Muchos hombres proclaman cada uno su propia bondad, Pero hombre de verdad, ¿quién lo hallará?” (Pr. 20:6)
Conociendo la intención de Dios en la creación con relación a las funciones de los géneros, queda en evidencia cómo un hombre debe diferir de una mujer.
En esto reside la clave para distinguir las cualidades masculinas. Después de entender, a partir de las Escrituras, lo que Dios tenía en mente en cuanto a la misión original del hombre, es más fácil determinar cuáles son las características que se deben enfatizar. En ese proceso se vuelve obvio que la mujer también necesita tener esas cualidades en algún nivel o en algunas situaciones, pero un hombre debe sobresalir en ellas, a fin de cumplir su función por excelencia. Ese concepto es muy similar a los dones espirituales; por ejemplo, a todos los cristianos se les manda evangelizar y ser hospitalarios. Sin embargo, a algunos les fueron dados los dones de evangelismo y de hospitalidad y, por lo tanto, deberán naturalmente sobresalir en dichos dones, porque ellos deben cumplir su papel en el Cuerpo de Cristo.
Un hombre poderoso en Dios se caracteriza por tener las cualidades necesarias para cumplir las funciones que Dios le ha dado.
– Liderazgo
Cuando Dios puso al hombre en el huerto en Edén, Él le dio instrucciones específicas. Adán debía cuidar el huerto, es decir, supervisarlo (Gn. 2:15). A él le fue dada la responsabilidad sobre dicho huerto, aunque Dios podría haber hecho un trabajo mucho mejor. Adán tenía el dominio sobre los animales al haber recibido la responsabilidad de nombrarlos a cada uno (Gn. 1:28-30; 2:19-20). Esas tareas le fueron dadas antes que Eva apareciera en escena. Cuando Dios puso a Eva en el Edén, Él dejó claro que Eva debería asistir a Adán en el trabajo que le había sido encomendado; ella debería ser una ayuda idónea, es decir, debería ser su ayudante (Gn. 2:18). Dios no dijo: “Eva, usted cuida esta mitad, y Adán, usted cuida esta otra”. Adán debería liderar; Eva debería ayudar y obedecer.
Más tarde en las Escrituras, los maridos son claramente instruidos para ser la cabeza en la relación matrimonial, y a las mujeres se les manda someterse al liderazgo del marido y respetar esa posición dada por Dios (Ef. 5:22-33). Fue a los hombres a quienes Dios colocó en posiciones de liderazgo en la nación de Israel. Asimismo, fue a ellos también a quienes Dios colocó en posiciones de liderazgo en la Iglesia (1 Ti. 2:11-12). Es obvio que Dios entregó al hombre el rol fundamental del liderazgo.
Un hombre poderoso en Dios se caracteriza por tener las cualidades necesarias para cumplir las funciones que Dios le ha dado.
Eso no quiere decir absolutamente nada (positivo o negativo) sobre la capacidad o igualdad personal de la mujer, sino que Dios, soberanamente, determinó dar este rol al hombre. Debe haber un líder fundamental en cualquier proyecto a ser ejecutado. Dios escogió y capacitó a Adán para ese rol. Si el liderazgo es una función dada por Dios al hombre, entonces Cada hombre necesita encontrar el medio para liderar. Para algunos hombres que no desarrollaron habilidades de liderazgo mientras maduraban, o que se han sentido habitualmente asustados en cuanto al liderazgo, les será necesario desarrollar las habilidades de liderazgo con el tiempo, más que intentar, de manera incompetente, liderar asumiendo la responsabilidad total, cuando no tienen la capacidad para cumplir con esa gran responsabilidad. También es cierto que Dios concedió a algunos hombres habilidad excepcional de liderazgo para llegar a ser líderes de líderes. Si todos los hombres cristianos fueran enseñados en el concepto de que ser varonil es tomar la delantera y liderar, no habría ninguna falta de liderazgo masculino en los hogares ni en la Iglesia. Con relación a enseñar a jóvenes muchachos sobre el liderazgo, Douglas Wilson escribe:
“Nuestros chicos necesitan aprender la humildad, pero también deben aprender la osadía y el coraje. El único medio de alcanzar ese equilibrio es a través de una comprensión de quién es Dios. Hemos dejado de enseñar que Dios es nuestro Padre, con los atributos de un Padre divino, por eso, hemos perdido la verdadera comprensión de la masculinidad imitativa. Por causa de eso, nuestros chicos se alejan hacia dos extremos: o ellos adoptan la humildad sin osadía, lo que en los chicos es afeminado, o ellos adoptan la osadía sin la humildad, actitud que termina siendo destructiva.”
