“REVOLUCIÓN FEMENINA” VS. FEMINIDAD BÍBLICA

“Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios  lo creó; varón y hembra los creó. (Gn. 1:27)

La generación actual ha sido testigo del lamentable im­pacto del “postmodernismo” y el feminismo radical. Es claro que estos movimientos y sus conceptos fue­ron desvirtuados y utilizados desmedidamente por Satanás con el fin de destruir a hombres y mujeres. Hay que aclarar que la revolución femenina o feminismo radical es una ideo­logía, y no se puede aceptar como una filosofía, ni mucho menos como una teología o cosmovisión. “La Ideología es un sistema cerrado de ideas que se postulan como un modelo según el cual ha de reestructurarse toda la vida humana de la sociedad…” (Juan Antonio Widow). Se la concibe independientemente de la concreta realidad, y no está condicionado por ella, sino que la realidad debe ser definida como tal por la ideología, y una vez establecido el modelo, su objetivo es el de ser apli­cado a la realidad.

Y esta ideología ha sido impuesta sutilmente hace ya varias décadas por el poder, apoyada desde el sector económico, la educación, los medios masivos de comunicación y el entrete­nimiento. Esto puede verse en la redefinición del concepto de familia, la ley del divorcio inmediato o exprés, la aprobación del matrimonio igualitario, la ley del aborto, los “derechos hu­manos reproductivos”, etc. Una vez se tiene este respaldo, es implantado en todas las demás líneas de poder en la sociedad.

Entonces opera así: Se implanta el ente legislativo judicial, se hace la modificación del lenguaje, es decir, se hace la re­ingeniería del lenguaje para que sutilmente sea aceptado por la sociedad y, finalmente, se apoya desde los demás entes de poder. De ahí surgen los nuevos discursos de igualdad, tole­rancia y amor, y aquí cabe aplicar la inaceptable frase popu­lar: “Una mentira repetida varias veces, se convierte en una verdad”. Y esta ha sido la estrategia aplicada paulatinamente: Todo aquello que un día fue moralmente inaceptable, hoy es el motor que impulsa inclusive las decisiones de cientos de familias.

La falsa idea del amor y la tolerancia

Lastimosamente, lo que los padres de la fe evidenciaban como inmoralidad y pecado, y era denunciado desde la Pa­labra de Dios como condenable, hoy se ha convertido en un discurso de “amor”, bajo el discurso de la “tolerancia”, pero no con los parámetros de la ley, el amor y la justicia de Dios, moviéndose vertiginosamente al ritmo de los sentimientos y la tendencia postmodernista, adoptando cada día nuevas postulaciones de “verdad”, aunque no exista como tal el con­cepto definido de verdad en el mismo movimiento relativis­ta-postmodernista. Tal es la confusión actual, que es necesa­rio “redefinir” el rol de la mujer para volver a lo que dicen las Sagradas Escrituras; rol que es bombardeado cada día con nuevos conceptos, haciendo ridiculizar el papel de la mujer en el matrimonio, en la crianza de sus hijos, en la mater­nidad, y aún en la misma soltería; privilegios dados por el Creador y que hacen parte de la obra maestra del diseño del ser humano.

El fruto de este pensamiento

Como fruto de este desvío se ve gran cantidad de mujeres que llevan a cuestas cúmulos de matrimonios fallidos, en­frentando solas y desdichadas los desafíos de la vida, cargadas de trabajo y de responsabilidades, llevadas por una vida necia y llena de malas decisiones. Sí, mujeres fatigadas, tratando de vivir según el estándar de un mundo que, en sus patrones, solo trae muerte, teniendo así mujeres desorientadas, heri­das, inseguras, confundidas, careciendo de propósito en sus vidas, sintiéndose muchas veces derrotadas, agotadas, ago­biadas por los fracasos, avergonzadas, resentidas, solitarias, desanimadas, frustradas y, muchas veces, contemplando pen­samientos suicidas “para dar salida” a este caos.

