ESCUDRIÑANDO LAS ESCRITURAS

La exposición de tus palabras alumbra; Hace entender a los simples. . (Salmos 119:130)

Qué maravilloso es pensar que, por la bondad y misericordia de Dios, Él se ha comunicado con nosotros, demostrando ser un Ser personal y que desea relacionarse con Su creación! Además, Él ha permitido que Sus Palabras quedasen registradas en un libro, escrito en un intervalo de varios siglos y con la participación de una cantidad inmensa de autores. Dios existe, Él habla, y al hablar, Él se revela, dejando registrado quién es Él, cuál es Su plan, cuáles son Sus obras.

Esa Palabra de Dios en el poder del Espíritu Santo es el instrumento de Dios para la salvación y la edificación de los hombres. Entonces, teniendo el privilegio de tenerla en nuestras manos, debemos con mucha diligencia buscar entenderla, vivirla y anunciarla al mundo.

Cosas necesarias para comprender las Escrituras 

  1. Haber nacido de Dios

La Biblia es un libro velado para el hombre natural; para éste las cosas de Dios son locura (1 Co. 2:14), porque él está muerto, por lo tanto, no ve, no oye y no comprende las cosas de Dios. Es necesaria una intervención urgente del Espíritu Santo para que este hombre nazca de Dios, y ahora, como hombre regenerado, pueda despertar a las cosas de lo alto y comprender la Palabra de Dios.

Recientemente fui cuestionado por un incrédulo con la siguiente pregunta: ¿Cómo puede haber infierno si Dios es amor? Este incrédulo, a su manera, citaba diversos textos de las Escrituras para basar su tesis errónea. Cuando estaba listo para mostrarle los diversos textos acerca del infierno, textos que comprobarían la existencia de este lugar de tormento eterno, me vino a la mente lo siguiente: ¿Cómo podría un ser muerto, ciego, sordo, entender el tema sin que Dios intervenga en él para salvación? En lugar de instruirlo sólo intelectualmente, percibí que debería predicarle a Cristo, y no intentar hacerlo entender algo que sólo puede estar claro para los hijos de Dios. Este hombre no estaba interesado en las cosas de Dios, él las rechazaba con todas sus fuerzas, y solamente estaba interesado en polemizar y demostrar cómo los cristianos estaban equivocados, según él. Percibí que lo que él necesitaba era que le predicase abiertamente que él no podría comprender, porque él no estaba capacitado para eso. Solamente aquellos que nacen de Dios pueden entender las cosas de Dios.

2.  Reconocer la Biblia como la Palabra de Dios 

Alguien que no cree que la Biblia es la Palabra de Dios, que ella es inspirada (soplada por la boca de Dios), inerrante (no contiene errores), autoritativa (autoridad máxima de la Iglesia, única regla de fe y práctica), infalible (no puede fallar), necesaria (algo que es indispensable) y suficiente (que tiene todo lo que necesitamos, sin necesidad de añadirle alguna cosa), no conseguirá escudriñar las Escrituras. Para tal persona la Biblia se vuelve un libro cerrado.

Esa Palabra de Dios en el poder del Espíritu Santo es el instrumento de Dios para la salvación y la edificación de los hombres. Entonces, teniendo el privilegio de tenerla en nuestras manos, debemos con mucha diligencia buscar entenderla, vivirla y anunciarla al mundo.

La tendencia moderna de levantar dudas con respecto a la Palabra de Dios ha conducido a muchos a la incredulidad. El mayor problema es que estos ataques vienen de personas que se dicen cristianas, que son académicos, teólogos liberales, hombres que hablan de Dios, pero que ponen Su Palabra en descrédito. Por ser esto un ataque interno, ha causado muchos prejuicios y perjuicios. Si usted no cree que la Biblia es la Palabra de Dios y que podemos darle los adjetivos descritos anteriormente – porque ella misma habla de esta manera – entonces usted no estará apto para entenderla.

