“¿Para qué derramar por las calles el agua de tus manantiales teniendo sexo con cualquiera?” (Pr. 5:16. NTV)
Las relaciones sexuales premaritales se han convertido en algo muy común en esta época; por ende, la castidad hasta el matrimonio es ahora un concepto mojigato y anticuado. La cultura moderna con su gran lema: “Si te produce placer, hazlo”, ha sido la instructora de la mayoría de los jóvenes y adolescentes. Esta ha sido la causa de grandes problemas sociales, tales como el incremento del número de madres muy jóvenes, las enfermedades de transmisión sexual y abortos masivos.
Hoy, la sociedad dice: “¿Qué hay de malo en que se experimente el placer a temprana edad? Entre más pronto sea, mucho mejor ¿Para qué esperar?” Estas son frases que van corrompiendo el corazón de los adolescentes y jóvenes en nuestros días, haciéndose patente así que la cultura epicúrea (cultura del placer) ha ganado terreno. Lo lamentable es que muchos, en busca del placer, han sido atrapados por las más crueles cadenas de amargura; varios han accedido a tener relaciones sexuales a temprana edad, por la presión de sus compañeros, y no porque lo desearan realmente. Es triste escuchar el testimonio de jóvenes y adolescentes que han arruinado sus vidas al dejarse llevar por la corriente del mundo. Y tal como se mencionó en la edición anterior de esta revista, en cuanto a la prevención, es mejor tratar de poner cercas en el borde de un acantilado, que poner ambulancias en el fondo. Por eso, es indispensable recordar lo que la Biblia habla en cuanto a la virginidad y la pureza sexual, porque, lastimosamente, se ha permitido que, en asuntos de la sexualidad, los jóvenes sean instruidos por la sociedad, y no se hace énfasis en lo que las Escrituras dicen al respecto.
Lo lamentable es que muchos, en busca del placer, han sido atrapados por las más crueles cadenas de amargura; varios han accedido a tener relaciones sexuales a temprana edad, por la presión de sus compañeros, y no porque lo desearan realmente.
Es natural que en la juventud existan dudas sobre estos temas, pero pocos acuden en busca de un consejo que pueda ser confiable; sus fuentes de instrucción no son las más apropiadas. Ejemplo de esto es la encuesta realizada por la revista “Semana” a un grupo de jóvenes, donde a la pregunta: “¿Cuál es su principal fuente de orientación en asuntos sexuales?”, el mayor número de encuestados respondió que “sus amigos”, lo cual es alarmante, pues ¿cómo un joven falto de sabiduría va a poder guiar a otro por el camino correcto?
El engaño del “amor libre”
“Disfruta la vida. Vive, y deja vivir”, es una de las frases más escuchadas en nuestra época. Con dicha frase, la sociedad hace un llamado a una supuesta “tolerancia”; y a cualquiera que quiera mostrar el camino correcto se le llamará intolerante. En el libro “¿Por qué esperar?” del apologista cristiano Josh McDowell, se expone el engaño del llamado “amor libre”, ya que muchos aseguran que no se produce ningún daño en la sociedad el llevar una vida sexual activa sin ningún tipo de restricciones; que el acto sexual es algo íntimo de cada persona y no hay por qué inmiscuirse en la vida de los demás, y mucho menos en esta área que pareciera ser algo tan privado; pero esto no es así. El llamado “amor libre” es algo costoso, que no sólo involucra a quienes practican el sexo ilícitamente, sino que involucra a la nación, dado que son altos los costos que debe cargar una nación por el número elevado de personas que contraen enfermedades de transmisión sexual (ETS). Otro ejemplo es la gran cantidad de dinero que invierte la nación para promover abortos y métodos de planificación familiar. Si fuera cierto que el sexo ilícito es algo personal, y que no debemos señalarlo o condenarlo, ¿por qué entonces nuestras contribuciones son destinadas a pagar las consecuencias que todo esto acarrea?
Al respecto, el autor en el libro “¿Por qué esperar?” dice: “Irónicamente, muchos grupos que piden fondos públicos para abortos, y piden ayuda social para enfermos de “venéreas”, son los mismos que defienden el absoluto derecho a la libertad sexual sin límites detrás de puertas cerradas. Su posición es una grosera contradicción filosófica. ¡El sexo no es un acto privado! No, cuando personas practican libertinaje sexual detrás de puertas cerradas, pero después quieren puertas abiertas para que el gobierno gaste millones de dólares en la investigación del SIDA. No, cuando las adolescentes quedan embarazadas detrás de puertas cerradas, y luego pasan el costo de su embarazo y de sus hijos a los contribuyentes”. (Josh McDowell y Dick Day).
