“Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. , ” (Juan 14:6)
Vivimos un tiempo donde el relativismo moral y espiritual está llevando a nuestra generación a una caída desenfrenada hacia el pecado y la destrucción. Sin darse cuenta, el hombre moderno, en su ceguera, mantiene una obstinada rebelión contra Dios, rechazando, atacando y ridiculizando la fe cristiana y sus enseñanzas. Además, no es un misterio que gran parte del llamado pueblo cristiano ha sido infiltrado por falsos maestros y doctrinas sutiles sumamente destructivas: el falso “evangelio de la prosperidad”, la motivación personal, la autoayuda y el llamado a la realización personal que se hace en la mayoría de púlpitos en nuestros días, ha llevado a la Iglesia actual a perder la referencia del verdadero Evangelio que encontramos en las Sagradas Escrituras. Hoy, más que nunca, las palabras del Salmista toman vigor en nuestro corazón: “Si fueren destruidos los fundamentos, ¿Qué ha de hacer el justo?” (Sal. 11:3). ¿Qué hemos de hacer en un tiempo así? El mundo va sin frenos rumbo a la condenación; la Iglesia tambalea cada vez más descaradamente hacia la apostasía; y aquellos que desean ser fieles a Dios son cada vez más estigma tizados y perseguidos por sus convicciones.
En este tiempo, y con semejantes conflictos, se hace indispensable considerar seriamente los fundamentos de nuestra fe, y conocerlos. Y no existe cuestión más importante para un cristiano que responder con seguridad y firmeza las siguientes preguntas: ¿La salvación se obtiene por obras o por fe? La salvación prometida en el Evangelio, ¿es segura, o tiene ciertas condicionales? ¿Un cristiano puede perder la salvación? Y si es así, ¿por cuáles pecados podríamos perder la salvación? Y después de perderla, ¿podríamos recuperarla? Estas cuestiones, además de ser muy controversiales y, por ende, difíciles de tratar, no dejan de ser asuntos fundamentales y cruciales en los cuales necesitamos tener la guía de Dios y Su Santa Palabra.
Sin darse cuenta, el hombre moderno, en su ceguera, mantiene una obstinada rebelión contra Dios, rechazando, atacando y ridiculizando la fe cristiana y sus enseñanzas. Además, no es un misterio que gran parte del llamado pueblo cristiano ha sido infiltrado por falsos maestros y doctrinas sutiles sumamente destructivas: el falso “evangelio de la prosperidad”, la motivación personal, la autoayuda…
Es por esto que en nuestra actual edición trataremos de presentar la doctrina de la seguridad de la salvación y sus importantes prerrogativas, lo cual es, sin lugar a dudas, un desafío para nosotros y también para nuestros lectores. Esperamos que la gracia y la bendición de Dios sean con todos aquellos que, por Providencia Divina, reciban este importante material espiritual.
Bogotá / Colombia
Pablo David Santoyo
Director y fundador del ministerio Tesoros Cristianos. Nacido en la ciudad de Bogotá donde vive actualmente. Predicador, escritor y servidor en la iglesia local donde reside desde hace 18 años. Bendecido por el Señor con un matrimonio conformado por su esposa Diana Ramírez y su hija Salomé.