3.  Orar y trabajar 

Los reformadores utilizaban la expresión latina ‘orare et labutare’, que significa ‘orar y trabajar’. Esa expresión fue utilizada por Calvino para expresar la necesidad de súplica por la acción iluminadora del Espíritu Santo y el estudio diligente del texto como requisitos indispensables para la interpretación de las Escrituras. Podemos ver ese principio en Daniel 10:12 y en 2 Timoteo 2:7. Por ser la Biblia el Libro Divino, debemos humillarnos y orar, quebrantar nuestro corazón y pedirle ayuda al Autor para que podamos comprenderla. Por haberse escrito la Biblia a través de autores humanos, en lenguaje humano – aunque por la inspiración, conducción y supervisión del Espíritu Santo – debemos esforzarnos para comprender el texto, el contexto y extraer aquello que ella quiso decir cuando fue escrita.

Existe un terrible desequilibrio en nuestros días. Algunos ignoran el estudio diligente del texto pensando que cualquier cosa que venga a sus cabezas como significado del texto, vino por iluminación del Espíritu. Otros piensan que, si se esfuerzan por entender el significado de cada palabra por sí mismos, llegarán a extraer vida del texto. Necesitamos del Espíritu y de la Palabra, de la oración y del esfuerzo, necesitamos orar y trabajar para ser equilibrados.

4.  Con todos los santos 

Muchos hoy en día, influenciados por el pensamiento individualista de esta era, que no es más que el espíritu de esta era, piensan que tienen a Dios solamente para ellos y que no necesitan de nada más. Sin embargo, no perciben que la fe de la cual hacen parte es una fe comunitaria, que es recibida, entendida y compartida por todos los santos. Cuando despertamos a esta realidad, somos llevados a una posición humilde delante de Dios y percibimos la necesidad que tenemos de otros hermanos para nuestro crecimiento. Si asociamos la oración y el trabajo diligente del texto, en comunión con hermanos sinceros y maduros, en buenos libros y en tiempo comunitario, vamos a crecer en la fe y seremos libres de terribles errores resultantes de nuestras malas interpretaciones. Así como el Padre es nuestro y el pan es nuestro, también la Biblia es nuestra, no es individualmente para cada uno, es nuestra, y es para ser entendida en la comunión con los hermanos.

OICA

Reconociendo las cosas anteriormente descritas como de extrema necesidad para poder entrar a la realidad de las Sagradas Escrituras, ahora sugerimos un método de estudio bíblico. La palabra OICA, es un acróstico. Cada letra corresponde a una palabra que trae consigo un concepto.

“O” significa “observar, mirar”.

“I” significa “interpretar”.

“C” significa “correlacionar”.

“A” significa “aplicar”.

Utilizamos estas letras para entender lo que debemos hacer cuando estamos delante de la Palabra de Dios. Debemos observar, interpretar, correlacionar y aplicar. Este principio se relaciona con tres verbos: leer, entender y practicar, además de correlacionar.

Al observar estamos haciendo el papel de un detective; miramos el texto investigando, haciendo preguntas: ¿Quién?¿Qué personas están involucradas en el pasaje? ¿Qué? ¿Qué pasó? ¿Qué ideas son expresadas? ¿Dónde? ¿Dónde pasó eso?¿En qué lugar? ¿Cuándo? ¿Cuándo ocurrió eso? ¿Cuál es el contexto histórico? ¿Por qué? ¿Por qué pasó eso? ¿Cuál es el propósito o la razón? ¿Cómo? ¿Cómo se realizó? ¿Por cuál medio? Usted medita en el texto preguntando, observando sustantivos, verbos, considerando todo atentamente.

Muchos hoy en día, influenciados por el pensamiento individualista de esta era, que no es más que el espíritu de esta era, piensan que tienen a Dios solamente para ellos y que no necesitan de nada más. Sin embargo, no perciben que la fe de la cual hacen parte es una fe comunitaria, que es recibida, entendida y compartida por todos los santos.

Al interpretar usted hace el papel de un promotor de decisión. Comprende el sentido de aquello que observó. La interpretación responde a la pregunta: ¿Qué significa? ¿Qué quiso decir? ¿Cuál es el sentido? La interpretación da una explicación, aclara el sentido, determina el propósito del texto, encuentra el pensamiento central, percibe el flujo del texto. Ese es el momento en que aquello que quería ser transmitido le queda claro al lector.