Consecuencias de las relaciones sexuales prematrimoniales
“El regalo que me dejaron las relaciones prematrimoniales fue miedo… y una vestidura de vergüenza que me cubrió totalmente. Me quitó la paz de la mente, y me robó la esperanza de un futuro brillante. Esas relaciones destrozaron mi concentración en las clases y la hizo añicos. Redujo a polvo mi deseo de participar en actividades de la iglesia. Convirtió en migajas la confianza que había tenido en Cristo… y en todo ser humano. Ello me causó una profunda herida en el corazón, que hoy, siete años después, todavía está cicatrizando”.
“Tengo trece años y he arruinado mi vida. Yo creía que Mike me amaba realmente, pero anoche tuve relaciones sexuales con él, y esta mañana él le dijo a una amiga mía que no deseaba verme nunca más. Yo pensé que dándole a Mike lo que él deseaba, lo haría feliz y aumentaría su amor por mí. ¿Y si salgo embarazada? ¿Qué voy a hacer? Me siento muy sola y confundida. No puedo hablar a mis padres. Por favor contésteme y dígame algo que me ayude. No sé qué hacer”.
“Cuando estaba en el grado 12 estuve saliendo con un muchacho; por mucho tiempo pasábamos largo tiempo solos, y como resultado, nuestras relaciones se hicieron más íntimas. Me sentí culpable, amargada, frustrada y sucia. A causa de estos sentimientos adquirí el valor suficiente para decirle: “Tenemos que parar esto, o por lo menos, no hacerlo tan seguido”. Tratamos de hacerlo menos, pero eso no funcionó. En vez de estar más cerca el uno del otro, empezamos a apartarnos. Después de dos años yo le dije: “No más sexo”. Entonces él me dijo: “Adiós”. Desde entonces, cada vez que establezco relación con algún muchacho por un tiempo, el sexo viene a ser una parte de esa relación. Mis lágrimas vuelven a rodar de nuevo, porque sé que he fallado otra vez”.
“Disfruta la vida. Vive, y deja vivir”, es una de las frases más escuchadas en nuestra época. Con dicha frase, la sociedad hace un llamado a una supuesta “tolerancia”; y a cualquiera que quiera mostrar el camino correcto se le llamará intolerante.
“Tenía apenas 18 años y era virgen todavía. Nunca deseaba “hacerlo”. Estaba muy enamorada, sí, o pensaba que era así, de un hombre muy interesante del colegio. De vez en cuando él me mencionaba que nunca había conocido una chica que dijera tantas veces que no. Después de un tiempo, mis defensas se aflojaron, y desde entonces ya no tenía razón para decir que no. Decidí que lo haría sólo para demostrar mi amor por él, pero no porque realmente deseara hacerlo. No podía racionalizar en mi propia mente el por qué no tener relaciones sexuales. Entonces cedí a la presión, porque decir sí era más fácil que decir no, y tratar de explicar por qué”.
Los anteriores son algunos testimonios de jóvenes que han escrito al reconocido apologista cristiano antes citado, Josh McDowell; éste y Dick Day han trabajado juntos para dar una orientación bíblica en asuntos sexuales a jóvenes cristianos. Se puede afirmar que muchos de estos casos no están lejos de ser la historia de vida de varios jóvenes cristianos en nuestras iglesias locales. La presión de la sociedad para iniciar la actividad sexual parece no respetar fronteras, y ha llevado cautivos a multitud de jóvenes del mundo y, peor aún, ha hallado cabida en nuestros círculos cristianos. Es lamentable ver hijos de parejas piadosas cargando la amargura y vergüenza que traen las relaciones sexuales premaritales.
