ESCOGIDOS DESDE EL VIENTRE MATERNO

“Mi embrión vieron tus ojos, y en tu libro estaban  escritas todas aquellas cosas que fueron luego formadas,  sin faltar una de ellas. (Sal. 139:16)

El aborto es un tema que da a lugar a mucha controversia. En el diccionario de la RAE (Real Academia Española) el aborto es definido como la interrupción del emba­razo por causas naturales o provocadas. En la página web del Ministerio de Salud de Colombia se encuentra lo siguiente: “La Corte Constitucional reconoce que la interrupción voluntaria del embarazo es un derecho íntimamente ligado al derecho a la vida, a la salud, a la integridad, a la autodeterminación, intimi­dad y dignidad de las mujeres. La interrupción voluntaria del embarazo por las tres causales descritas en la sentencia C-355 del 2006, es un derecho fundamental de las mujeres que debe ser garantizado por el Sistema de Seguridad Social en Salud; ésta, además, pertenece a la esfera íntima o privada, lo cual obliga a proteger la confidencialidad de las mujeres que la so­liciten, y a no ser sometida a una revictimización, discrimina­ción, culpa o estigma”.

El aborto en Colombia fue despenalizado mediante una carta de inconstitucionalidad, después de varios años de ar­gumentación legal de “grupos feministas por el derecho a elegir” y “mujeres activistas por los derechos sexuales y re­productivos”. La Corte sentenció la despenalización en tres situaciones específicas:

(I) Cuando la continuación del embarazo constituya peligro para la vida o la salud física o mental de la mujer, certificada por un médico.

(II) Cuando exista grave malformación del feto que haga inviable su vida, certificada por un médico.

(III) Cuando el embarazo sea el resultado de una conducta, debi­damente denunciada, constitutiva de acceso carnal o acto sexual sin consentimiento, abusivo, o de inseminación artificial, o trans­ferencia no consentida de óvulo fecundado, o de incesto.

El aborto en Colombia fue despenalizado mediante una carta de inconstitucionalidad, después de varios años de ar­gumentación legal de “grupos feministas por el derecho a elegir” y “mujeres activistas por los derechos sexuales y re­productivos”.

Según Pro-Familia, en Colombia, en el año 2017 se prac­ticaron 10.517 abortos dentro de la legalidad, cifra que con­trasta con los 400.000 procedimientos informales que se es­tima se realizan anualmente en el País. Es importante anotar que sobre estos últimos no existen datos actualizados. Sin embargo, la Corte Constitucional conminó al Ministerio de Salud el 24 de abril pasado, a través de la sentencia 096, a expedir una resolución de unificación de la jurisprudencia en esta materia en un plazo de seis meses, el cual se cumplió el 24 de octubre de 2019.

En ese sentido, hace pocos días, el Ministerio emitió un borrador de resolución, el cual aclara conceptos, define competencias y establece rutas claras de atención para las mujeres que quieran acceder al aborto. La discusión está so­bre el tapete.

Entre otras cosas, el borrador establece que no puede ha­ber injerencia del personal de salud en la decisión; que se de­ben seguir protocolos para establecer si se cumple cualquiera de las tres causales permitidas; que no se pueden exigir requisitos adicionales a los exigidos; que se deben capacitar a los profesionales en temas de género y aborto; y que a este llamado “derecho” se puede acceder en cualquier edad ges­tacional. Por otra parte, unifica los elementos en torno a la objeción de conciencia, y define igualmente sanciones para quienes interpongan barreras de acceso a este derecho. ¡Cada vez estamos ante un panorama más lamentable!

¿Qué dice la Biblia respecto al aborto?