Al correlacionar el lector relaciona lo que ya fue estudiado con otras porciones de la Biblia que tratan del mismo tema y establece una relación entre dos cosas, encontrando otras referencias del tema, palabras, ideas, bien sea en contraste o en armonía. Nos detendremos más en este punto cuando veamos las leyes de interpretación.

Al aplicar el texto, se alcanza el objetivo máximo del estudio. Ahora se llevará a la práctica lo que se recibió de la Palabra de Dios. Este es el objetivo máximo: Obedecer. Las Escrituras no son un compendio de temas para aumentar el nivel intelectual; ellas son el instrumento del Espíritu Santo para conformarnos a la imagen del Hijo de Dios. Nuestro objetivo es llevar a la práctica de la vida cristiana diaria lo que estudiamos. Además, un autor del pasado decía: “El mejor comentario bíblico es obedecer. Alguien que no está dispuesto a esto, se engaña a sí mismo, está lejos de la fe, debemos ser practicantes de la Palabra, y no oyentes olvidadizos” (Stg. 1:22).

Este método de estudio bíblico es desarrollado ampliamente en el libro “Métodos de Estudio Bíblico”, de Walter A. Henrichsen.

Las leyes de interpretación bíblica

En nuestro estudio es muy importante conocer las leyes de interpretación bíblica. Cuando éstas son ignoradas, corremos el riesgo de distorsionar el significado genuino de la Escrituras. Pasemos ahora a describir algunas de estas leyes.

1.  Cada texto conforme a su especie

Así como sabemos diferenciar entre diversas especies de animales, jamás poniendo a una ballena en la misma categoría de un león, de manera similar, cuando hablamos de la Palabra escrita, podemos identificar varias especies de géneros literarios. La Biblia, al ser una biblioteca con 66 libros, posee una gran variedad de géneros literarios: Leyes, parábolas, narrativa, prosa, epístolas, poesía, sabiduría, profecías, literatura apocalíptica.

La primera cosa que debemos hacer es percibir qué tipo de texto estamos estudiando. ¿Podemos interpretar una parábola, que es una figura de lenguaje utilizada para enseñar, de manera análoga como si fuera algo literal? ¡Claro que no! ¿Debemos leer una narrativa histórica como simbólica?

¡Claro que no! ¿Una poesía como narrativa? ¡Claro que no! Usando una expresión bíblica, debemos ver cada cosa “según su especie”.

Esto parece algo muy obvio, pero, infelizmente, vemos hermanos interpretando parábolas de manera literal, o viceversa, algo que se debería leer de manera literal siendo interpretado como parábola. Por lo tanto, he decidido poner esto en primer lugar. Pregúntese a sí mismo: ¿Qué tipo de texto se está relatando? ¿Qué tipo de perícopa (grupo de versos con un sentido unitario coherente) estoy leyendo? ¿Qué género literario tengo delante de mí?

2.  Ley de la declaración directa 

Dios quiere decir lo que dice. Entonces debemos siempre buscar el sentido natural del texto. ¿Qué quiere decir? Él quiere decir lo que dijo. Cuando Jesús dijo: “Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar su cabeza” (Mt. 8:20), Él quiso decir que las zorras tienen abrigo, las aves del cielo su lugar de descanso, pero Él, en la Tierra, no tenía ningún lugar dónde descansar; o sea que no podemos dar otro significado, además del significado natural del texto.

Los gnósticos tenían la tendencia de inventar lo que podríamos llamar como “el significado oculto detrás del texto”; este significado estaba disponible solamente para “los más elevados”, no lo estaba para cualquiera. Infelizmente, hoy en día muchos adoptan ese tipo de interpretación para poner en el texto cualquier cosa que quieran decir, aunque el texto no trate del asunto que están abordando.

Así como sabemos diferenciar entre diversas especies de animales, jamás poniendo a una ballena en la misma categoría de un león, de manera similar, cuando hablamos de la Palabra escrita, podemos identificar varias especies de géneros literarios. La Biblia, al ser una biblioteca con 66 libros, posee una gran variedad de géneros literarios: Leyes, parábolas, narrativa, prosa, epístolas, poesía, sabiduría, profecías, literatura apocalíptica.

