LOS CONCEPTOS EQUIVOCADOS DEL CRISTIANISMO JUDAIZANTE

Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos.(Hebreos 13:8)

Existe un movimiento judaizante con muchas facetas que ha perturbado a los cristianos en muchos lugares, que busca agregar al Evangelio prácticas de la Ley de Moisés, como si la gracia de Dios para la salvación no fuese suficiente. El surgimiento de este falso movimiento en el seno del cristianismo demuestra el analfabetismo bíblico y el cumplimiento de las Escrituras, en las cuales se nos advierte que algunos apostatarían de la fe. Pablo enfrentó a esta serpiente antigua, denunciando que la mezcla de la Ley con el Evangelio es un evangelio falso. Según las palabras de Pablo, tal falso evangelio es maldito, y aquellos que lo predican caen bajo la maldición de Dios (Gá. 1:6-9). Simpatizar con estas líneas de pensamiento no es progreso, sino apostasía; es cometer los mismos errores de generaciones del pasado.

Vientos de doctrinas y costumbres judías

En los últimos treinta años, olas cada vez mayores de judaísmo han estado devastando al pueblo de Dios. Con el crecimiento de los movimientos neo-pentecostales y místicos, también han irrumpido y proliferado esos ministerios de interpretaciones más alegóricas y “proféticas”, en busca de lo sobrenatural a toda costa, la seducción por parte del judaísmo produjo el matrimonio entre el cristianismo y el judaísmo, y el hijo de esa unión es un bastardo llamado cristianismo judaizante.

Los líderes cristianos se han asociado con las agencias de turismo y comenzaron a promover viajes a Israel con anuncios encantadores. Obviamente, el interés cultural en Israel es nor- mal y saludable, pero la divinización de la tierra y de elementos de la cultura judía es paganismo. La búsqueda de experiencias divinas a través de la entronización de elementos del judaísmo se ha convertido en un sincretismo religioso judeocristiano, y es uno de los aspectos más sutiles de la apostasía en los últimos tiempos, como lo fue el gnosticismo en el primer siglo.

En el 2014, fue construido el Templo de Salomón en São Paulo, Brasil, como una solidificación de este movimiento. Este templo está destinado a ser la mayor atracción turística judeocristiana en Occidente, donde los cristianos de todo el mundo pueden afluir, como lo hacían los israelitas en sus peregrinaciones sagradas al Templo de Jerusalén en el Antiguo Testamento.

El surgimiento de este falso movimiento en el seno del cristianismo demuestra el analfabetismo bíblico y el cumplimiento de las Escrituras, en las cuales se nos advierte que algunos apostatarían de la fe.

¿Serán estos movimientos actuales una nueva faceta del cristianismo contemporáneo? Para aquellos que buscan servir a Dios de acuerdo con la verdad que está en Jesús (Ef. 4:21), les queda claro que tales aberraciones deben ser consideradas como sectas dañinas.

La controvertida historia de un obrero

A mediados de la década de los 90, recibí una carta del querido hermano Gino Iafrancesco, la cual leí de inmediato. No mucho después, llegó a mi casa un obrero de otro estado, en compañía de su esposa. No tardé en saber que lo que ellos estaban predicando en las iglesias eran las herejías blasfemas que abrazaban de los falsos maestros judaizantes, y precisa- mente de estos peligros me advertía la carta.

Este obrero incluso llegó a afirmar que varias partes del Nuevo Testamento están adulteradas, y que nadie que haya creído en Jesús era salvo, ya que Él es invención del enemigo, y que alguien podría salvarse sólo habiendo recibido alYeshua de los judíos, el verdadero Mesías, y habiéndose bautizado en su nombre.

Finalmente, después de horas de tratar de persuadirlos de la verdad, les pedí enfáticamente que se fueran de nuestra casa, siguiendo las advertencias de la Palabra (2 Juan 1:7-11).¿Cómo pudo este obrero haber sido atrapado hasta el punto de negar las verdades centrales de la fe cristiana y comenzar a blasfemar al Señor?Ahora, si un líder cristiano quedó atrapado en el engaño del judaísmo, ¿qué podemos esperar de los más sencillos? Desafortunadamente, la respuesta más plausible a este fenómeno es que se cumplieron en él las palabras de Pablo: “Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos, algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios; por la hipocresía de mentirosos que, teniendo cauterizada la conciencia...” (1 Ti. 4:1-2).