Aunque la Biblia no habla directamente de la práctica del aborto, sí provee suficiente material relevante para ayudar a saber la voluntad de Dios sobre el tema. Zacarías dice que Dios no es solamente el Creador de los cielos y la Tierra, sino también el que “…forma el espíritu del hombre dentro de él…” (Zac.12:1). Así que Dios es el Dador de la vida. Esto causa que la vida humana sea sagrada. Dios es responsable de implantar el espíritu humano dentro del cuerpo huma­no. Ningún ser humano tiene derecho de poner fin a la vida humana. ¿Pero cuándo entra el espíritu humano en el cuer­po humano y, por ende, produce un ser humano? ¿Cuándo implanta Dios el alma en el cuerpo: en el nacimiento o antes del nacimiento? La Biblia presenta evidencia abundante para responder esta pregunta. Declara: “Como tú no sabes cuál es el camino del viento, o cómo crecen los huesos en el vientre de la mujer encinta, así ignoras la obra de Dios, el cual hace todas las cosas” (Ec. 11:5). En este pasaje, Salomón comparó el de­sarrollo fetal a la actividad de Dios. Job describió el mismo proceso y él atribuyó su crecimiento prenatal a Dios (Job 10:11-12). David fue incluso más específico cuando expre­só: “Porque tú formaste mis entrañas; tú me hiciste en el vientre de mi madre. Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras; estoy maravillado, y mi alma lo sabe muy bien. No fue encu­bierto de ti mi cuerpo, bien que en oculto fui formado, y entretejido en lo más profundo de la tierra. Mi embrión vieron tus ojos, y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas que fueron luego formadas, sin faltar una de ellas.” (Sal. 139:13-16).

Aunque la Biblia no habla directamente de la práctica del aborto, sí provee suficiente material relevante para ayudar a saber la voluntad de Dios sobre el tema.

David declaró que su desarrollo como un ser humano – su calidad de persona – fue logrado por mano de Dios, antes de su nacimiento, mientras él todavía estaba en la matriz de su madre. Salomón, Job y David estuvieron atribuyendo cla­ramente su personalidad prenatal a la actividad creativa de Dios.

Desde luego, hay muchos pasajes adicionales que expre­san el mismo punto. Jeremías declaró: “Vino, pues, palabra de Jehová a mí, diciendo: Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones” (Jer. 1:4-5). Compare este enunciado con la declaración similar de Pablo que indica que Dios le apartó desde el vientre de su madre para hacer su ministerio apostólico (Gá. 1:15). Estos pasajes sí enseñan que Dios trata a las personas como seres humanos, incluso antes de que nazcan. Muestran que un bebé todavía no nacido es una persona – un ser humano.

Considere adicionalmente la visita que María, la ma­dre de Jesús, hizo a Elisabet, la madre de Juan el Bautis­ta. Ambas mujeres estaban embarazadas en ese tiempo. “En aquellos días, levantándose María, fue de prisa a la monta­ña, a una ciudad de Judá; y entró en casa de Zacarías, y saludó a Elisabet. Y aconteció que cuando oyó Elisabet la salutación de Ma­ría, la criatura saltó en su vientre; y Elisabet fue llena del Espíri­tu Santo, y exclamó a gran voz, y dijo: Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre. ¿Por qué se me concede esto a mí, que la madre de mi Señor venga a mí? Porque tan pronto como llegó la voz de tu salutación a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre.” (Lc. 1:39-44).

Note que se presenta al bebé en el vientre de Elisabet como un ser humano vivo. De hecho, el término “criatura” en los versículos 41 y 44, que hace referencia al prenatal Juan, es exactamente el mismo término que se usa en el capítulo 2 para hacer referencia a Jesús después de Su nacimiento (Lc. 2:12,16). Por ende, ante los ojos de Dios, sea que un bebé esté en su estado de desarrollo prenatal o postnatal, ¡ese bebé es una persona! En Lucas 1:36 se hace referencia a Juan el Bautista como “un hijo” desde el mismo momento de la con­cepción. En Oseas 9:11 se da una lista (en orden invertido) de todas las tres fases de la vida humana: nacimiento, emba­razo y concepción.

Si el aborto no fuera incorrecto, María pudiera haber te­nido el derecho moral y espiritual de abortar al bebé Jesús, ¡el Hijo Divino de Dios! Alguien pudiera decir: “Pero eso es diferente, ya que Dios tenía un plan especial para ese Niño”. Pero la Biblia enseña que Dios tiene planes especiales para cada ser humano. Cada vida humana es preciosa para Dios; una sola alma es más importante que cualquier cosa física en el mundo (Mt. 16:26). Dios dio a Su propio Hijo por cada ser humano, según un fundamento personal. Cada vida hu­mana es igualmente valiosa para Dios. El aborto ha elimina­do el potencial no conocido e incomprensible que millones de seres humanos hubieran podido tener para lograr grandes cosas.