La Ideología es un sistema cerrado de ideas que se postulan como un modelo según el cual ha de reestructurarse toda la vida humana de la sociedad…

Por esta razón, es de suprema importancia denunciar al­gunos de estos “aportes” del feminismo moderno, y lo que surgió como fruto de adoptar esta nueva ideología de la mu­jer según la modernidad y, en contraparte, examinar a la luz de las Escrituras la verdad y lo que está en el corazón de Dios para la mujer.

¿Qué es la feminidad?

En primer lugar, se tratará de resolver estas preguntas a la luz de las Escrituras: ¿Qué es la feminidad? ¿Y cuál es su origen?

Parte de este desvío fue aportado por B. Simone de Beau­voir, filósofa francesa (1908-1986), uno de los íconos princi­pales del feminismo moderno. En su libro “El segundo sexo” señala que la mujer se encuentra históricamente subordinada al varón en un estado de inferioridad; según ella, la mujer históricamente ha sido marginada, limitándola a sus tareas de reproducción y trabajo doméstico, lo que ella llama “la trampa de la maternidad”, constituyéndola en un segundo sexo subordinado al varón. Claramente, estos pensamientos fue­ron inspirados por el reconocido Paul Sartre, y alimentado por los pensamientos de Federico Engels. Para Simone, “la mujer es un varón con cuerpo molesto”. La mujer ha de pensar como un varón, vestir como un varón, vivir y comportarse como un varón, haciéndola partidaria de ser una mujer libre, independiente, partidaria también del amor libre, del abor­to, alternativamente heterosexual, lesbiana al mismo tiempo, comprometida con el socialismo, marxismo y con todas las causas progresistas activas actualmente.

Para Simone de Beauvoir, la historia debe interpretarse siempre en función de los intereses de los varones, sustenta que “no existe una naturaleza femenina, y que ésta es una creación de la historia y la cultura”. Estos y otros argumentos han de refutarse desde la verdad bíblica para que se pueda atender a estos desafíos que asedian actualmente a los creyentes ante una sociedad plagada y mezclada con “verdades a medias” y mentiras sustentadas sin bases sólidas.

Entonces, por un lado, se tiene que el movimiento femi­nista enseña que la feminidad es un “invento social y cultu­ral”, y por otro lado, muchos ministros de la Palabra, aceptan esta ideología y la adoptan desde el púlpito, e inclusive es en­señada en libros para la mujer cristiana y en clases de escuelas para mujeres, donde estas falsas premisas prometen “libertad” para la mujer, basada en la “igualdad” como clave del éxito.

¿Cómo fue desde el principio?

Pero, ¿qué dicen las Escrituras sobre esto?: Génesis 1:27 dice: “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó”. En primer lugar, es necesario resaltar que en el corazón de Dios estaba, desde el comienzo, el propósito de hacer al ser humano a su imagen y semejan­za. El ser humano es la hermosa obra de las manos de Dios, y esto es determinante entenderlo adecuadamente, porque no depende de la cultura encontrar la identidad femenina; la mujer no consulta sus sentimientos engañosos y variables para descubrir su propósito. Todo lo que el ser humano hace y es, tiene su origen en Dios. La mujer fue creada intencio­nalmente con un propósito, predestinada por Dios, en Su sa­biduría, justicia y amor. La mujer originalmente fue hecha femenina desde el principio, ninguna otra cosa o persona la hizo femenina. Dios la hizo así, desde su carácter, desde su manera de pensar y sentir, hasta el ADN, fue originalmen­te así. Fue Dios el Creador quien lo definió desde el prin­cipio de esta manera, no fue la cultura, no fue un vestido, no fueron las muñecas que la indujeron a ser femenina, fue Dios desde su creación. Se puede ver allí en Génesis quien la hizo femenina. “Varón y hembra los creó”. Su estructura física lo demuestra, así como su estructura biológica; su manera de pensar y de concebir la vida; sus desafíos son diferentes a los del hombre, sus sueños y sus anhelos; la manera cómo expresa sus sentimientos; en todo existe una marcada dife­rencia. Las mujeres son congénitamente femeninas desde su creación, y esto es inalterable, incambiable. La feminidad es un don perfecto de la gracia de Dios, quien es infinitamente lleno de amor. La cultura feminista y sus corrientes doctrinales quieren hacer desaparecer de la mente y del corazón estas verdades profundas del Creador y desaparecer con ello el propósito divino por el cual fue creada la mujer.

