“No imiten las conductas ni las costumbres de este mundo…”(Romanos 12:2. NTV).
La mente del hombre ha sido moldeada según la corriente del mundo. Durante todas las épocas de la historia humana las diversas ideologías han influenciado el razonamiento del hombre, y lo preocupante es que estas ideologías siempre van en contra de Dios y Sus principios.
En nuestros días, el mayor “precursor de valores” para la sociedad es el llamado “humanismo secular”, que claramente es un pensamiento ateo que niega los preceptos de Dios y Su Palabra. Esta ideología plantea su propia ética, la cual no es más que una tolerancia disfrazada ante todo el pecado que destruye al hombre y a la sociedad.
La ética moderna que proclama el humanismo secular en cuestiones sentimentales es decadente y funesta. La cultura romántica moderna es la mayor causante de desprecio hacia los valores bíblicos. El ideal de felicidad para el hombre, a veces es presentado como “amor al estilo Hollywood” y, tristemente, éste también se ha convertido en la meta de felicidad para los jóvenes cristianos, quienes sueñan con encontrar su “media naranja”. Sin embargo, resulta paradójico que, en busca de este ideal, han encontrado los mayores motivos de amargura y tristeza ¿Y todo por qué? Porque no podemos encontrar felicidad fuera de los límites establecidos por Dios y Su Palabra.
Las salidas en pareja
Las salidas en pareja que promueve el pensamiento moderno son las causantes del aumento de la promiscuidad y el desenfreno en la juventud. Pero es aún más preocupante que esta costumbre ha llegado a permear el pensamiento de la Iglesia, la cual en muchas áreas ha bajado sus estándares morales, rebajándose a la ética del humanismo secular. Las relaciones sentimentales entre los jóvenes de nuestras iglesias deben ser relaciones que se caractericen por tener siempre presente el glorificar a Dios y obedecer Su Palabra, es decir, deben ser relaciones que rechazarán siempre todo tipo de inmoralidad que deshonre el nombre de Dios.
Las relaciones sentimentales en el siglo XXI están llenas del egoísmo y de la inmoralidad que promueven los valores humanistas modernos. El amor y el sexo son vistos como objetos de consumo fácilmente asequibles, y las citas en pareja son promovidas de manera masiva por medio de aplicaciones digitales que incitan a la promiscuidad. Lamentablemente, vivimos en la época del “amor desechable”; así es como se observa en el reportaje del canal DW acerca del amor en la era digital, titulado: “Me gusta, lo cito, lo borro”. Es evidente que la falta de afecto y plenitud en que se encuentran las personas sin Cristo los lleva a buscar el satisfacer sus vacíos emocionales a cualquier precio; pero las preguntas importantes son: ¿Por qué esta cultura está presente en nuestras iglesias? ¿Por qué es tan común ver relaciones sentimentales entre jóvenes cristianos sin ningún propósito matrimonial? ¿Está la Iglesia siendo conformada al pensamiento del mundo? Entremos a mirar qué nos dicen las Escrituras en cuanto a este tema y cómo deben ser las relaciones sentimentales de los solteros con miras hacia el matrimonio.
Perspectiva bíblica del noviazgo
En la Epístola a los Romanos, capítulo 12, Pablo nos insta a no imitar las conductas de este mundo. Por eso es necesario que como cristianos siempre acudamos a la Palabra de Dios, para ver qué es lo que Dios dice acerca de cualquier asunto.
En nuestros días, el mayor “precursor de valores” para la sociedad es el llamado “humanismo secular”, que claramente es un pensamiento ateo que niega los preceptos de Dios y Su Palabra. Esta ideología plantea su propia ética, la cual no es más que una tolerancia disfrazada ante todo el pecado que destruye al hombre y a la sociedad.
Claramente, al observar la decadencia de nuestras iglesias en estos temas mencionados, se evidencia la poca importancia que para abordarlos se le da a la Biblia. Y es que, contrario a lo que muchos cristianos piensan, las Escrituras tienen muchas cosas que decirnos sobre todos los aspectos de la vida.
