«Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina. Y muchos seguirán sus disoluciones, por causa de los cuales el camino de la verdad será blasfemado, y por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas. Sobre los tales ya de largo tiempo la condenación no se tarda, y su perdición no se duerme. .» (2 Pedro 2: 1-3).
En los días que vivimos, esta pregunta es cada vez más frecuente en el pueblo cristiano. A nuestro alrededor hay una gran variedad de iglesias cristianas. El mercado religioso está lleno con todo tipo de ellas: iglesias grandes e iglesias pequeñas; iglesias tradicionales e iglesias liberales; iglesias reformadas e iglesias pentecostales; iglesias denominacionales e iglesias locales. Existe toda una gama de variedades y divisiones dentro del cristianismo, que hacen de esta pregunta un asunto muy relevante y trascendental para ser considerado.
Si fuera posible, por mi parte invitaría, primeramente, a todos aquellos que nos leen, a buscar en su ciudad la asamblea que forma parte de la comunión de las iglesias en las cuales servimos y con las cuales tenemos comunión; pero soy consciente de que no todas las personas tendrán esta oportunidad.
Así que se hace necesario anotar algunos principios que servirán de guía sobre este importante asunto para considerar en cualquier situación y lugar. Entonces, ¿en qué lugar se debe congregar?
En una iglesia enfocada en la enseñanza bíblica
“Y todos los días, en el templo y por las casas,
no cesaban de enseñar y predicar a Jesucristo.” (Hch. 5:42)
Podríamos decir, con toda certeza, que esta primera característica es la principal y la más fundamental de todas; las demás derivan de ésta. La enseñanza y la doctrina de una iglesia reflejan qué tipo de iglesia es. Una iglesia que tiene en poco la Palabra de Jesucristo y Su doctrina, no sólo es una iglesia superficial, sino que podríamos dudar seriamente si ella es una iglesia de Jesucristo… ¡o si más bien es una secta! Es importante aclarar que no sólo se debe conformar con preguntar si esa iglesia se considera de sana doctrina ¡No! En realidad, se debe ver, examinar y probar a profundidad si realmente dicha congregación de cristianos vive, crece y se desarrolla en torno a la Santa Palabra y doctrina de nuestro Señor Jesucristo.
La enseñanza y la doctrina de una iglesia reflejan qué tipo de iglesia es. Una iglesia que tiene en poco la Palabra de Jesucristo y Su doctrina, no sólo es una iglesia superficial, sino que podríamos dudar seriamente si ella es una iglesia de Jesucristo
Una iglesia recomendable es aquella cuyo motor, guía y sostén es la Santa Palabra de Dios. Sus ministros son hombres de la Palabra; sus reuniones tienen un enfoque bíblico; sus prácticas están claramente reveladas en las páginas del Nuevo Testamento. no se interesan en ser relevantes en la cultura actual, sino que se interesan por ser bíblicos.
Esta cualidad debe ser tomada muy en serio en nuestros días, ya que son muchos los lugares donde, en el altar del pragmatismo religioso, se han sacrificado los principios bíblicos, y las personas son atraídas con todo tipo de estrategias no bíblicas ni correctas. Muchas personas son atraídas a lugares debido a sus grandes edificios, salones, luces, sonido, música, entretenimiento, mensajes sobre la prosperidad, mensajes motivacionales y prácticas superficiales. todo esto, aunque parezca muy atractivo a la vista, puede ser el ingrediente más claro de que se está ante una iglesia nociva y apóstata.
Como decía el conocido misionero Paul Washer: “No busques una iglesia lo más cerca de tu casa; busca una iglesia lo más cerca de la Biblia”.
Asuntos prácticos a considerar
Ahora, ciertamente, esta búsqueda requiere algunos asuntos prácticos que deben ser considerados. Entre éstos están:
1. Los ministros de la iglesia
“Lo que has oído de mí ante muchos testigos,
esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar
también a otros.” (2 Ti. 2:2)
Definitivamente, para que una iglesia tenga esta característica debe tener hombres bíblicos, capaces de enseñar e instruir idóneamente a los creyentes en la doctrina y enseñanza de Jesucristo.
Tristemente, el cristianismo de nuestros días ha cambiado la imagen de los siervos de Dios. Falsamente, en muchos lugares se piensa que un siervo de Dios debe ser un hombre próspero, elocuente, popular y carismático. Esta imagen errónea ha dado cabida a que, en muchos lugares, hombres impíos entran solapadamente a las iglesias, convirtiéndolas en franquicias económicas, donde el Evangelio es un producto que se vende, y las ovejas “clientes” son explotadas. Hoy en día existen muchos pastores “lobos” que han hecho de la iglesia, en “el nombre del Señor”, un comercio religioso detestable.
No se necesita mucha espiritualidad y discernimiento para darnos cuenta cuándo un hombre usa la Palabra para pedir dinero o la usa para predicarnos a Jesucristo, y a Éste crucificado (1 Co. 2:2).
En otros lugares, muchos llegan al ministerio siendo neófitos y sin preparación. Esto desemboca en una iglesia que es alimentada con una dieta nociva de sueños, visiones y revelaciones “espirituales”. Y estas prácticas convierten a las congregaciones en asambleas adictas a las revelaciones de los seudoungidos, en vez de ser un pueblo edificado sobre la revelación de la Palabra de Dios.