Otro pasaje penetrante del Antiguo Testamento es Éxodo 21:22-25. Este pasaje describe la acción que se debía tomar en caso de lesión accidental a una mujer embarazada. “Si al­gunos riñeren, e hirieren a mujer embarazada, y ésta abortare, pero sin haber muerte, serán penados conforme a lo que les impusiere el marido de la mujer y juzgaren los jueces. Mas si hubiere muerte, entonces pagarás vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, quemadura por quemadura, herida por herida, golpe por golpe”.

Cada vida humana es preciosa para Dios; una sola alma es más importante que cualquier cosa física en el mundo (Mt. 16:26). Dios dio a Su propio Hijo por cada ser humano, según un fundamento personal.

Se ha traducido mal este pasaje en varias versiones. Por ejemplo, algunas versiones utilizan el término “aborto es­pontáneo”, en vez de traducir la frase hebrea literalmente: “y su niño saliera”. El texto está previendo una situación en la cual dos hombres en una pelea hieren accidentalmente a una espectadora embarazada. La lesión causa que la mujer comience su trabajo de parto antes de tiempo, ocasionando el nacimiento prematuro del niño. Si la mujer y el niño no sufrían daño, entonces la Ley de Moisés imponía una multa para el que causó el nacimiento prematuro. Pero si la pelea producía perjuicio, o incluso muerte, entonces la Ley impo­nía un castigo paralelo: Si el bebé prematuro moría, el que causaba el nacimiento prematuro debía ser ejecutado – vida por vida. Este pasaje considera claramente al bebé no nacido como un ser humano; causar la muerte de un bebé prenatal era homicidio bajo el Antiguo Testamento – homicidio pena­do con la muerte.

Note que esta regulación bajo la Ley de Moisés lidiaba con el agravio causado accidentalmente. El aborto es una delibe­rada y planificada interrupción de la vida de un bebé. Si Dios lidió severamente con el hombre debido a la muerte acci­dental de un bebé prenatal, ¿cómo cree que Él piensa sobre el homicidio deliberado, a través del aborto, de un bebé no nacido? La Biblia declara explícitamente el pensamiento de Dios: “…no matarás al inocente y justo; porque yo no justificaré al impío” (Ex. 23:7). Una de las cosas que Dios aborrece la hallamos en Proverbios 6:17: “…las manos derramadoras de sangre inocente”.

La agenda global y el aborto

Se ha dejado de ver la vida como algo sagrado desde la concepción. Ha habido un gran cambio de percepción en los últimos 46 años desde el denominado caso “Jane Roe”, cuando la Corte Suprema de Justicia de los EEUU, en 1973, decidió que la mujer, amparada en el derecho a la privacidad, podía elegir si continuaba o no con su embarazo. No importó que se descubriera que se trataba de un falso caso de viola­ción, y que Hugh Hefner, fundador de Playboy, reconociera que financió el juicio.

Esa fue la línea que adoptaron desde entonces las organi­zaciones que abogaban por la liberalización del aborto, entre ellas la Asociación para la Esterilización Voluntaria, original­mente llamada Asociación de Mejoramiento Humano para Esterilización Voluntaria, que debió modificar su nombre por la oposición que enfrentaron sus promotores entre la población de color en los Estados Unidos. También se cuen­tan entre ellas la organización National Organization for Wo­men (NOW) (Organización Nacional de Mujeres), NARAL (National Abortion Rights Action League: Liga Nacional de Acción por los Derechos del Aborto) Pro-Choice (Pro-Elec­ción), y la conocida International Planned Parenthood Fe­deration (IPPF) (Federación Internacional de Planificación Familiar). Varios organismos multilaterales de crédito han sostenido políticas de control de la natalidad para países de menor desarrollo, pero elevado crecimiento demográfico. Diversas fundaciones transnacionales además de IPPF, como la Open Society (Sociedad Abierta) de George Soros, la Fun­dación Ford, la Fundación Rockefeller, la Fundación Gates, junto con organismos como la ONU, el Fondo de Población de las Naciones Unidas y la Organización Mundial de la Sa­lud, entre otras, además de muchos gobiernos, contribuye­ron a financiar estas políticas.