Debido a que comúnmente no se aborda el tema de las relaciones sentimentales porque se considera irrelevante, hemos permitido que nuestras iglesias sean moldeadas por las filosofías del mundo. Pero permítanme decir que es un tema que necesita ser expuesto en los púlpitos; si no lo creen así, piensen en cuántas malas relaciones pudimos haber evitado a nuestros jóvenes, cuántos pecados que han sido causa de deserción en nuestras iglesias, cuántas heridas, cuántas lágrimas… ¡y la lista sigue!
Es por esto que debemos hablar con la Palabra de Dios, la cual es lámpara a nuestros pies (Sal. 119:105) que nos guía por la senda correcta. Si buscamos la palabra noviazgo en la Biblia no la vamos a encontrar, pero sí encontramos las palabras novio/novia, las cuales hacen referencia a aquellos que están comprometidos para contraer matrimonio. Esto resulta totalmente contrario al pensamiento moderno, que está impregnado por el auge de la revolución sexual de la década de 1960, cuando el noviazgo no era más que una relación temporal en la cual era permitido todo tipo de contacto, inclusive las relaciones sexuales. Entonces, la pregunta clave es:
¿Cómo deben ser las relaciones sentimentales de los jóvenes de nuestras iglesias? Si el noviazgo, como el mundo lo promueve, claramente es rechazado por las Escrituras, ¿cuáles deben ser los parámetros para que los solteros puedan llegar a la etapa de compromiso y, posteriormente, al matrimonio?
Miremos algunos aspectos que la Biblia nos muestra en cuanto al relacionamiento previo al matrimonio. En primer lugar, fue Dios mismo el que dijo: “…No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él.” (Gn. 2:18). Por eso no es pecado el deseo de querer casarse y compartir la vida con una persona, pues uno de los propósitos de Dios al diseñar el matrimonio entre un hombre y una mujer es que puedan disfrutarse mutuamente. Pero Dios no aprueba las relaciones sentimentales que no tienen ningún compromiso ni propósito. Dios aborrece la inmoralidad que promueve el mundo. Por eso las Escrituras nos muestran algunos aspectos que los solteros que quieren contraer matrimonio deben tener en cuenta.
Relaciones previas al matrimonio
Las Escrituras proporcionan directrices que nos protegen de tentaciones que afectan el compromiso previo al matrimonio. Las personas que tienen el deseo de contraer matrimonio deben estar dispuestas a tomar muy en serio los parámetros que Dios ha dado en Su Palabra en cuanto al relacionamiento con las personas del sexo opuesto; esto les ayudará a guardarse de la corriente e inmoralidad que promueve la sociedad actual. A continuación, presentamos algunos parámetros a considerar.
- Eviten el yugo desigual
“No os unáis en yugo desigual con los incrédulos” (2 Co. 6:14). Parece obvio, pero es lamentable que muchos, voluntariamente, ignoran esta advertencia que Dios hace. Es triste ver cómo los jóvenes y las jovencitas de nuestras iglesias acaban en relaciones sentimentales con personas incrédulas que los llevan a apartarse del camino de la vida ¡La advertencia es clara! Podemos ver muchas ilustraciones en el Antiguo Testamento de cómo Dios advertía al pueblo de Israel que no se mezclara con las otras naciones, porque al hacerlo se iban a desviar de en pos de Él e iban a servir a dioses ajenos (Dt. 7:1-4). También podemos ver las consecuencias de muerte que trajeron las relaciones de los israelitas con las mujeres de Moab, quienes les hicieron ofrecer sacrificios a sus dioses y así trajeron el juicio de Dios sobre ellos, lo cual causó la muerte de veinticuatro mil (24.000) israelitas por la desobediencia (Nm. 25:1-9). Es por esto que debemos advertir a aquellos que quieren contraer matrimonio, que no deben buscar su pareja fuera del entorno de la Iglesia, no deben buscar entre los incrédulos, ya que las consecuencias son devastadoras. Hemos visto jóvenes que amaban a Cristo que se han desviado por tener relaciones sentimentales con incrédulos, quienes, sin ningún temor de Dios, los condujeron a toda clase de vicios e inmoralidad, trayendo serias consecuencias sobre sus vidas.
