Ciertamente, la palabra de Dios es viva y poderosa, y más cortante que cualquier espada de dos filos. Penetra hasta lo más profundo del alma y del espíritu, hasta la médula de los huesos, y juzga los pensamientos y las intenciones del corazón. Hebreos 4:12
Existe un libro al que con justicia se le llama “el libro de los libros”; es un libro antiguo, cuyas primeras partes se escribieron hace muchísimo tiempo, incluso, siglos antes que los grandes clásicos de la antigüedad; así, como decía José Flórez, antes de la Ilíada y la Odisea de Homero, y anterior a la Eneida de Virgilio; anterior a las tragedias de Esquilo y a los analectas de Confucio. Incluso, el escritor de la primera parte se valió de documentos anteriores a él, que de vez en cuando cita. Es un libro que ha venido acompañando a la humanidad desde sus albores y cuya influencia es la más benéfica que se haya podido conocer en toda la historia; su aceptación ha sido inmensa; más que la de cualquier otro libro, incluidos todos los clásicos. De este libro se conservan copias en mayor profusión que de todos los demás libros apreciados por la humanidad. Es un libro para la humanidad en general, que halla cabida en toda raza y nación, en toda clase social e idiosincrasia, saneando las costumbres, elevando el nivel de las gentes y los pueblos, en la medida que conocen el Libro y son penetrados por su Espíritu.
Es el libro que más se imprime y se traduce; son millones las copias que se hacen de él cada año y existen personas e instituciones especialmente dedicadas a la distribución de este libro; se ha traducido a todos los idiomas importantes del mundo y literalmente a miles de dialectos; y se sigue traduciendo y poniéndose al alcance incluso de las más salvajes tribus, pues se conocen sus efectos positivos; se da el caso incluso de que el dialecto de una tribu se escribe por primera vez para poder tener una traducción de este libro.
Su influencia, decíamos, es, pues, enorme; grandes poetas y artistas deben su inspiración a este libro, y el influjo de este libro los ha hecho famosos; ni qué hablar de los filósofos, estadistas, santos y teólogos; sin este libro no hubieran sido lo que fueron.
Es un libro que ha venido acompañando a la humanidad desde sus albores y cuya influencia es la más benéfica que se haya podido conocer en toda la historia; su aceptación ha sido inmensa; más que la de cualquier otro libro, incluidos todos los clásicos. De este libro se conservan copias en mayor profusión que de todos los demás libros apreciados por la humanidad.
El libro es una colección de diferentes tipos de escritos; hay en él historia, poesía, leyes, profecías, cartas, dichos, etc, pero aunque tan diversos estilos se entremezclan, sin embargo constituyen una sola Obra Maestra, con sólo un tema básico hilvanando las distintas partes, que por reflejar distintas situaciones, típicamente humanas, le dan al libro una riqueza espiritual, psicológica y estética tan maravillosa, que indagar en él es como penetrar en una mina inagotable de tesoros.
Nunca termina uno de leer este libro, pues cuando pensábamos haberlo leído todo, hallamos nuevas cosas nunca imaginadas, que nos hacen escudriñarlo de nuevo. Hay personas que por muchos años han estado sumergidos en él, pero no terminan de desentrañar sus tesoros. El tema central trata de una revelación maravillosa; es la historia de cómo Dios se ha revelado al hombre, y qué ha hecho para salvarlo; nos muestra el desarrollo del Plan Divino, retrocediendo hasta el más ignoto pasado; sí, hasta el mismo principio, y entonces nos guía a través de los tiempos mostrándonos la mano maestra del Alfarero Universal, Dios, detrás de todos los acontecimientos de la historia humana. Es un libro milagroso, sí, lleno de asombrosa profecía cuya exactitud y cumplimiento nos asombra; hoy, los siglos se visten de acuerdo a sus previsiones; y si hablamos de profundidad, debemos confesar que el libro tiene la capacidad de desnudar el corazón humano y penetrar a donde ningún otro ha penetrado; sí, el libro maneja en sus manos el corazón del hombre y demuestra controlar su historia presente y su futuro.
Es un libro al que vale la pena escudriñar; no sólo pseudo-leer, sí escudriñar; oh, si se estudiase este libro más que cualquier otro libro, y se pusiera en práctica, se obtendrían mayores beneficios de los ya obtenidos.
Fueron varios los hombres que colaboraron con el Autor de este libro. Algunos fueron poetas, otros reyes, otros campesinos, otros legisladores, otros escribas, otros pescadores, otros cobradores de impuestos, otros generales; en fin, de varios tipos de hombres; pero el Autor, es evidente, ha sido solamente UNO. Efectivamente, Dios dirigió a Moisés y le habló, y éste entonces registró sus palabras y hechos.
Josué y los jueces de Israel continuaron la historia.
Los profetas recogieron las visiones y las palabras que recibieron de Dios y las conservaron.
Nunca termina uno de leer este libro, pues cuando pensábamos haberlo leído todo, hallamos nuevas cosas nunca imaginadas, que nos hacen escudriñarlo de nuevo. Hay personas que por muchos años han estado sumergidos en él, pero no terminan de desentrañar sus tesoros.
Poetas como Job, David, Salomón y Jeremías contaron los dolores y las alegrías del corazón del hombre; se hístorió la vida de la nación de Israel para enseñarnos con ella lo que significa estar cerca o lejos de Dios; además, para preparar con ella el advenimiento del Mesías Salvador, primero como Profeta y sacrificio sufriente, expiación tipificada en los ritos mosaicos, y entonces, Rey que alumbra a los gentiles y que se sentará en el trono de David para reinar en paz de mar a mar, sobre el Monte de Sion. El Mesías, he allí el meollo del libro de los libros, el núcleo central.
Nos muestra primeramente el libro la preparación de su advenimiento; y entonces nos cuenta la historia de su visitación y la introducción del Reino, explicándonos su operación actual hacia un fin determinado, definido y cercano. Con los evangelios, los Hechos apostólicos y sus epístolas y con el Apocalipsis, nos abre el Libro de los libros las puertas del cielo por el conocimiento del Mesías, Jesucristo, Hijo de Dios. No seamos, pues, tan insensatos como para desconocer el Libro de los libros, «La Biblia».
Bogotá /Colombia
Gino Iafrancesco V.
Gino Iafrancesco, fue un escritor, predicador y cantautor cristiano, cuyo ministerio abarcó Colombia y y diferentes países de Latinoamérica y el mundo. Enseñando las Escrituras con un alto grado de conocimiento en los asuntos sagrados.