No digo que debemos buscar el sentido literal. Debemos ser cuidadosos. En Marcos 9:43 Jesús dice: “Si tu mano te fuere ocasión de caer, córtala…” ¿Será que debemos cortar nuestros miembros que fueron instrumentos para algún acto pecaminoso? ¡Claro que no! Debemos ofrecerlos a Dios como instrumentos de justicia (Ro. 6:13). ¿Cuál es el sentido literal de este texto? El sentido literal sería: Corta tu mano. ¿Y cuál es el sentido natural? El sentido natural sería: Echa lejos de ti todo lo que te haga tropezar, abandónalo inmediatamente, corta tal práctica de tu vida.

3.  La ley de la mención paralela 

Esta ley está relacionada directamente con lo que ya hablamos antes acerca de correlacionar, acerca de encontrar los pasajes que traten de un mismo tema. Es el principio de los dos o tres testigos citados por Jesús (Jn. 8:17) y del principio descrito en el libro de Isaías 28:10: “Porque mandamiento tras mandamiento, mandato sobre mandato, renglón tras renglón, línea sobre línea, un poquito allí, otro poquito allá 

Esta correlación debe ser hecha en el contexto inmediato, ¿o será que no tenemos en este mismo texto algo que nos aclare el significado? ¿O acaso en el contexto inmediato, en el entorno de lo que estamos leyendo, o el libro de la Biblia que estamos leyendo no nos aclara el sentido? ¿No explica nuestra duda? ¿O el contexto remoto, el todo de la Biblia, no aclara este tema?

4. Pasajes claros aclaran pasajes difíciles 

Este principio está relacionado con la ley de la mención paralela. Siempre debemos utilizar un texto que es bien claro con respecto a un tema para explicar un pasaje que no es tan claro. Por ejemplo, si vamos a estudiar sobre la resurrección tenemos una mención muy clara en 1 Corintios 15 que puede ser nuestro punto de partida. Si vamos a estudiar sobre la lengua tenemos a Santiago 3. Si es sobre la fe tenemos a Hebreos 11 y 12. Un texto difícil debe ser interpretado a la luz de un texto claro. Existen menciones sobre asuntos en las Escrituras que a veces son hechas de manera muy sucinta, expresado de manera breve, concisa y precisa, y que deben ser explicadas a la luz de pasajes que trataron de aquel tema de manera más exhaustiva.

5.  Ley de toda Escritura 

Relacionada con la cuestión del contexto remoto, tenemos la “ley de toda Escritura”. Mucho se habla sobre ‘Sola Scriptura’, que significa “Solamente la Escritura”. Pero ni siquiera el falso maestro que quiere corromper la fe de los sinceros, negaría ese principio, por el contrario, lo que él hace es tomar pasajes aislados, dándoles el sentido que le sea conveniente para demostrar su idea herética. Es en este sentido que algunos dicen que “la Biblia es la madre de todas las herejías”.

El principio de “toda Escritura” nos lleva a investigar lo que la Biblia de manera completa tiene que decir sobre determinado asunto. En el campo académico, a esto lo llamamos Teología Bíblica, que es la fuente de estudio de la Teología Sistemática. Este principio nos lleva a analizar lo que la Biblia dice de modo completo sobre todos los temas. Si vamos estudiar sobre la oración, vamos a buscar todas las referencias explícitas e implícitas sobre la oración, a agruparlas y a extraer de ellas un significado completo. Tendremos entonces una teología bíblica de la oración. Si vamos a evaluar la doctrina de la justificación, tendremos que equilibrar lo que Pablo habla en Romanos y lo que Santiago habla en su epístola, y percibir que no hay discordancia, sino complemento; Pablo habla de la justificación por la fe, sin obras, y Santiago habla que las obras evidencian que existe fe genuina; de este modo, tenemos un cuadro más claro sobre el tema. Si se nos presenta un texto que enfatiza la humanidad de Cristo, no nos olvidemos de complementar eso con los diversos textos que hablan de Su Divinidad; así se tendrá un cuadro completo de nuestro Salvador Dios-Hombre.