Tristemente, los hoy llamados expertos de la ONU y sus agencias piden la plena realización de los derechos sexuales y reproductivos, incluido el acceso al aborto. Los agresivos movimientos feministas, a través de la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer o CETFDCM, abogan por la legalización, y también por eliminar las medidas punitivas para las mujeres que se sometan al aborto. Vivimos en una generación que ha creado una maquinaria altamente lucrativa contra la vida del ser hu­mano en su estado más indefenso y en el lugar que, paradóji­camente, debiera ser el más seguro: “el vientre de su madre”.

Tal realidad oscura es cada vez más común en las legis­laciones de las naciones “modernas y progresistas”. Contra­dictoriamente, el mismo Comité de los Derechos del Niño, en una declaración paradójica, instó a los gobiernos a des­penalizar el aborto en todas las circunstancias y eliminar las barreras de acceso. No son pocos los que están llenando sus arcas con manos manchadas de sangre inocente.

Debemos levantar la voz profética

Cuando una nación abandona a Dios, Él levanta su mano de protección sobre ella y queda expuesta a destrucción y maldición. Cuando una nación se embarca en un curso en oposición a los propósitos revelados de Dios, la responsabili­dad del atalaya es advertir a esa nación.

Si Dios lidió severamente con el hombre debido a la muerte acci­dental de un bebé prenatal, ¿cómo cree que Él piensa sobre el homicidio deliberado, a través del aborto, de un bebé no nacido? La Biblia declara explícitamente el pensamiento de Dios: “…no matarás al inocente y justo; porque yo no justificaré al impío” (Ex. 23:7).

Las leyes que se establecen manifiestan rectitud o delito en los comportamientos humanos. Reflejan la opinión moral que respeta la dignidad y el valor de la vida humana. Cuando un gobierno establece leyes injustas e inmorales, abre puer­tas al juicio de Dios y al avance del mal y la destrucción. Cuando los que están en el gobierno permiten inmoralidad y libertinaje, se destruyen los muros de protección, y el país, sin parámetros, se va al desenfreno y la disolución. Una ciu­dad fortificada tiene muros alrededor y puertas que se cie­rran contra los invasores. Esos muros de protección son las leyes morales de Dios, leyes justas basadas en los Diez Man­damientos, principios morales, leyes que protegen el matri­monio entre un hombre y una mujer, leyes que protegen la familia y el valor de la vida humana, leyes justas y autoridades puestas por Dios. Abrir la puerta al pecado y a la muerte sólo traerá indiscutiblemente la ira y el juicio de Dios.

Arrepentimiento para vida

Escribió C.S Lewis: “Humillarnos, rendirnos, decir que lo lamentamos, comprendiendo que hemos estado en el cami­no equivocado y decidiendo volver a comenzar desde abajo, esa es la única manera de salir de nuestro ‘hoyo’”. Este proceso de rendirse es el único camino que le queda a esta generación que va en un camino de descenso vertiginoso hacia el juicio de Dios. Tanto hombres como mujeres, clínicas como mé­dicos, entidades como instituciones, gobernantes como le­gisladores, que han caminado y han participado en el oscuro mundo del aborto y asesinato de infantes necesitan arrepen­tirse y reconocer que contra Dios han pecado gravemente. Dios no tendrá por inocente al malvado (Ex.34:7), así éste ignore la gravedad de sus actos. El arrepentimiento verdade­ro será el único camino seguro para librarse de la condición a la que se ha llegado.

Las mujeres que han caído en esta práctica

Es triste decirlo, pero tener un aborto es un pecado que trae consecuencias lamentables; aunque ya no se puede des­hacer lo que se ha hecho, sin embargo, las mujeres pueden experimentar arrepentimiento y restauración. Dios puede perdonar y restaurar a todos aquellos que se rindan al men­saje de salvación.