En busca de una respuesta
Los jóvenes están en constante contacto con los medios de comunicación. El fácil acceso a las redes sociales ha aumentado el flujo de todo tipo de información. Lo que es bíblicamente correcto, hoy es visto como algo arcaico y anticuado. Las relaciones sexuales premaritales son lo común y “normal” para nuestra cultura moderna. Siempre que se quiere hablar de castidad hasta el matrimonio, los jóvenes parecen no hallar ninguna razón suficiente para considerar esto como la opción más adecuada. Los medios de comunicación, la música y las redes sociales han presentado las relaciones sexuales siempre con una connotación de inmediatez, sin ningún preámbulo ni compromiso: “Touch and go” (“toca y vete”), tal como es puesto en algunos anuncios vacacionales de verano, ya que se espera que las relaciones sexuales ocasionales aumenten durante esta época del año, y con todo este estímulo sexual que nos rodea, que siempre ofrece sólo una cara de la moneda, ocultando la realidad funesta que trae consigo este tipo de relaciones. ¿Por qué esperar hasta el matrimonio para poder gozar del placer sexual? Es la pregunta para la cual pareciera no haber una respuesta suficientemente sólida que ayude a nuestros jóvenes a soportar la presión de la sociedad moderna. Las razones que promueven el iniciar la actividad sexual a temprana edad parecieran ser mayores que las que explican el por qué no hacerlo. La presión psicológica, física, emocional, la falta de información, el deseo de sentirse amado, la inseguridad, la soledad, los temores, la curiosidad, la baja moral de nuestra época, el deseo de popularidad, hogares destruidos, los deseos propios de la carne, conceptos negativos de Dios sumados a la rebeldía de corazón, y muchas otras razones, son las que empujan a nuestros jóvenes a destruir sus vidas con las relaciones sexuales premaritales.
Algunas razones para esperar
El exceso de confianza hace que muchos jóvenes entren en las relaciones sexuales premaritales, acarreándose problemas de por vida. Muchos han sido contagiados de alguna enfermedad sexual; las jóvenes han tenido que llevar la carga de ser madres solteras, y otras llevan en su conciencia las terribles consecuencias del aborto. En su necedad, han ignorado lo que las Escrituras señalan en cuanto al sexo. A los cristianos conservadores se les tilda de ser personas exageradas, que toman las cosas demasiado en serio, que el sexo es un deseo que debe ser satisfecho. No obstante, ignoran por completo los terribles resultados que acarrea el sexo ilícito sin tener en cuenta los parámetros bíblicos; sus consecuencias son devastadoras y, una vez echadas a andar, no hay vuelta atrás.
Parámetros de protección
Dios ha dejado mandamientos en Su Palabra, aunque algunas personas dicen que estos mandamientos muestran a un Dios “amargado, que odia que el ser humano disfrute”, pero es todo lo contrario. Los mandamientos que Dios ha dado son como una cerca al borde de un precipicio, la cual evita el sufrir terribles daños. Lo que Dios ha establecido en Su Palabra, en cuanto a la vida sexual del ser humano, es para protegerle de daños físicos, psicológicos, y con consecuencias eternas.
En cuanto a los daños físicos: El mayor problema al que parecieran enfrentarse los jóvenes que inician las relaciones sexuales premaritales es el embarazo no deseado, pero ignoran la cantidad de enfermedades de transmisión sexual que van en aumento, y a las cuales se exponen, pues las estadísticas demuestran que los mayores contagios de enfermedades de transmisión sexual se encuentran en el rango de edades entre 15 y 30 años (90% de los contagios). Esta es la época del fácil acceso a los métodos anticonceptivos, pero se ignora un riesgo mayor. Dios, al establecer el matrimonio monógamo entre un hombre y una mujer en la etapa de madurez, está guardándoles de todas estas enfermedades que traen daños sobre sus cuerpos.
Los jóvenes están en constante contacto con los medios de comunicación. El fácil acceso a las redes sociales ha aumentado el flujo de todo tipo de información. Lo que es bíblicamente correcto, hoy es visto como algo arcaico y anticuado. Las relaciones sexuales premaritales son lo común y “normal” para nuestra cultura moderna.
“En un boletín reciente del Centro para Control de Enfermedades de los Estados Unidos, se dice que el único método seguro para no contraer enfermedades venéreas es que un hombre monógamo entre en una relación monógama con una mujer también monógama. No hay otro método más seguro… si todo el mundo practicara la monogamia, las enfermedades venéreas serían desconocidas”. (Josh McDowell).