Adicional a esto, también se debe tener presente cuál es la voluntad de Dios para nuestra vida en particular, porque también hay un nivel de yugo desigual entre creyentes, de acuerdo al llamado que Dios ha hecho a cada uno; puede ser que, al no tener claridad en esto, nos unamos a alguna hermana que no será una ayuda idónea, sino una carga; y también en el caso de las mujeres, pueden unirse a algún hermano, al cual no van a poder complementar, y aunque en ambos casos seguirán en el camino de la vida, vivirán en amargura, sin tener crecimiento ni dar frutos para el Señor.
- No den rienda suelta a los sentimientos
La cultura del romanticismo del siglo XIX, en la cual se dio demasiado énfasis a las emociones, parece que está aún muy presente en nuestra época en las novelas, las películas románticas, en la música y, en general, en la sociedad actual. Esta cultura promueve un ideal muy alto de los sentimientos, lo cual hace que muchos dejen a un lado el intelecto a la hora de escoger la persona con la que compartirán sus vidas. Claramente, Dios nos ha dado emociones y no nos exige que las reprimamos, pero sí nos advierte que éstas deben ser sometidas al señorío de Cristo. El libro de Proverbios nos dice: “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida.” (Pr. 4:23). Dios no nos insta a esconder nuestras emociones, pero sí debemos aprender a controlarlas. Además, el Señor nos dice: “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?” (Jer. 17:9). Aquí el corazón, según el contexto bíblico, es aquella parte del ser humano donde radica el asiento de las emociones y la voluntad; por eso enfatizamos en que los solteros no deben dar rienda suelta a sus sentimientos, sino que éstos deben ser controlados por el Espíritu Santo, para, posteriormente, con la dirección y bendición del Señor, poder ser expresados a aquella persona que Dios tiene preparada para su vida.
La cultura del romanticismo del siglo XIX, en la cual se dio demasiado énfasis a las emociones, parece que está aún muy presente en nuestra época en las novelas, las películas románticas, en la música y, en general, en la sociedad actual. Esta cultura promueve un ideal muy alto de los sentimientos, lo cual hace que muchos dejen a un lado el intelecto a la hora de escoger la persona con la que compartirán sus vidas.
Las muestras de afecto y las conversaciones íntimas en las cuales se dicen cosas privadas deben ser guardadas para aquella persona especial con la que se unan en matrimonio. Lamentablemente, es muy común que jóvenes y jovencitas cristianos den rienda suelta a sus emociones por medio de conversaciones inapropiadas que lentamente les conducen a relacionarse de forma íntima, saliéndose de la voluntad y dirección del Señor. Es por eso que debe haber precaución en este aspecto. La Biblia no prohíbe las amistades con personas del sexo opuesto, pero sí nos insta a no ser prudentes en nuestra propia opinión, o como dice la Biblia NTV (Nueva Traducción Viviente): “…no dependas de tu propio entendimiento.” (Pr. 3:5). Los solteros necesitan guardar su corazón manteniendo relaciones sanas, castas y prudentes con personas del sexo opuesto. Es fundamental que aprendan a controlar sus emociones y sean muy cuidadosos al expresarlas con personas del sexo opuesto.
- Mantengan relaciones con pureza
“…a las jovencitas, como a hermanas, con toda pureza.” (1 Ti. 5:2). Este punto va muy ligado al anterior; aquí Pablo da recomendaciones a Timoteo de cómo debía ser su comportamiento con los diferentes hermanos en la congregación, y le da las pautas de cómo debe conducirse (siendo él un joven soltero) con las personas del sexo opuesto.
Promover y mantener la pureza en las relaciones con las personas del sexo opuesto, no sólo en la Iglesia, sino también en todas las áreas de nuestra vida, será una gran barrera que nos protegerá de los pecados de inmoralidad. Debemos cultivar una mentalidad de pureza, no debemos dar lugar a pensamientos que puedan llevarnos a cometer pecados de inmoralidad; las fornicaciones e inmoralidad no son cosas que ocurren de un momento a otro. El Señor Jesús dice: “Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias.” (Mt. 15:19). El relacionamiento hacia el sexo opuesto se debe hacer siempre bajo este precepto: “con toda pureza”. Las expresiones afectivas, tanto en conversaciones como el contacto físico, deben evitarse en las relaciones con las personas del sexo opuesto. Las palabras íntimas, los besos, las caricias, los abrazos y demás, son legítimas dentro del vínculo matrimonial, pero no deben ser expresiones que se usen con todas las personas.
