ir tan rápido como quieres porque tus defectos te detienen. Tu orgullo, y todo el bagaje que arrastra consigo, entorpece tu marcha. A veces crees que te estás moviendo como es debido, pero haces trampas aquí y allí para guardar las apariencias. Lo peor es pensar que realmente has abandonado todo cuando tu egoísmo todavía está intacto. Puede que eso sea lo peor de todo.
Y entonces empiezas a volverte y a juzgar a otros. Empiezas a desconfiar de las personas a las que envidias en secreto. Los celos, ocultos en tus más íntimos pliegues interiores, exageran la menor falta en los otros. Luego llega la crítica disfrazada. Te engañas para justificarte. Dios puede que te saque de tu egoísmo durante un tiempo, pero lentamente vuelves a encauzarte hacia tus propios intereses.
Esto es lo que me horroriza. Imploro a Dios que inflija una muerte completa a esta naturaleza egoísta mía o viviré una vida llena de egoísta miseria. Puede que parezca más espiritual que la mayoría de las personas, pero Dios ve por dentro la hipocresía. Tiene que poner enfermo a Dios, ¿mas cuando me pondrá a mí lo suficientemente enfermo como para someterme por completo a Dios?
Cuando empiezas a hablar del cristianismo bajo esta luz, cuando hablas del abandono total, las personas te acusan de ser un fanático o ser poco equilibrado. Esto es porque no quieren morir por completo a sus propios deseos. Su interés propio se oculta tras millones de hábiles máscaras. No habrá un fin a las excusas que pondremos. Esta lucha está en todos nosotros, incluso en aquellos cuyos corazones están vueltos hacia Dios, pues nuestra voluntad aún es débil.
Siquiera tu rabia ante los defectos ajenos es un gran defecto. ¿No ves tu propia miseria? En verdad que pondrá tu propia justicia por los suelos. Toda la raza humana, incluida tú, está corrupta, pero no te desanimes. Dios está preparando a Sus siervos verdaderos. Tienen defectos, pero Dios está trabajando en ellos.
Carta LXVI
SOCORRO ANTE EL DESÁNIMO Y LA DEPRESIÓN
¿Te desanimas porque tu mente divague demasiado? ¿Qué esperas? Teresa de Ávila dice, “la mente es la loca de la casa.” Le da por improvisar escenarios atroces y te lleva lejos de estar al tanto de Dios en el momento actual.
Sigue adelante. Deja de escuchar todas las horrendas historias que te susurra tu imaginación. Sigue adelante. Te sientes triste porque miras a Dios y no sientes Su presencia tanto como desearas. Te cansas de confiar en Dios por la fe. Te cansas de estar suspendida en el aire.
¡Quieres ver progresos! Cometes un error y caes en depresión. ¡Qué orgullo! ¡Qué obsesión con uno mismo!
Ama a Dios y acállate ante Él. Antes te castigarías, y montarías un cirio, a olvidarte de ti misma y mirar a Dios. Hacerle luto a tu debilidad no hará de ti alguien mejor. Sólo contribuirá a abrir un buen caso de autocompasión. Echar el más mínimo vistazo hacia Dios te tranquilizará mucho más.
En cuanto a la depresión natural debida a razones físicas, simplemente sopórtala en paz. Fija tus ojos en Dios. Haz lo que Él te muestre que hagas. Si requiere algo de ti, estupendo. Si no requiere nada de ti, entonces vive ante Él en paz.
En cuanto a que otros te defrauden, tienes que aprender a no esperar tanto de las personas. Es la única manera de evitar las desilusiones. Tienes que recoger el fruto que lleve el árbol… ¡pero recuerda que ciertos árboles sólo dan hojas y oruguitas! Dios tiene una paciencia infinita contigo al igual que con todas las personas. Ni siquiera se ofende por su resistencia hacia Él. Intenta imitar Su paciencia y misericordia. Sólo a la imperfección le molesta lo imperfecto. Cuanto más madures como cristiana tanto más paciente serás ante los defectos de los demás.