Razones espirituales para esperar
Dios ha establecido sabiamente los parámetros sexuales para sus hijos, y el no seguir estos parámetros tal como Dios los ha establecido, ubica a la persona en una posición de rebeldía, lo cual acarrea graves consecuencias. Aquel que se ha unido a Cristo, un espíritu es con Él (1 Co. 6:17). Dios nos ha hecho Sus hijos por medio del sacrificio de Cristo, y ha permitido que seamos participes de la comunión con Él, siendo evidente que todo tipo de pecado nos llevará a alejarnos de Él, además de traer serias consecuencias sobre nuestra vida. Cuando nosotros cedemos al pecado sexual, estamos haciendo de él nuestro ídolo, dándole la espalda a Dios, y no podemos ignorar que las Escrituras señalan claramente que Dios juzgará a los fornicarios. ¿Por qué entonces queremos contristar a Dios por un momento de placer ilícito, trayendo el juicio de Dios sobre nuestras vidas? Y no es que seamos juzgados porque Dios sea demasiado severo, sino porque Él es un Juez Justo.
Razones emocionales
Las relaciones rotas son una de las causas de mayor tristeza para el corazón. ¡Cuántos dolores nos ahorraríamos si tan sólo esperáramos a la persona correcta para compartir nuestras vidas! Pero el sentido de soledad impulsa al hombre a buscar compañía, y así se vuelve su vida un círculo de relaciones equivocadas, que van haciendo más grande el vacío en su corazón. Es difícil encontrar gozo y satisfacción en el sexo sin compromiso ni amor. La promiscuidad evidencia la carencia de satisfacción personal, la cual llevará a la persona siempre a actuar, en lugar de disfrutar de la intimidad sexual, tal como lo describe Josh McDowell, citando a Debora Phillips, de su libro “Confidencia sexual”: “Debido al sexo al instante, típico de la revolución sexual, la gente actúa en lugar de hacer el amor. Muchas mujeres no pueden obtener un sentido de intimidad, y su ansiedad acerca de la forma cómo realizan el acto, bloquea la oportunidad de una excitación honesta. Sin un envolvimiento genuino, no tienen oportunidad para el noviazgo, romance, o amor. Se sienten engañadas y usadas”. En contraposición, podemos ver el gozo de las relaciones sexuales en el vínculo matrimonial entre un hombre y una mujer, donde el principal fundamento es el amor, donde hay confianza, respeto y pasión. ¡Qué difícil resultará cosechar un matrimonio estable y confiable cuando se ha incurrido en una larga lista de relaciones premaritales, destruyendo así las emociones!
Parámetros sexuales establecidos en la Palabra de Dios
La Biblia establece parámetros para todas las áreas de nuestra vida. En ella podemos encontrar el consejo más acertado – aunque muchas veces no es el que queremos oír -, y podemos confiar en que eso es lo más seguro para Las Escrituras nos muestran cómo se debe practicar la sexualidad y en qué etapa de la vida se debe hacer. Nos muestran que es algo que Dios mismo creó para el disfrute del ser humano en el matrimonio entre un hombre y una mujer. En el libro del Génesis podemos encontrar cómo el sexo le fue dado a Adán y a Eva como una muestra de la bondad de Dios, y no como una consecuencia de la caída (como algunos han querido afirmar). Dios bendijo al hombre y a la mujer, y les dijo que se multiplicaran y fructificaran (Gn. 1:28), disfrutando la sexualidad en el vínculo matrimonial. Dios es glorificado cuando nosotros disfrutamos del regalo del sexo dentro de lo establecido por Él.
“Una pareja paciente, que saben que están en la voluntad de Dios y desean alcanzar los propósitos de Dios juntamente, pueden experimentar la plenitud del sexo en su ambiente apropiado: el matrimonio. El sexo puede unir a las dos personas, ser un tiempo de éxtasis y placer, y resultar en un niño que será amado”. (Josh McDowell).
Algunas ayudas para soportar la presión
Hay una batalla que librar frente a una sociedad saturada de sexualidad. Es nuestro deber proveer algunas ayudas a los jóvenes cristianos que están combatiendo contra la presión de la sociedad y de su carne. Ya hemos visto las terribles consecuencias que trae consigo el sexo premarital, y también algunas razones por las cuales se debe esperar el momento del matrimonio para poder gozar del placer sexual. Ahora veremos cómo podemos soportar ante la presión. Debemos tener fuertes convicciones en nuestras creencias y un concepto correcto de lo que las Escrituras declaran en cuanto a Dios; es difícil poder tener fuertes convicciones cuando no hay un concepto correcto de quién es Dios; las Escrituras exponen la Santidad, la Omnipresencia de Dios y todos Sus atributos, pero al no tener claro esto, nuestras convicciones no son muy sólidas. En la mayoría de los círculos cristianos modernos se muestra a un Dios débil y que no aborrece el pecado; mientras esto no cambie, las personas serán arrastradas fácilmente por la corriente del mundo.