La batalla contra Jesús el Mesías

Oswald Sanders (escritor cristiano y conferencista mun- dial) dijo: “La mayoría de los errores tienen su origen en una visión errónea de la Persona de Cristo, y esto a su vez se re- fleja en una visión inadecuada o equivocada de la naturaleza de Su obra”. No reconocer a Jesús como el Mesías Prometido es el mayor error del judaísmo y la base de todas sus equivocaciones. Del mismo modo, tratar de agregar la Ley y el judaísmo al Evangelio, como si la obra de Cristo en la cruz no fuera suficiente para la salvación del hombre y la nueva vida con Dios, es una afrenta aún mayor.

Lance Lambert, un obrero judeocristiano muy respetado, dijo: “Quiero resaltar el hecho de que Satanás tiene un odio ‘eterno’ y continuo contra Dios, contra el Señor Jesús y contra la Deidad. No importa dónde miremos en la Palabra de Dios, ahí se ve el odio “eterno” y continuo de Satanás”. Por lo tanto, a menos que reconozcamos la naturaleza del problema, que es una terrible batalla contra la persona del Señor Jesucristo, y Su perfecta obra de redención, nunca entenderemos el peligro real del legalismo judaizante y sus variadas facetas.

Ahora entremos a considerar algunos de los argumentos que usan estos grupos, y sus malas interpretaciones:

– Jesús no vino a derogar la Ley

Los judaizantes usan el pasaje en Mateo 5:17, donde Jesús declara: “No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir”, para tratar de convencer a los cristianos que tenemos que practicar la Ley.

¿Cuál es, de hecho, el verdadero significado de este pasaje en su contexto?

Según Luiz Sayão, maestro de la lengua, literatura y cultura judías, en el contexto del idioma griego, significa dar pleno significado, cumplimiento, a la Ley y a los profetas. Según él, “el verbo traducido para cumplir (plerosai) tiene el significado literal de llenar, e indica que Jesús no está revocando la Ley, sino que hace una declaración correcta de ella, y así la cumple.

Él rechaza la interpretación superficial y equivocada de la Ley por parte de los escribas, y la interpreta correctamente. El propósito no es cambiar la Ley, ni anularla, sino revelar la profundidad de su verdadero significado, viniendo Él mismo a cumplirla de manera perfecta, como ningún otro hombre lo ha hecho en la historia de la humanidad.

“Cristo estaba indicando que Él es el cumplimiento de la Ley en todos los aspectos. Cumplió la ley moral respetándola perfectamente. Cumplió la ley ceremonial al ser la encarnación de todo lo que los tipos y símbolos señalaban.Y cumplió la ley judicial personificando la justicia perfecta de Dios”. (John MacArthur).

No reconocer a Jesús como el Mesías Prometido es el mayor error del judaísmo y la base de todas sus equivocaciones. Del mismo modo, tratar de agregar la Ley y el judaísmo al Evangelio, como si la obra de Cristo en la cruz no fuera suficiente para la salvación del hombre y la nueva vida con Dios, es una afrenta aún mayor.

El problema con los fariseos era que ellos no conocieron verdaderamente el significado ni el propósito de la Ley, y ante el cumplimiento perfecto de ella por parte de Jesucristo, prefirieron seguir las interpretaciones erróneas de la tradición rabínica, y aborrecer a Jesucristo. Jesús los acusa claramente de esto: “…Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición.” (Mr. 7:9).

– ¿Qué significa, entonces, que no estamos bajo la Ley?

Los judaizantes preguntan: “Si no guardamos la Ley, entonces, ¿no sería una licencia para practicar lo que condena?” ¡De ningún modo! Quien está en Cristo practica Su nuevo mandamiento, que es vivir en Su amor. Como dijo Agustín: “Ama, y haz lo que quieras”. Es decir, “…Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él.” (1 Jn. 4:16). Toda la justicia moral de la Ley ahora es vivida por los creyentes, por el Espíritu Santo en ellos, y por la fuerza del amor. Por lo tanto, el creyente no mata, no roba, no asesina, no practica la idolatría, siendo ahora templo del Espíritu Santo. La vida interior lo lleva a cumplir plenamente la justica santa que representaba la Ley.