La posición de Eva respecto de Adán

En segundo lugar, se quiere resaltar otro aspecto funda­mental que se puede encontrar en los pasajes siguientes, allí en Génesis 2:21-22: “Entonces Jehová Dios hizo caer sueño pro­fundo sobre Adán, y mientras éste dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar. Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre”. Si se estudia el concepto de unidad de Dios se puede ver cuál fue la posición de Eva respecto de Adán. Para reafirmar esto se muestra a continuación un aparte del libro de William McDonald, en su Comentario sobre el Pentateuco, y específicamente sobre estos pasajes:

El ser humano es la hermosa obra de las manos de Dios, y esto es determinante entenderlo adecuadamente, porque no depende de la cultura encontrar la identidad femenina; la mujer no consulta sus sentimientos engañosos y variables para descubrir su propósito.

“Adán hubiera notado que existían ambos sexos. Cada ani­mal tenía su pareja del otro sexo, similar, pero diferente. Esto preparó a Adán para la llegada de una ayuda idónea semejante a él. Su esposa fue formada de una de sus costi­llas, y tomada de su costado mientras dormía. Asimismo, la mujer fue tomada, no de la cabeza de Adán para domi­narlo, ni del pie para ser despreciada, sino de debajo de su brazo para ser protegida, y cerca del corazón para ser amada.”

El Señor hace originalmente a la mujer diferente con el propósito de ser cuidada, protegida y guiada por el varón. No es una deshonra delante de los ojos del Señor que sea el varón quien tome las decisiones finales en los hogares, ya que éste fue diseñado originalmente para cumplir con este trabajo. La mujer no fue creada para dominar o gobernar sobre él, no está diseñada para esto; esta dura labor fue otorgada al varón, la de liderar y dirigir a la familia.

Dios dio la primacía al hombre antes de entrar el pecado. Pablo establece este hecho desde el punto de vista del orden de la creación (el hombre fue creado primero) y el propósito de la creación (la mujer fue hecha para el hombre). Así dijo Dios, “…le haré ayuda idónea para él.” En ninguna parte de las Escrituras se evidencia un menosprecio para con ella, no es esta la idea en Génesis, y tampoco sugiere acerca de ella una subordinación como esclava (1 Co. 11:8–9), antes de formar al hombre. En Génesis 2:24, Dios instituyó el matrimonio monógamo con las palabras del versículo 24. Como cada ins­titución divina, el matrimonio fue establecido para el bien del hombre, y no puede ser violado con impunidad.

Y todo esto tiene su lugar en la eternidad, ya que fue así como ella fue vista desde la eternidad en Cristo, su cabeza, la mujer es figura de la Iglesia. Al contemplar este símbolo, se puede tener una idea de los resultados que deben seguir a la comprensión de la posición de la Iglesia y su parentes­co. ¡Cuánto amor Eva no le debía a Adán! ¡Qué intimidad le gustaba! ¡Qué intimidad de comunión! ¡Qué parte en todos sus pensamientos! En toda su dignidad y en toda su gloria ella tenía una parte; él no gobernó sobre ella, sino con ella; él, dueño de toda la creación, y ella tiene parte con él. ¡Sí (como se señaló), ella fue vista y bendecida en él! Si se hace un contraste de esta verdad con todo lo que el cambio de rol ha traído a la sociedad, se encuentra la mentira de la Serpien­te allí en Génesis, cuando robó todo esto que es tan precioso, y dejó, como ya se mencionó, familias y sociedades caóticas, sin rumbo, ni dirección.