Debemos establecer amistades que nos ayuden en nuestra vida espiritual. Va a ser más fácil soportar la presión de la sociedad si estamos rodeados de personas que comparten nuestras mismas convicciones de santidad y pureza: “Dos son mejores que uno” (Ec. 4:9); así podremos hacer frente a la burla que seguramente vendrá sobre nosotros, sabiendo que no estamos solos en esto, sino que también hay muchos otros que están firmes en sus convicciones.
No debemos empezar ningún tipo de relación sentimental si no hemos alcanzado la madurez necesaria para la etapa del matrimonio. Debemos buscar el consejo de nuestros padres, pastores y líderes. No debemos apresurarnos; el matrimonio es algo serio, que no debemos tomar a la ligera, simplemente para satisfacer el deseo sexual. Debemos tomar en cuenta todo lo que esto conlleva: la madurez necesaria para poder hacerse cargo de un hogar en todos los aspectos (económicos, emocionales y espirituales).
Debemos establecer amistades que nos ayuden en nuestra vida espiritual. Va a ser más fácil soportar la presión de la sociedad si estamos rodeados de personas que comparten nuestras mismas convicciones de santidad y pureza: “Dos son mejores que uno” (Ec. 4:9)…
También es bueno tomar precauciones y evitar cualquier situación que pueda colocarnos en ocasión de tentación; por lo tanto, debemos evitar estar a solas con personas del sexo opuesto; asimismo evitar conversaciones comprometedoras, y también detalles que puedan despertar emociones sentimentales en la otra persona.
Un asunto también de los padres
Si bien es cierto que los jóvenes creen que son personas autónomas que pueden tomar decisiones por sí solos, es deber de sus padres guiarlos en todas las etapas de sus vidas, y así evitar que ellos tomen decisiones equivocadas. Los padres deben hablar de la sexualidad a sus hijos, enseñarles lo que las Escrituras hablan en cuanto a este asunto; deben informarse del estado de la sociedad, y construir una relación de amistad con los hijos, y ganar su confianza. Como se mencionó antes, en asuntos de sexualidad, la principal fuente de información de los jóvenes son sus compañeros; esto no debería ser así, ya que Dios ha puesto a los padres como sacerdotes del hogar para guiar a sus familias en todas las áreas. ¡Qué bendición va a ser el día en que, como padres, podamos entregar a nuestras hijas e hijos en el altar del matrimonio, habiéndolos guiado en el camino de la santidad y la pureza!
Palabras de restauración
Puede que haya lamento por parte de algunos que tal vez creen que escuchan esto demasiado tarde, y que las consecuencias de las relaciones premaritales ya los han alcanzado. Pero Dios siempre ofrece una vía de restauración a todos aquellos que se acercan a Él por medio de la fe en el Señor Jesucristo. Esto lo puedo decir por experiencia propia, pues luego de haber vivido una vida de disolución, entregado a los placeres del mundo, y sin obtener ningún beneficio, por la gracia de Dios, pude conocer al Señor Jesucristo, y Él me dio la capacidad para apartarme de todo pecado de fornicación, y poder experimentar el gozo de la comunión con Él.
Después de un tiempo, Dios, en Su gracia, quiso darme una compañera, con quien ahora disfruto los beneficios del matrimonio conforme a Su voluntad. Es por esto que animo a todo aquel que esté atado al falso placer de las relaciones sexuales premaritales, a apartarse de ellas y poner su confianza en Cristo, pues Él es poderoso para ayudarnos en todas nuestras debilidades y hacer que podamos experimentar el verdadero gozo que Dios ha preparado para aquellos que le aman.
“El sexo fuera del matrimonio no puede agradar a Dios porque va en contra de Su mandamiento y propósito; aun así, como expresión de nuestra depravación, aseveró Flavel, vivimos creyendo que no hay fruto más dulce para la naturaleza corrupta que la fruta prohibida”. (Mark Dever).
“Ningún pecado desfigura con mayor eficiencia la imagen de la santidad de Dios en el alma, que la impureza, y ningún pecado es más detestable ante los ojos del Dios santo y puro”. (Matthew Henry)
Bogotá / Colombia
Andrés Rodríguez
Escritor del ministerio Tesoros Cristianos y colaborador en la iglesia local donde reside, nacido en la ciudad de Bogotá. Felizmente casado con Alicia Hernández y bendecidos por el Señor con una hermosa bebé llamada Abigail.