Ahora la Palabra es clara en cuanto a que los aspectos ceremonial y civil de la Ley han caducado, y ya no son parte de las responsabilidades del creyente, como ya fue explicado en los artículos anteriores.

– Pero yo os digo…

De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños,y así enseñe a los hombres,muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos.” (Mt. 5:19). Los judaizantes malinterpretan los mandamientos del Señor como la necesidad de observar la Ley, alegando que el Nuevo Testamento aún no se había completado.

Esto es un error básico de interpretación del texto (similar a lo cometido por los antiguos fariseos): atribuir conclusiones fuera de contexto para tratar de justificar sus tradiciones. Veamos. En Mateo 5 encontramos seis declaraciones hechas por nuestro Señor, mediante las cuales introduce su tema a través de la fórmula: “Oísteis que fue dichopero yo os digo…” Estos seis contrastes presentados por nuestro Señor y lo escrito por Moisés establecen cómo Jesús, ya en Su ministerio y Su enseñanza, estaba estableciendo en el corazón de sus creyentes Su doctrina, la cual era el verdadero cumplimiento de la Ley dada a Moisés, y de los profetas, y que debería ser ahora la norma de fe y conducta de sus discípulos.

El argumento de que el Nuevo Testamento no se había escrito es débil, en razón de que ya para cuando Jesús habló el Sermón del Monte, Él ya tenía un ministerio fructífero, y gran cantidad de seguidores estaban siguiendo Su doctrina. Y Él esperaba que ellos cumplieran Su enseñanza y la impartieran a  otros, como  al  final  de  Su  ministerio  les  recordó  a  sus apóstoles en la gran comisión: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.” (Mt. 28:19-20). Es, por ende, obvio que lo que Jesús enseñaba acerca de guardar los mandamientos no era en referencia a la Ley, sino a Su propia enseñanza.

– ¿Qué pasa con la obligación de guardar el sábado?

Según Daniel Juster, un judío cristiano, “¿qué tiene que ver la Ley con todo esto [las costumbres y tradiciones judías]? En primer lugar, ya no recurrimos a la Ley buscando justicia intrínseca para guardarla. En el Mesías [Jesús] hemos muerto a toda preocupación legalista de la Ley. Pablo da el ejemplo de la mujer que es libre del compromiso legal del matrimonio con la muerte de su esposo. Morimos a la Ley (Ro. 7.4) en el sentido de que ya no hay ninguna sanción ni esclavitud legal. Nuestro mayor enfoque ahora es el poder del Espíritu y Su amor actuando en nuestra vida fundamentada en la ley del amor. Con la llegada del Nuevo Pacto, el hito principal del pueblo de Dios se convirtió en la fe en la muerte y resurrección de Yeshua [Jesús] y, en mi opinión, en la transformación que Él realiza en el individuo.”

Los judaizantes malinterpretan los mandamientos del Señor como la necesidad de observar la Ley, alegando que el Nuevo Testamento aún no se había completado.

Por tanto, Pablo escribe claramente que ya no debemos ser juzgados por estas cosas: “Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo, todo lo cual es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo.” (Col. 2:16-17). Si bien Pablo no se opuso en ningún momento a los judíos que guardaban el Shabat, y lo dejó en el ámbito de la tradición y conciencia personal, al mismo tiempo, nunca permitió la imposición del Shabat a los cristianos como parte de la doctrina y fe cristianas.

–  En cuanto al argumento de las tribus perdidas

¿Son los cristianos los descendientes de las tribus perdidas de Israel y deberían tratar de rastrear su árbol genealógico para certificar su descendencia judía? Nuevamente, Daniel Juster responde: “Los efraimitas, o personas de las Dos Casas, enfatizan que los judíos estaban dispersos entre todos los pueblos; por lo tanto, todos los que se hicieron cristianos en estas naciones vinieron de hecho de las tribus perdidas.”

No hay enseñanza en el Nuevo Testamento que respalde ese pensamiento. Uno puede buscar su raíz genealógica y descubrir que tiene ascendencia judía; sin embargo, sería una desviación pensar que somos pueblo de Dios por esto. Lo que nos hace hijos de Dios es la fe en Jesucristo, no ninguna raíz genealógica. La realidad y enseñanza del Nuevo Testamento es que muchos de los convertidos y nuevos creyentes eran personas gentiles. “…Yo os provocaré a celos con un pueblo que no es pueblo; con pueblo insensato os provocaré a ira.” (Ro. 10:19). Esa es una más de las grandes aberraciones de estos movimientos judaizantes; sutilmente niegan doctrinas fundamentales y claras, que es un escándalo pensar que los cristianos caigan en estos errores.