2. La edad apropiada
Por causa de la hipersexualización en los niños, las relaciones sentimentales a temprana edad se han hecho un estándar común, y esto ha llevado a jóvenes y jovencitas a experimentar una gran cantidad de relaciones sin ningún propósito. La promiscuidad, aún antes de la mayoría de edad, es común en la época en la cual vivimos. Pero, ¿cuál debe ser la edad apropiada para una relación de compromiso previa al matrimonio? Las Escrituras no nos dicen cuál es la edad apropiada para contraer matrimonio, pero sí nos muestran cuáles son las características de una persona que puede asumir este compromiso.
En el libro de Proverbios dice: “…alégrate con la mujer de tu juventud…” (Pr. 5:18), al decir “con la mujer de tu juventud”, vemos que Dios quiere que logremos contraer matrimonio a una edad no tan avanzada, una edad en la cual podamos alegrarnos y gozarnos con aquella persona en la juventud. En este aspecto es importante mencionar que no es una cuestión sólo de años, sino que se habla aquí de una madurez y un carácter formado que deben tener un hombre y una mujer para afrontar los desafíos que traerá el hogar. Ningún joven debe pretender entrar en un compromiso matrimonial si no tiene la capacidad para sostener un hogar en el sentido económico y espiritual. Asimismo, una jovencita no debería acceder a un compromiso si no es consciente de las necesidades físicas y espirituales que un hogar requiere. Por eso, antes de iniciar un compromiso matrimonial, tiene que haber una preparación previa, que ayudará a estar capacitados para afrontar los diferentes desafíos que requiere el hogar cristiano.
Lamentablemente, es muy común que jóvenes y jovencitas cristianos den rienda suelta a sus emociones por medio de conversaciones inapropiadas que lentamente les conducen a relacionarse de forma íntima, saliéndose de la voluntad y dirección del Señor. Es por eso que debe haber precaución en este aspecto.
1. El consejo de los padres y ancianos de la iglesia
“No seas sabio en tu propia opinión…” (Pr. 3:7), y: “Donde no hay dirección sabia, caerá el pueblo; mas en la multitud de consejeros hay seguridad.” (Pr. 11:14). El amor al estilo de Hollywood ha enseñado que lo único necesario en una relación es la atracción física y las emociones; no se toman en cuenta otros aspectos que son importantes para un compromiso estable; entonces las relaciones son iniciadas siguiendo “lo que dicta el corazón”, y no se da valor al consejo de los padres y los ancianos de la iglesia; de ahí que muchas relaciones dentro de nuestras iglesias acaben en inmoralidad y fracaso. Si bien muchas veces es negligencia en el ejercicio del liderazgo eclesiástico y negligencia de los padres, es cierto que en diversas ocasiones es por causa de la obstinación de los jóvenes, quienes se rehúsan a buscar el consejo y escucharlo. Las Escrituras enseñan que no debemos ser sabios en nuestra propia opinión ¡Qué tremenda advertencia! Si Dios nos ha dado padres y líderes en nuestras iglesias es porque ellos pueden proporcionarnos consejos útiles en el tiempo de asumir un compromiso tan trascendental como el matrimonio. En este sentido, el consejo se vuelve también como una cerca que nos libra de las malas relaciones. Aunque no se puede negar que en varios círculos cristianos esto ha sido motivo de escándalo, pues muchos han unido parejas según alguna “visión o revelación de Dios”, y esto ha sido un pésimo testimonio, pues muchas de estas parejas han acabado en divorcio, porque sólo era una emoción desequilibrada de los líderes. Sin embargo, podemos identificar el consejo como una guía correcta, teniéndolo presente en aspectos como indagar con los líderes de la Iglesia cuál es el testimonio de la persona en la que se está interesado; si no es una persona de la asamblea local donde estamos, podemos acudir a los líderes de la asamblea donde se reúne esa persona, y preguntar acerca de su testimonio. También se debe preguntar a los padres de esa persona sobre su testimonio y conducta en el hogar. Del mismo modo, el soltero debe indagar con sus padres sobre lo que observan en él, si hay evidencia de madurez necesaria para asumir un compromiso matrimonial; esto es de suma importancia, pues cuando se convive con los padres, sean o no creyentes, ellos tienen una visión más clara respecto de sus hijos, ya que conocen su andar diario y pueden dar una palabra acertada sobre el nivel de madurez del soltero.
