El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio. Marcos 1:15
Hoy día muchos dicen que se han arrepentido, pero siguen pecando; dicen que Jesucristo es su Señor y Salvador sin ninguna evidencia de ello en su vida. ¿Qué pasa? ¿Se habrán arrepentido en verdad? A muchos no les parece importante el vocablo «arrepentimiento». Es mucho más fácil decir: «Dios te ama y tiene un plan fabuloso para tu vida» en vez de «Arrepiéntete o perecerás».
Sin embargo, el evangelio es una espada de dos filos. Un filo es «creer» y el otro es «arrepentirse». Por cierto, la salvación es solamente por fe, pero la fe genuina siempre se hace acompañar del arrepentimiento. Jesús predicaba, «el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio» (Marcos 1:15).
Por cierto, la salvación es solamente por fe, pero la fe genuina siempre se hace acompañar del arrepentimiento.
Cuando el apóstol Pablo resumió su mensaje a los ancianos de Éfeso, él dijo que había testificado a judíos y a gentiles «acerca del arrepentimiento para con Dios, y de la fe en nuestro Señor Jesucristo» (Hechos 20:21). Y a los de Atenas, dijo que Dios había pasado por alto la ignorancia de los tiempos pasados, pero que «ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan» (Hechos 17:30).
¿Qué es el arrepentimiento?
El arrepentimiento es más que confesión, y mucho más que lamentar o sentirse culpable. El arrepentimiento es un hecho de la voluntad; es estar dispuesto a dar la espalda al pecado. «El que encubre sus pecados no prosperará; mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia» (Proverbios 28:13).
En la Biblia hallamos a muchos que dijeron: «He pecado» pero no se arrepintieron. A todos los tales Dios dice: «rasgad vuestro corazón y no vuestros vestidos» (Joel 2:13). En otras palabras, no sólo deben decir que lo sienten mucho, sino arrepentirse. Veamos por los siguientes casos bíblicos que el arrepentimiento verdadero es una cosa poco común.
El arrepentimiento desesperado
Cuando Dios convence a muchos de sus pecados, se arrepienten sólo por desesperación. La desesperación del Faraón crecía mientras Egipto sufría los embates de una plaga tras otra a causa de su misma rebeldía al rehusar dejar libres a los israelitas. Cuando Dios envió una tempestad de granizo, «Entonces Faraón envió a llamar a Moisés y a Aarón, y les dijo: He pecado esta vez; Jehová es justo, y yo y mi pueblo impíos. Orad a Jehová para que cesen los truenos de Dios y el granizo, y yo os dejaré ir, y no os detendréis más» (Éxodo 9:27-28).
«Y viendo Faraón que la lluvia había cesado, y el granizo, y los truenos, se obstinó en pecar, y endurecieron su corazón, él y sus siervos» (Éxodo 9:34). Muchos piensan en Dios cuando su economía falla, durante problemas matrimoniales, enfermedades y otras crisis. Puede que algunos aún oren: «Dios, si me libras de esta dificultad cambiaré mi forma de vida». Pero cuando su problema se ha ido y ya no tienen dicha presión, pronto vuelven a su pecado.
El arrepentimiento dudoso
Algunos se arrepienten simplemente para tomar ventaja de la situación. Una mujer cristiana estaba siendo cortejada por un hombre incrédulo que sabía que ella no se iba a casar con él mientras siguiera en su incredulidad. Luego hizo una profesión de fe, se casaron, y después de algunos meses él volvió a su estilo de vida no regenerado.
El arrepentimiento es más que confesión, y mucho más que lamentar o sentirse culpable. El arrepentimiento es un hecho de la voluntad; es estar dispuesto a dar la espalda al pecado.
Algunos pueden arrepentirse cuando se les halla con las manos en la masa del pecado por cuanto no hay otra opción sino «arrepentirse». Aún otros son los que negocian con Dios por su vida en algún peligro inminente. Pero dada la oportunidad de cumplir, poquísimos son los que lo hacen. Es posible arrepentirse ante la puerta de la muerte tal como el ladrón en la cruz, pero raras veces se ha visto sincero este hecho.