Pablo decía: “Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo. Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación... (Ef. 2:13-14). En Cristo Jesús ya no hay diferencia, los que son de la fe (lo cual no es un asunto de descendencia) son de su pueblo, un solo pueblo compuesto por judíos y gentiles.

– ¿Deberíamos llamar al Salvador Jesús o Yeshua?

Otro error evidente de interpretación por parte de los judaizantes radica en insistir que el nombre del Mesías fue escrito en hebreo, y que Jesús es un nombre pagano, una blasfemia, y tenemos que volver a las raíces hebreas de la fe.

En Lucas 2:21, dice: “… le pusieron por nombre Jesús, el cual le había sido puesto por el ángel antes que fuese concebido.” El nombre ‘Jesús’ (en griego “Iésous”) es el equivalente hebreo de Yeshua/Yehoshua, que significa ‘Yahweh salva’ o ‘el Señor salva’. Era normal que los judíos pronunciaran el nombre Yeshua en hebreo o arameo, su lengua materna. Sin embargo, en los documentos originales se conservó en griego.

Otro error evidente de interpretación por parte de los judaizantes radica en insistir que el nombre del Mesías fue escrito en hebreo, y que Jesús es un nombre pagano, una blasfemia, y tenemos que volver a las raíces hebreas de la fe.

El gran error de los judaizantes es ignorar que los Evangelios fueron escritos en griego (el idioma que prevalecía en el mundo en ese momento), y no en hebreo. Como el mandato del Señor fue que el Evangelio se predicara a todas las naciones, fue escrito y difundido en ese idioma. “No hay un manuscrito antiguo del Evangelio de Lucas, ni del resto, que esté en hebreo o arameo, porque los Evangelios no fueron escritos en ese idioma, con la excepción, tal vez, del Evangelio de Mateo. Dios quiso preservar el nombre del Salvador en griego, “Iésous”. Si Dios quisiera que lo conociéramos por el nombre hebreo, y lo llamáramos así, lo habría conservado en hebreo o arameo, pero no tenemos ningún documento que lo respalde. Lo que Dios conservó fueron los manuscritos griegos. Por lo tanto, para nosotros, Su nombre es “Iésous” [transcrito como Jesús]” (Augusto Nicodemo). “La fe, con exceso de celo, se convierte en fanatismo” (Abraham Joshua Heschel, uno de los principales teólogos judíos del siglo XX).

El secreto para entender las Escrituras

Ahora no tenemos que ser eruditos para conocer las Escrituras. Los temas tratados por los judaizantes son errores denunciados hace siglos por la Palabra de Dios. C. S. Lewis dijo: “Dios nunca se hace un filósofo ante una lavandera”. “Las Escrituras no son laberintos oscuros donde nos perdemos en preguntas sin respuesta. El Creador del Universo es nuestro Padre de amor, y la Biblia es Su Palabra, a través de la cual podemos conocer Sus pensamientos y, a través de ellos, Su Persona… El mensaje central de la Biblia es la vida con Dios a través de la revelación de Su Hijo. Si no te acercas al Hijo a través de la Biblia, ella se convierte en un universo en caos”.

Siendo el Nuevo Testamento tan claro en cuanto a la maldición del falso evangelio judaizante, desafortunadamente, sólo podemos creer que las interpretaciones intrascendentes y equivocadas de estos movimientos son obras de hombres libertinos, moralmente incorrectos, que no tienen el Espíritu que guía a toda la verdad. ¡Dios tenga misericordia de su pueblo y lo libre de todo engaño en Cristo Jesús! ¡Amén!

Monte Mor, São Paulo/ Brasil

Gerson Lima

Editor de la Editorial de los Clásicos y sirve en el ministerio de la palabra en muchos lugares durante 30 años. Vive  en la ciudad de Monte Mor con su esposa Miriam y sus hijas: Pérsida, Gérsica y Síntique. Es uno de los ancianos de la iglesia de este lugar.