Infortunadamente, no es sorprendente que esta disyun­tiva haya desgastado a muchas parejas jóvenes, careciendo del ingrediente más importante para el éxito de su unión cristiana, como lo es la comprensión bíblica de sus pape­les. El cambio de la perspectiva en esta enseñanza ha de­jado parejas indecisas y confundidas. La relación matri­monial de Cristo con Su Iglesia ejemplifica el amor y la sumisión sacrificial que se busca al edificar cada matrimonio.

Y todo esto tiene su lugar en la eternidad, ya que fue así como ella fue vista desde la eternidad en Cristo, su cabeza, la mujer es figura de la Iglesia.

Efesios 5:22-24 dice: “Esposas, sométanse a sus propios esposos como al Señor. Porque el esposo es cabeza de su esposa, así como Cris­to es cabeza y Salvador de la iglesia, la cual es su cuerpo. Así como la iglesia se somete a Cristo, también las esposas deben someterse a sus esposos en todo”. El apóstol Pablo decía que esto era un “miste­rio profundo”. La revolución sexual parece haber fracasado, principalmente, por haber ignorado las diferencias entre los sexos, ya que estas diferencias tienen un significado hermoso.

Dignidad

Él es la Cabeza y ella el cuerpo, formando un Hom­bre, como leemos en el capítulo 4, verso 13, de Efesios: “…hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y al conoci­miento del Hijo de Dios, el varón perfecto, a la plena estatura de Cristo”. La Iglesia, siendo así parte de Cristo, ocupará un lugar en una gloria completamente única. No hubo criatu­ra que estuviera tan cerca de Adán como lo fue Eva, por­que ninguna otra criatura era parte de él. ¡Ah! ¡Qué pre­cioso es entender esto, pues todo ha sido perfectamente diseñado con un propósito eterno! Pero si la mujer no lo­gra comprender todo esto y el porqué de su papel respecto de Adán, entonces puede caminar confundida tratando de dar respuesta a asuntos que Dios ya había resuelto, o podría andar en caminos confusos tratando de superar a su esposo. Dios dignificó la posición de la mujer dándole un lugar pri­vilegiado a ella ¿Pueden imaginar a la Iglesia diciendo a su Señor que no sabe lo que hace y que mejor la deje liderar a ella? El enemigo quiere hacer andar a la mujer en una com­petencia, y convencer su corazón con mentiras para desviar su mirada de los planes eternos de Dios. Se le puede afirmar a cualquier mujer: “No te dejes engañar, no cedas ante estos vientos de doctrinas creados para entorpecer el plan divino de Dios. Es importante que puedas someterte a tu esposo al que ves por amor y obediencia al Señor, pues si no ¿cómo pretenderás pensar que vives en sujeción a Jesucristo al que no ves? ¿Cómo puedes estar preparada para reinar con Él?” El matrimonio hace parte del plan divino para trabajar en el carácter del hombre y prepararlo para cumplir con el propó­sito eterno de Dios.

¡Oh! Si este es el presente, y tal será la dignidad futura del creyente, seguramente se necesita una conducta santa, consagrada y elevada, como conviene a mujeres que profesan la piedad.

La soltería y la feminidad

¿Y qué de todas aquellas mujeres solteras? ¿En dónde que­da esto? Es significativo mencionar que no solo en el contex­to del matrimonio se debe reflejar la verdadera feminidad.