El principio de “toda Escritura” es algo muy importante en tiempos de tantos desvíos y herejías.

6.  La ley de la analogía de la fe 

William Perkins llamó a esta regla “analogía de la fe” en un sentido diferente del de los reformadores. Ese principio significa que usted debería rechazar todo lo que usted comprende en las Escrituras que no se conforma con la fe de los apóstoles, con la fe que una vez por todas fue dada a los santos. Usted puede estar leyendo un pasaje bíblico y fue llevado a comprender algo que va en contra de las verdades fundamentales de la fe, eso quiere decir que su entendimiento está equivocado y debe ser abandonado. ¡Cuán precioso es este principio, y nos libra de muchos males! Así como existe la verdad y la mentira, la sana doctrina y la falsa doctrina, entonces debe haber una conformidad entre lo que comprendemos y la fe de la Iglesia.

 

El principio de “toda Escritura” nos lleva a investigar lo que la Biblia de manera completa tiene que decir sobre determinado asunto. En el campo académico, a esto lo llamamos Teología Bíblica, que es la fuente de estudio de la Teología Sistemática. Este principio nos lleva a analizar lo que la Biblia dice de modo completo sobre todos los temas.

¿Qué significa eso en la práctica? Que si aquello que se entendió va en contra de la Trinidad, la encarnación, el nacimiento virginal, las dos naturalezas de Cristo, la muerte expiatoria de Cristo, Su sepultura, Su resurrección corporal y genuina al tercer día, Su ascensión al cielo, el envío del Espíritu Santo, la remisión de pecados, el regreso de Cristo, la resurrección de los muertos, el juicio final de los hombres y su estado eterno; si lo que usted ha comprendido niega o no está de acuerdo con esas doctrinas fundamentales, usted debe abandonar su razonamiento, usted no lo ha comprendido adecuadamente; esto sólo por citar algunas cuestiones fundamentales. Nuestra fe es clara en todos los temas fundamentales.Este es un resumen de las Escrituras elaborado a partir de pasajes claros y que deben regir todo nuestro entendimiento acerca de la Biblia.

Materiales auxiliares 

Durante millares de años el Señor ha enviado siervos fieles que han elaborado mucho material que nos auxilia en nuestra lectura de las Escrituras. Hoy tenemos acceso a buenos comentarios bíblicos, diccionarios, concordancias, manuales bíblicos, libros de estudio de las lenguas originales, entre otros. Todas estas riquezas nos fueron dadas por Dios a través de Su Cuerpo, la Iglesia. Es maravilloso poder estar en contacto con autores de diversas épocas y de diferentes naturalezas recibiendo del Señor a través de la vida de estos santos hombres de Dios. Esa es la bendición de formar parte del Cuerpo de Cristo.

Aconsejo al lector sumergirse en este vasto universo de la literatura cristiana. La expresión de Pablo, en 2 Timoteo 4:13: “Trae…los libros…”, ha aumentado grandemente para nosotros el que podamos disfrutar de este alimento espiritual complementario, riqueza que nos ayudará a comprender las Escrituras y a comparar con “todos los santos” aquello que comprendamos en nuestro estudio.

Algunas indicaciones de obras

Nuestro objetivo en este artículo no es de ninguna manera agotar el asunto, sino dar al lector principiante algunas herramientas generales para auxiliarlo y estimularlo a empezar a practicar lo descrito en este artículo, buscando crecer en el Señor mediante la oración, diligencia en la lectura bíblica, la comunión con los hermanos y, si añadimos la lectura de otros materiales acerca del tema, esto lanzará al lector en el maravilloso universo de la hermenéutica bíblica, ciencia que ayuda en la interpretación adecuada de las Sagradas Escrituras.

Joinville, Santa Catarina / Brasil

Marcelo Vieira

Siervo de Jesuscristo, esposo, escritor, produtor musical. Vive en la ciudad de Joinville, Santa Catarina, en Brasil, lugar en el cual es servidor de la iglesia local. Felizmente casado con Thais, padre de una hermosa niña llamada Helena.