Las cualidades que pueden ser incentivadas, sin riesgos de exagerar, en la personalidad masculina, para que el hombre pueda cumplir el rol del liderazgo con sabiduría divina (por el profundo conocimiento de la Palabra de Dios y aplicación consciente de los principios bíblicos), son: iniciativa, decisión, humildad, coraje e involucramiento personal.
– Amoroso
En la creación, Adán y Eva fueron hechos el uno para el otro como compañía conyugal. Esa intención para el matrimonio es aclarada más adelante en las Escrituras (Mal. 2:14). Ciertamente, el amor está involucrado en este tipo de compañerismo. En el Nuevo Testamento, los maridos son mencionados cuando es necesario ejemplificar el tipo de amor sacrificial que Cristo tiene por la Iglesia (Ef. 5:25). Ellos también son específicamente ordenados a vivir con sus esposas sabiamente (1 P. 3:7). Claramente, los esposos deben sobresalir en ese amor. Cristo también ordenó a los hombres que se amaran fraternalmente y se sirvieran los unos a los otros (Jn. 13:15). John Benton escribe:
“Es necesario el arrepentimiento. Tal vez algunos hombres solteros hayan utilizado la fuerza que tienen para servirse a sí mismos más que a otras personas. Tal vez los maridos hayan usado su fuerza para dominar a sus esposas e hijos. Necesitamos aprender a volver hacia Dios, volver a su Palabra en las Escrituras y aprender nuevamente a caminar con Él. Ser un amoroso siervo sacrificial de los otros, como Jesucristo era, no es ser un débil, es ser un verdadero hombre.”
Un verdadero hombre, entonces, se excederá en cualidades que muestran amor, como donación, gentileza, consideración, bondad, servicio y autosacrificio.
– Protector
Un natural y esforzado trabajo en los roles de líder y hombre amoroso producen el rol de protector. Después de la caída en el Edén, eso ciertamente se transformó en parte de la descripción del trabajo de Adán: proteger a su esposa. Como supremo líder y Padre amoroso, Dios hizo un compromiso de proteger a los creyentes (2 Ts. 3:3). Un hombre debe cumplir el mismo compromiso de proteger a su esposa, sus hijos y la iglesia. De la misma manera que Dios, en Su amor, no siempre protege a las personas de las consecuencias de sus pecados, o de todo el mal que hay en el mundo, Su protección, definitivamente, involucra ambos aspectos, el físico y el espiritual, así como debe ser el amor de un marido. Sin embargo, se debe recordar que sólo el Omnisciente y Omnipotente Dios tiene el derecho y el conocimiento para permitir intencionalmente que el mal sobrevenga a los seres humanos, a fin de cumplir con Sus propósitos.
“Nuestros chicos necesitan aprender la humildad, pero también deben aprender la osadía y el coraje. El único medio de alcanzar ese equilibrio es a través de una comprensión de quién es Dios.
En el Antiguo Testamento, los hombres constituían el ejército de Israel para proteger las ciudades, con sus mujeres y niños (Nm. 1:2-3). En 1 Corintios 16:13, Dios ordenó a los hermanos de la iglesia en Corinto que protegiesen la fe, la Palabra de Dios, con estas palabras: “portaos varonilmente”, es decir, ¡sean valientes! Cristo ciertamente protegió a los discípulos que Él amó y lideró (Jn. 17:12). Él también espera que todos los líderes de las iglesias protejan el Cuerpo de Cristo (Hch. 20:28). Ser varonil involucra proteger. Las cualidades que un hombre debe claramente poseer, antes de ser un buen protector, son: coraje, osadía, fuerza (física y espiritual) y cautela.