Sin embargo, la verdadera Iglesia de Jesucristo se caracteriza porque sus ministros son hombres de la Palabra, entrenados, preparados para alimentar al rebaño con la leche espiritual y el alimento sólido de la doctrina de Cristo. Estos hombres viven para la gloria de Dios y la edificación espiriual de la Iglesia.
Tristemente, el cristianismo de nuestros días ha cambiado la imagen de los siervos de Dios. Falsamente, en muchos lugares se piensa que un siervo de Dios debe ser un hombre próspero, elocuente, popular y carismático. Esta imagen errónea ha dado cabida a que, en muchos lugares, hombres impíos entran solapadamente a las iglesias, convirtiéndolas en franquicias económicas, donde el Evangelio es un producto que se vende, y las ovejas “clientes” son explotadas.
La Iglesia es sostenida por columnas espirituales, hombres que constituyen el liderazgo y, si al considerar a dichos hombres, no encontramos en ellos conocimiento profundo de la Palabra, como fidelidad doctrinal, idoneidad para predicar, capacidad espiritual para discipular y aconsejar, entonces no debería considerar tal iglesia como una opción para congregarse y caminar con dicho rebaño.
2. Los ingredientes de las reuniones
“Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles…” (Hch. 2:42).
También debe preguntar si en las reuniones de dicha iglesia hay tiempos específicos, significativos, constantes y valiosos donde la Palabra y la doctrina sean expuestas a sus miembros. Sin darnos cuenta, en los últimos tiempos se ha ido modificando el culto o la reunión cristiana. Cada vez son más las iglesias que, con la idea de ser más atractivas para el mundo, son llevadas a acortar y relegar el tiempo de la Palabra a una segunda o última opción.
El tiempo de la reunión, que es un momento sagrado y santo, ha sido profanado por el aumento del tiempo de la alabanza, la cual, en muchos casos, es más un espectáculo que adoración, se han introducido obras de teatro, celebración de días festivos (día de la madre, del padre y otros), campañas políticas, ‘stands’ de comedia y otros tipos de banalidades, todo lo cual ha convertido a la iglesia más en un parque de diversión religiosa profanada, que en una asamblea santa.
El tiempo y la perseverancia en un asunto demuestra cuán importante es para nosotros. Una iglesia que no puede soportar un mensaje de cincuenta minutos o una hora de predicación, revela un alto grado de perversidad y apostasía. Sin embargo, es común en muchos lugares que la reunión ha sido diseñada para que las personas alivien sus conciencias con una reunión de treinta minutos de alabanza, quince minutos de ofrenda y anuncios, y veinticinco minutos de ministración de la Palabra que, en la mayoría de los casos, sólo es una charla motivacional o de otra índole no bíblica. Este tipo de reunión es ideal para un cliente cómodo y carnal, ya que demanda poco tiempo, poco compromiso, poco impacto, poca Biblia, poca verdad, poco arrepentimiento y, por lo tanto, poca transformación espiritual.
Dichas iglesias deben ser evitadas por el buscador sincero de Jesucristo. En un ambiente así, sin darse cuenta, se volverá liviano, mundano y superficial. Estas iglesias “al gusto del cliente” cuentan, en sus grandes membresías, con un gran número de “cabras”, y pocas ovejas; su liderazgo, en su mayoría, lo constituyen “lobos”, y no verdaderos pastores bíblicos.
Tales iglesias deben ser evitadas… ¿Y por qué no decirlo francamente? Se debe huir de ellas; huir como aquellos que buscan salvar sus almas.
Una búsqueda importante
“Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.” (Mt. 7:7)
Una iglesia que no puede soportar un mensaje de cincuenta minutos o una hora de predicación, revela un alto grado de perversidad y apostasía. Sin embargo, es común en muchos lugares que la reunión ha sido diseñada para que las personas alivien sus conciencias con una reunión de treinta minutos de alabanza, quince minutos de ofrenda y anuncios, y veinticinco minutos de ministración de la Palabra que, en la mayoría de los casos, sólo es una charla motivacional o de otra índole no bíblica.
Definitivamente, el lugar donde usted se congregue determinará el tipo de vida cristiana que va a llevar. Una iglesia bíblica que predica a Jesucristo y que pastorea a sus miembros en torno a la verdad, será una iglesia que tendrá mucho impacto en sus miembros, en sus familias y en la sociedad.
Buscar una iglesia bíblica es verdaderamente un desafío que vale la pena asumir. Es muy seguro que no será la iglesia más grande de la ciudad donde usted vive, ni la más conocida, pero lo cierto es que Dios siempre tiene un remanente, un pueblo que lo ama y lo sigue verdaderamente.
La oración sincera y constante, y todo el material (videos, libros y enseñanzas) que puedan ayudarle a tener discernimiento de lo que es una iglesia bíblica, debe ser considerado por usted.
Una búsqueda constante y el deseo de conocer la voluntad de Dios, ciertamente, le llevará a una iglesia sana y eminentemente bíblica.
Nuestra deseo y oración es que el Señor le guíe en este camino.
Bogotá / Colombia
Pablo David Santoyo
Director y fundador del ministerio Tesoros Cristianos. Nacido en la ciudad de Bogotá donde vive actualmente. Predicador, escritor y servidor en la iglesia local donde reside desde hace 18 años. Bendecido por el Señor con un matrimonio conformado por su esposa Diana Ramírez y su hija Salomé.