El arrepentimiento desesperanzado
Judas Iscariote se arrepintió de traicionar a Jesús al verse sin esperanza; un remordimiento que en realidad no es arrepentimiento. «Entonces Judas, el que le había entregado, viendo que era condenado, devolvió arrepentido las treinta piezas de plata a los principales sacerdotes y a los ancianos, diciendo: Yo he pecado entregando sangre inocente» (Mateo 27:3-4). Es posible sentir lástima o pena por los pecados sin volver a Dios. Muchos se afligen por su alcoholismo, su drogadicción, su inmoralidad y otros pecados, pero no se arrepienten. Algunos se hunden tanto en el remordimiento que se suicidan, pero el remordimiento y el sentirse apenado no es arrepentimiento.
El arrepentimiento demorado
Las consecuencias del arrepentimiento demorado pueden ser costosas. En lugar de arrepentirse en una forma inmediata, David trató de encubrir su pecado con Betsabé, animando a su esposo Urías a regresar de la batalla para dormir con ella. David sabía que Betsabé estaba encinta y, de acuerdo a su plan, esto haría que todo mundo pensara que el bebé era hijo de Urías. Urías rehusó ir a su casa y David mandó comprometerlo en la batalla para que fuese muerto a fin de que él pudiera tomar a Betsabé por esposa.
Al no arrepentirse, David tuvo que pagar un precio alto. Su cuerpo sufrió, perdió su vitalidad y padecía de insomnio (Salmos 32). Soportó la culpa por más de nueve meses hasta que, por fin, el profeta Natán le confrontó. Hasta entonces David reconoció su pecado y escribió su confesión a Dios. «Contra ti, contra ti solo he pecado, y he hecho lo malo delante de tus ojos…Purifícame con hisopo y seré limpio: lávame y seré más blanco que la nieve» (Salmos 51:4-7). Dios perdonó a David pero habría consecuencias que soportar. Natán dijo. «Por cuanto con este asunto hiciste blasfemar a los enemigos de Jehová, el hijo que te ha nacido ciertamente morirá» (2 Samuel 12:14).
Es posible arrepentirse ante la puerta de la muerte tal como el ladrón en la cruz, pero raras veces se ha visto sincero este hecho.
Sí, Dios es amoroso y pronto para perdonar, pero, «No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará» (Gálatas 6:7). El arrepentimiento demorado puede ser verdadero, pero habrá consecuencias que no pueden ser esquivadas.
El arrepentimiento verdadero
Por fin, el hijo pródigo nos retrata el verdadero arrepentimiento bíblico. Después de derrochar su herencia en una vida perdida, al fin volvió en sí, regresó a su padre y se arrepintió: «Padre, he pecado contra el cielo y contra ti» (Lucas 15:21). Fue completamente perdonado.
En cada uno de estos cinco casos estudiados, los pecadores confesaron: «He pecado». La mayoría no se arrepintieron de veras, pero el arrepentimiento es un requisito bíblico de una fe genuina y del perdón.
El arrepentimiento requiere dos factores:
Reconocimiento, confesión y apartarse del pecado – «El que encubre sus pecados no prosperará; mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia» (Proverbios 28:13). Isaías dijo: «Buscad a Jehová mientras puede ser hallado; llamadle en tanto que está cercano. Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar» (Isaías 55:6-7).
La restitución del pecado – Tampoco puede haber arrepentimiento si hace falta restitución por el pecado. A veces no es posible hacer restitución, pero cuando lo es, es un imperativo. Zaqueo, el recaudador de impuestos, dijo a Jesús cuando le visitó: «He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado». Fue entonces que el Señor le dijo: «Hoy ha venido la salvación a esta casa» (Lucas 19:8-9). Pablo escribió: «Ahora me gozo, no porque hayáis sido contristados, sino porque fuisteis contristados para arrepentimiento; porque habéis sido contristados según Dios, para que ninguna pérdida padecieseis por nuestra parte. Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de que no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte» (2 Corintios 7:9-10).
El mensaje de la Biblia es claro. Usted que no ha conocido a Cristo como su único y suficiente Señor y Salvador, arrepiéntase y crea en Él. Pero asegúrese de que su arrepentimiento es verdadero.
Rosario /Argentina
Alejandro Riff
Escritor, pastor en la Iglesia Cristiana Bíblica de Rosario (Argentina) desde el año 2009. Casado, padre de dos hijas. Trabaja para la Sociedad Bíblica Trinitaria dando conferencias y seminarios.