Una mujer no debe esperar hasta llegar al altar matrimonial para manifestar abiertamente su feminidad; aunque es leve­mente diferente cuando se es soltera, toda mujer es llamada a manifestar su feminidad en sus variadas relaciones. La soltería se puede disfrutar de manera apropiada y santa; como ayuda idónea, la mujer debe estar dispuesta a afirmar el liderazgo y la iniciativa de los hombres que la rodean. En todas las rela­ciones se debe permitir que hombres piadosos practiquen un humilde liderazgo y motivarlos a ejercerlo.

¡Ah! ¡Qué pre­cioso es entender esto, pues todo ha sido perfectamente diseñado con un propósito eterno! Pero si la mujer no lo­gra comprender todo esto y el porqué de su papel respecto de Adán, entonces puede caminar confundida tratando de dar respuesta a asuntos que Dios ya había resuelto, o podría andar en caminos confusos tratando de superar a su esposo.

Quiera Dios que muchas mujeres sean despertadas en nuestra generación para vivir su feminidad para gloria de Dios; mujeres virtuosas y santas, que puedan ser ejemplo de virtud y humildad, luz en medio de las tinieblas, sal en medio de un mundo sin sabor y corrupto. ¡Que Dios haga esto para el bien de su pueblo y para gloria de Su Nombre! ¡Amén!

En la obediencia hay bendición

La Palabra nos dice: “Acontecerá que si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, para guardar y poner por obra todos sus man­damientos que yo te prescribo hoy, también Jehová tu Dios te exaltará sobre todas las naciones de la tierra. Y vendrán sobre ti todas estas bendiciones, y te alcanzarán, si oyeres la voz de Jehová tu Dios. Ben­dito serás tú en la ciudad, y bendito tú en el campo. Bendito el fruto de tu vientre, el fruto de tu tierra, el fruto de tus bestias, la cría de tus vacas y los rebaños de tus ovejas. Benditas serán tu canasta y tu artesa de amasar”. (Dt. 28: 1-5) ¿Podemos ver aquí la gran bendición en la obediencia al Señor y sus mandamientos? Bendición que no es solamente para las vidas de las mujeres, sino también para las vidas de sus esposos, las vidas de sus hijos ¿Y por qué no decirlo? La bendición para toda la sociedad.

Entonces, la liberación femenina pretende o promete li­bertar a las mujeres, pero realmente su único propósito es robar, robar la verdadera bendición de ser mujeres según la voluntad de Dios, al llevarlas en contra de los mandamientos de Dios y atentar contra lo que Él estableció. Tristemente, muchas, sin percibirlo, han caído en este engaño y están sien­do dirigidas hacia la rebelión contra su Creador, caminando por caminos de muerte y de destrucción.

Podemos concluir, en primer lugar, que Dios hizo a la mujer femenina; fue Él quien la diseñó de esta manera, y no la cultura. Segundo, Dios hizo a Eva para ser compañera de Adán, para desempeñar diferentes papeles divinamente asignados, el uno para complementar al otro, diseñada para apoyarlo y colaborar con él en la tarea que Dios le había en­comendado, excepto (y en ningún modo se debe obedecer), cuando es llevada por el hombre al pecado; en este caso, su sujeción debe ser primeramente a Dios y a Sus mandamien­tos. En tercer lugar, Dios llama a la mujer y, en general, a to­dos sus hijos a llevar una vida de consagración a Él. Todo este caos que hoy se contempla es fruto de la rebelión contra el Señor y Su Palabra. La obediencia es el camino que volverá a restaurar todas las cosas que se han perdido. Dios espera que podamos expresar el glorioso perfume de Jesucristo en todas las esferas de nuestra vida.

¡Mujeres, volvamos al principio del diseño divino, don­de encontraremos nuestra verdadera realización, felicidad y propósito en Cristo Jesús!

Bogotá / Colombia

Diana Ramírez

Colaboradora y escritora del ministerio Tesoros Cristianos. Nacida en la ciudad de Florencia (Caquetá). Servidora en la iglesia local donde reside. Dichosamente casada con Pablo David Santoyo y bendecida por el Señor con su hija Salomé.