Lastimosamente, a menudo, las consecuencias del sexo prematrimonial y desordenado trae la concepción de un hijo no deseado. Esto puede ser una experiencia aterradora para alguien que no esté preparado financiera, emocional o física­mente. La presión actual y las muchas facilidades hacen que muchas mujeres y niñas adolescentes acudan a practicarse un aborto, casi siempre asustadas, confusas, desesperadas y ex­tremadamente vulnerables; engañadas también al creer que los niños por nacer son prescindibles “trozos de tejido”, y no seres humanos realmente. A menudo esta revelación viene más tarde, despertando la conciencia en forma de tor­mento; médicamente se le ha llamado “síndrome del estrés post- aborto”, con sensación de pérdida, culpa, vergüenza, depresión e ira.

El mensaje del Evangelio

En medio de este muy triste panorama hay buenas noti­cias, sí, aún para aquellos que han participado de un aborto nunca es demasiado tarde para venir a Dios y ser perdonados. No hay nada tan malo que pueda hacerse que sea imperdona­ble. Dios ofrece este perdón, su Hijo sufrió y murió por estos pecados. Y también ofrece paz de la mente y del corazón, si ponemos nuestra fe en Él, permitiéndole residencia perma­nente y autoridad en nuestras vidas.

Cuando una mujer se da cuenta de las consecuencias de tener un aborto, ella podría encontrar difícil el perdonarse a sí misma. Pero Dios no quiere que viva con culpa perpe­tua; Él quiere que las personas aprendan de sus pecados, y se aparten de ellos, así como del tormento que éstos generan. A veces este no es un camino fácil, requerirá mucha oración, lectura de la Palabra, consejería y acompañamiento. Confian­do en el Señor en los años posteriores, la mujer será más fuerte y más madura espiritualmente. Habrá pasado por una experiencia que Dios es capaz de utilizar para fortalecer su carácter y prepararla para ministrar a otros. Dios puede usar nuestras peores experiencias para Su gloria.

Una tentación muy peligrosa

Algunas mujeres y sus parejas cristianas, también se pue­den encontrar en situaciones donde puedan sentirse tentadas a pecar en esta área; el temor a ser expuestos en relacio­nes sexuales prematrimoniales es profundamente evidente. Querer deshacerse de la “evidencia” puede llevar a un pecado más grave y serio en contra de Dios. Esto puede ser malo, y empeorado por la responsabilidad de la Iglesia, que tal vez no sabe cómo lidiar con estas situaciones tan bien como de­bería. Nunca el asesinato y la muerte de un niño debería ser una opción. El asumir humildemente las responsabilidades y las consecuencias nos llevará a beber de la misericordia y de la ayuda de Dios en nuestro camino. Por un lado, la creyente debe arrepentirse y confesar y, por el otro, debe haber un acompañamiento de la iglesia donde se manifieste la miseri­cordia para aquellos que han caído y reconocido su pecado.

Muchas generaciones antiguas sacrificaban a sus propios hijos ante los ídolos paganos por causa de la superstición y el engaño. En estos días, el egoísmo, la falta de asumir respon­sabilidades, el deseo de ocultar nuestros pecados y, en el caso de las multinacionales, la codicia, han hecho que nos volva­mos una generación aborrecible a los ojos de Dios.

Dios despierte esta generación ante la maldad de lo que es el aborto, y sus consecuencias para el individuo, las familias y nuestra nación.

Levántate, da voces en la noche, al comenzar las vigilias; derra­ma como agua tu corazón ante la presencia del Señor; alza tus manos a Él implorando la vida de tus pequeñitos.” (Lamentaciones 2:19)

Palmira / Colombia

Pablo Andrés Moyano

Médico especialista en Medicina Familiar con 20 años de experiencia, escritor, docente y servidor en la iglesia local donde reside. Bendecido por el Señor con un matrimonio conformado por su esposa Sandra Vélez y sus dos hijos Natalia Andrea y David Andrés.