Cuando la depresión te aplaste, hay dos cosas que podrían ayudarte. Primero, alivia tu tristeza con los medios que Dios te ofrece. No te cargues en exceso con cosas difíciles. Procura guardar la fuerza de tu mente y toda fuerza corporal. No te cargues a la espalda más de lo que tu valor pueda soportar. Aparta un tiempo para estar con Dios, para leer, y para la buena conversación. Tómate tiempo para entretenimientos inocentes que relajen la mente y el cuerpo al unísono.
Segundo, lleva en paz todos los sentimientos de tristeza que aún se queden contigo después de hacer todas estas cosas para ayudarte. No luches contra ellos y a su debido tiempo se marcharán.
Carta LXVII
EL PELIGRO DE LAS AMISTADES
Es normal querer tener un buen amigo que te guste y a quién admirar. Es un gran placer en la vida tener amigos, pero las amistades pueden estar llenas de peligro, especialmente si vives en comunidad con un círculo cerrado de personas.
Como miembro del Cuerpo de Cristo, ya no te perteneces a ti mismo. En un grupo que se reúne para honrar al Señor Jesús debes guardarte de formar amistades especiales. Estas te llevarán a pandillas o a un espíritu partidario. Algunas veces, cuando alguien que te guste ha sido herido, te ves envuelto emocionalmente en “agarra la ofensa.” Esto causará división en una casa más rápido que cualquier cosa que yo sepa. Pronto se trama y se cuchichea bajo cuerda y una sensación de división se infiltra en todo el asunto. Por supuesto que a ti te tienes por inocente, e insistes que tan sólo arrimas tu hombro a lo que es justo.
Los otros que observan esto son dañados. Eres un mal ejemplo para ellos y normalmente les obligas, de una forma sutil, a tomar partido. Y para colmo tan sólo quiero decirte que los celos aparecen entre dos personas devotas del mismo amigo. Cada cual teme que el otro sea preferido. ¡Y menudos problemas origina esto!
Lo que es más, cuando tienes un amigo especial o un favorito, pones a esa persona en un aprieto. Una persona que es amada por
otra a menudo hace que toda la comunidad sea crítica o esté celosa. O bien también quieren entrar en una amistad especial, o se ponen a criticar cómo creen que es esa persona. Es normal que haya sospechas y prejuicios infundados. Todo el mundo se ve mirando a alguien más en vez de a Jesús. Por último, te dañas a ti mismo. Te puedes llegar a preocupar tanto con los otros que pierdes de vista el señorío de Jesús en tu vida. Inviertes menos tiempo a solas con Él. Piensas en tus amigos y descuidas a tu Señor. Y cuando digas, “puedo manejar esta relación”, ¡cuidado!
No trates de individualizar a las personas para amarlas. Ama por igual a todos los que Dios te pida que ames. Si te sabes preocupado con una relación, trata de curarte poco a poco. Mira a todas las personas como son… con sus cosas buenas y sus cosas malas. Así no los romantizarás. ¿Qué sacará en claro tu propia naturaleza de estos apegos tan poco saludables? Es algo que no debieras descuidar. Ama a tus amigos en y para Dios, y no por lo que te den. No seas tan egoísta.
Carta LXVIII
OLVIDÁNDOTE DE TI MISMO
Olvidarte de ti mismo no significa olvidarse de agradecer a Dios Sus dones. Tampoco significa que nunca pienses en nada que tenga que ver contigo. Significa que no haces de ti el centro de tu mundo. Cuando te olvidas de ti mismo, ya no procuras todas las cosas para ti mismo de una forma deliberada.
Un pobre campesino, que nunca ha estado fuera de su pueblecito, sólo sabe en parte lo pobre que es. ¡Pero llévale a un palacio y empezará a tomar una perspectiva de su estado! Igual es contigo y con Dios. Puedes oír toda suerte de sermones sobre la vanidad de las riquezas, etc., pero no se hunde en ti hasta que Dios Mismo hace brillar Su luz en tu espíritu. ¡Entonces verás lo lejos que estás de Su carácter!
Aunque tu meta es amar a Dios puramente por Sí Mismo, y sólo por Sí Mismo, tienes que darte cuenta que en esta tierra es casi imposible amar a Dios con un total desprendimiento. Dios tiene que hacer esa obra milagrosa en ti, y lleva mucho tiempo.
Él te dará un amor más puro según marches por el camino, pero eso depende de Él.
Carta LXIX
DIFERENTES LLAMADOS
¿Prefieres ver los dones de Dios obrando en ti en vez de en otros?