El no tener en cuenta el consejo de las autoridades que Dios ha puesto en nuestra vida podría causarnos grandes problemas. Aprendamos del caso de Sansón, que no recibió el consejo de sus padres cuando quisieron persuadirle para que no entrara en una relación con una mujer que no le convenía (Jue. 14:1-3), y ya conocemos cuál fue el infeliz desenlace de la vida de Sansón, en qué terminó ese hombre por menospreciar el consejo. Asimismo, como Sansón, hay muchos jóvenes hoy que escogen tener relaciones sentimentales con incrédulos, o con alguien nuevo en la fe, se encaprichan, se aferran a su propia opinión, y en algunos casos, o se apartan de la congregación, negándose a aceptar el consejo de los ancianos de la iglesia y de sus padres (quienes procuran el bienestar para su vida), o, en medio de su terquedad, siguen en la congregación, pero aun así, deciden escoger lo que les llevará en un futuro a vivir vidas de frustración y amargura.
El amor al estilo de Hollywood ha enseñado que lo único necesario en una relación es la atracción física y las emociones; no se toman en cuenta otros aspectos que son importantes para un compromiso estable; entonces las relaciones son iniciadas siguiendo “lo que dicta el corazón”, y no se da valor al consejo de los padres y los ancianos de la iglesia; de ahí que muchas relaciones dentro de nuestras iglesias acaben en inmoralidad y fracaso.
Aplicación final
Podemos ver que la Biblia nos proporciona parámetros totalmente diferentes a los promovidos por la sociedad contemporánea. La Palabra de Dios, siempre actual y eficaz, es muy amplia al mostrar cómo debe ser la conducta del pueblo de Dios en las diferentes áreas de la vida cotidiana. Por eso no debemos permitir que el mundo y sus filosofías sean el instructor para nuestros jóvenes y solteros de la iglesia, sino que debemos proporcionar enseñanzas basadas en las verdades que Dios nos ha dado, para que así sus mentes puedan ser renovadas, a fin de llevar a cabo la buena voluntad de Dios en sus vidas, la cual es agradable y perfecta.
Queremos animar a todos los solteros que leen este texto a tener como objetivos principales el agradar a Dios y obedecer Su Palabra, desechando las costumbres del mundo y renovando su mente por medio del estudio de la Biblia. Abrazando estos objetivos y manteniendo estándares altos de pu reza y santidad, podrán experimentar relaciones santas que les lleven a tener matrimonios sólidos, santos y firmes en el Señor. Tales matrimonios no sólo traerán gloria al nombre de Cristo, sino que serán muy útiles para el Cuerpo del Señor, esto es, Su Iglesia.
Pedimos al Señor constantemente que nuestra vida pueda honrarle, que nuestro andar refleje la hermosura de Su Santidad, pero esto, querido hermano, no sólo es una oración, esto es un estilo de vida y se refleja en tus decisiones diarias. Decide si honrarás al Señor en el área sentimental, si le darás lugar a Su Señorío y dejarás que Él vaya delante, o te adelantarás tú, y serás tú el señor de tu vida. Nuestro consejo es: “…escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia; amando a Jehová tu Dios, atendiendo a su voz, y siguiéndole a él; porque él es vida para ti, y prolongación de tus días…” (Dt. 30:19-20).
Bogotá / Colombia
Andrés Rodríguez
Escritor del ministerio Tesoros Cristianos y colaborador en la iglesia local donde reside, nacido en la ciudad de Bogotá. Felizmente casado con Alicia Hernández y bendecidos por el Señor con una hermosa bebé llamada Abigail.