¡Esto es apego propio! ¿Crees que exagero hasta qué punto llegará Dios para desprenderte de tu egoísmo? Te perseguirá sin tregua hasta que seas del todo puro. Nada es tan celoso, tan severo, y tan sensible como Su amor puro. Lo que una persona normal y corriente vea como algo necesario tener, Dios se llevará de una persona a la que Él está purificando.
Como miembro del Cuerpo de Cristo, ya no te perteneces a ti mismo. En un grupo que se reúne para honrar al Señor Jesús debes guardarte de formar amistades especiales.
Pero quiero que te des cuenta de que Dios no persigue así en esta vida a todo el mundo. Hay muchos creyentes a los que Él deja con cierto grado de interés propio. Las bendiciones y dones que Dios les da les consuela. Sería peligroso quitarles estos consuelos. Personas así glorifican a Dios por Su bondad. Obtienen ganancia de lo que Dios les ofrece y ellos se lo agradecen. Pero algunos son llamados a ir más allá de este punto y sólo buscar la gloria de Dios, como hizo Jesús. Nunca debes despreciar a nadie que no sea llamado a caminar el mismo camino que tú. Dios quiere lo que Él quiere de cada uno. No quieras escapar si Dios te llama más adelante, y no trates de investigar más a fondo si Él no lo hace.
Carta LXX
LAS ARTIMAÑAS DEL AMOR PROPIO
¿De verdad crees que eres generoso y te cuidas de tus amigos más que de ti mismo? Te quieres ver como una persona generosa que hace el sacrificio de amar a otros. Esta forma de pensar te envenenará lentamente porque te deja creer que lo estás haciendo mejor que esas débiles personas que aún viven para sí mismas. No tratas de usar a tus amigos, pero esperas que se queden embrujados por lo que haces por ellos. Como es natural, te dirán que eres maravilloso y que no tienes amor propio, ¿y qué podrá ser más dulce para el amor propio que alabarle por no tener ninguno?
Tu amor propio tan sólo se ha hecho más sutil e inteligente. ¡Deja de jugar contigo! ¿Quieres desenmascararlo? ¡Critícalo!
Tu amor propio quiere ser estimado por las personas espirituales. Quieres parecer interesante y generoso, pero como es natural no puedes permitirte pensar así en voz alta. En la medida que tomas el pelo a los demás, te engañas a ti mismo. Empiezas a creer la ilusión que has creado.
Sólo Dios te puede ayudar. Sé que tienes muchas preguntas. Es fácil ver la necesidad de renunciar a las cosas que se ven que están mal, pero cuán difícil es renunciar a las cosas que las personas ven como buenas… riqueza honrosa, un estilo de vida próspero, o una buena reputación. Ahora bien, estas cosas no son malvadas, pero tu relación con ellas ha de ser profundamente tratada. Un buen mayordomo tan sólo usa lo que necesita. Un cristiano debe renunciar a todo para que no le destruya.
Debes renunciar a aquellos que más amas —tu familia y tus amigos— y estar dispuesto a perderlos si Dios se los lleva. Jamás dejes que tu corazón halle verdadero descanso en ellos o experimentarás el celo de Dios. Dios rechaza a una novia que se divide entre el Novio y un extraño.
A las personas del mundo les cuesta mucho trabajo renunciar a su cuerpo: andan preocupados con su apariencia, que se están haciendo viejos y se arrugan. ¡Pero los cristianos pueden sentirse orgullosos de renunciar a sus cuerpos y hacer sacrificios!
Cuando te veas yendo a tu aire, e impaciente con los demás, entonces vuelve a Dios y siéntate quieto ante Él con un corazón humillado. Si cometes un error, sigue adelante. A tu orgullo no le gusta cometer errores. El pesar y desconcierto que sientes ante tus errores te servirá bien. Sigue siempre la guía de Dios. Cuando dé la señal, arriésgalo todo para seguirle. Nada es más terrible que resistir a Dios por dentro. Si entristeces al Espíritu Santo, ¿en qué lugar te dejará eso, amigo mío? Dios retrocederá de ti y te dejará que sigas tu propio camino. Y tú, dando vueltas en círculos, puede que no te des cuenta por mucho tiempo.
Dios te ha dado sencillez y sinceridad. Permítele construir sobre estos cimientos.
Carta LXXI
SENCILLEZ
Ser sencillo es una virtud maravillosa. Por sencillo no quiero decir torpe intelectualmente o emocionalmente retrasado, sino sincero y desnudo ante Dios. La sencillez es difícil de definir, pero como dice Imitación de Cristo, “mejor es practicarla que saber definirla.”
La sencillez corta todo comportamiento inútil. La sinceridad no es lo mismo. Hay montones de personas sinceras que no son sencillas. Sólo hablan de lo que sienten que es lo correcto, pero siempre lo escudriñan todo y se pasan la vida midiendo las palabras. Las personas no están a gusto con ellos, y ellos no se sienten a gusto con las personas. No hay nada libre, fácil, o espontáneo en ellos. Es preferible las personas imperfectas que son menos estiradas a las almas estrictas y legalistas. Así es cómo nosotros pensamos, y Dios, creo yo, mira de igual manera.
A las personas del mundo les preocupa demasiado los demás. Pero la persona religiosa santurrona se preocupa demasiado de sí misma. Uno se emborracha de lo externo. El otro se emborracha de lo interno.
La sencillez corta por lo sano un equilibrio entre ambas cosas. Una persona verdaderamente sencilla empieza a considerarse menos y a considerar más a Dios. Dios quiere que le mires de una forma natural sin ansiedad y sin reservas. Ríndete a Dios poco a poco y la sencillez arraigará y crecerá en tu espíritu.
También tienes que dejarte tratar tu inquieta actitud. Aún tu anhelo de servir a Dios debe ser tratado. Espero que este pensamiento te ayude a calmarte sin volverte totalmente pasivo. Tu excesiva ansiedad desfigura aún las buenas cosas que haces y te sitúa en una disparidad con el pacífico espíritu de Dios. Pide a Dios que te haga sencilla.
En cuanto a cómo deberías vestirte, deberías considerar la opinión de tu marido. Si él no quiere que te gastes demasiado dinero por deudas familiares, entonces deberías tener gustos más económicos. Si quiere que te vistas a la última, hazlo dentro de límites razonables. Si le da igual, entonces sugeriría moderación porque tiendes demasiado a los extremos. Vestirte con magnificencia tan sólo apela a tu orgullo. Pero vestirte demasiado conservadora y remilgada podría también apelar a tu orgullo religioso. Vestirte de una forma normal te ayuda a sentirte normal. He oído que solías vestirte como una monja.
¡Demasiada apariencia y muy poca realidad! Vestirte con moderación le supondrá a tu orgullo un buen precio a pagar.
Carta LXXII
EL CIMIENTO DE LA HUMILDAD
Todo el que ha caminado en profundidad con Dios sabe que la humildad es el cimiento sobre el que construyes tu vida espiritual. La verdadera humildad viene de procurar los intereses de Dios antes que los tuyos. La humildad llega por no vivir ya más para ti mismo, sino por dejar a Jesucristo vivir Su vida en ti.
Siempre intentas “ser algo” o llamar la atención por tu espiritualidad. Hay un montón de personas que tienen una espiritualidad externa, pero en lo interno aún tienen una elevada opinión de sí mismos. Las personas que creen que se humillan a sí mismas están llenas de vanidad. Creen que les están haciendo a los otros un favor por “rebajarse a su nivel.”
La verdadera humildad no es así. Sé que parece increíble pero una verdadera persona humilde está contenta en todas las situaciones. No se da cuenta si está siendo alabado y inculpado, y no se pasa todo el tiempo sopesando si lo que le dicen, o se dice de él, es para su beneficio. Una persona sencilla se deja guiar por el Señor Jesús. Así pues despréndete de ti con valor. Tanto si Dios te levanta como si te deja en el anonimato, aún la gloria es toda Suya. Di, como dijo María, “ha hecho grandes cosas porque ha mirado la bajeza de su sierva.”
Sainte-Mondane/ Francia
François Fénelon
Escritor y teólogo francés. Nació el 6 de agosto de 1651, en el castillo de Fenelon (Perigord). Fue criado en el seno de una familia noble de la Dordogna. Cursó estudios en la Universidad de Cahors y en el seminario San Sulpicio.