- Proveedor
Los roles de líder y hombre amoroso transmiten, automáticamente, la idea de provisión. Dios, como aquel que lidera y ama, también provee para Su Casa y para los suyos todo lo necesario (Sal. 34:10). Los esposos y padres son específicamente encargados de cumplir el rol de proveedor en su hogar, expresado en el Nuevo Testamento (Ef. 5:28-29; 1 Ti. 5:8). Los líderes del pueblo de Dios también fueron encargados de cumplir esta función (Ez. 34:1-4; Jn. 21:15-17). Los hombres deben conocer y satisfacer las verdaderas necesidades de aquellos a quienes Dios puso para que ellos cuidaran (física o espiritualmente). Para poder cumplir satisfactoriamente esa tarea, un hombre verdaderamente masculino abundará en las características de diligencia (trabajo arduo), involucramiento personal y servicio. Él también hará todo lo que esté a su alcance para lograr un buen trabajo que le permita cuidar bien de aquellos a quienes debe amar y liderar.
Un hombre estará mejor capacitado para cumplir el propósito divino para su vida cuando abandone el pecado y crezca en su semejanza a Cristo. Lamentablemente, muchos pecados han mantenido al hombre lejos de poseer esas cualidades y de cumplir las funciones que Dios le dio. Estos pecados incluyen: temor del hombre, autocompasión, amor al placer, orgullo, pereza, egoísmo, idolatría (su ídolo pudiera ser el trabajo, el dinero, su esposa, las posesiones, el éxito u otra cosa), y falta de confianza en Dios y en Su Verdad. Un verdadero hombre, por la gracia de Dios, deseará expulsar éstos y cualquier otro pecado que se interponga en el camino de su masculinidad. Él buscará la ayuda de Dios para perfeccionar todas estas buenas cualidades (semejantes a las de Cristo) dentro de sus quehaceres diarios. John Piper escribe:
“En el corazón de la masculinidad madura hay un sentido de responsabilidad benevolente para liderar, proveer y proteger a la mujer de manera adecuada, para los diferentes relacionamientos del hombre”.
La extensión y profundidad de esas cualidades presentes en la vida de un hombre determinan de qué manera positiva él demuestra estos aspectos diferenciados en su masculinidad. Él debe superar, con la ayuda de Dios, los aspectos negativos del pecado en sí mismo. Además, él tiene la libertad de ejercitar dichas cualidades con ambos géneros. La mujer, por otro lado, tal vez a veces necesite asumir estos roles con niños, con otras mujeres y con hombres fuera del ámbito de la iglesia; pero ella encontrará su verdadera identidad y satisfacción si desempeña más específicamente el rol de asistente o ayudante, más que en procurar el liderazgo en el matrimonio o en tener que ministrar instrucciones espirituales (Gn. 2:18; 1 Ti. 2:12).
Además, una mujer en el liderazgo en su lugar de trabajo debe ser apta para lidiar con un empleado hombre subordinado a ella, de manera que preserve la masculinidad de él y la feminidad de ella. Es un hecho que muchas mujeres han encontrado una satisfacción orgullosa en liderar, pero ellas ciertamente están perdiendo un sentimiento de placer mucho más puro y santo, el cual es encontrado solamente en el cumplimiento de las funciones que Dios les concedió.
De modo semejante, si los hombres fueran más consistentes en vivir las cualidades ya mencionadas, no serían tentados a volverse hacia las falsas expresiones de masculinidad, como el machismo o el autoritarismo. Los hombres con ese tipo de comportamiento son claramente condenados por la orientación bíblica. Pero existe también el otro extremo: son los hombres pasivos o afeminados. Si un hombre se concentra demasiado en cualquiera de las características descritas en este capítulo, descuidando otras, cometerá el error de irse para un extremo o para el otro (no ser varonil y pecar en sus deberes y relacionamientos). En vez de esto, un hombre debe seguir totalmente el proyecto superior de Dios para los sexos. Sobre esto, John MacArthur observa:
“Ellos son complementos perfectos: uno es la cabeza, el líder y proveedor; la otra es la ayudante, soporte y compañía”.
El punto principal
Entonces, ¿qué es lo que significa ser un verdadero hombre ?
- Significa no confiar en su propio juicio sobre la masculinidad, sino, en lugar de ello, apegarse al hecho de que existen absolutos descritos en la Palabra de
- Significa entender las características básicas de la virilidad y reconocer que debe haber diferencia entre los gé
- Significa poseer la fe salvadora y semejanza con la persona de
- Significa aspirar a seguir los pasos de las cualidades que Dios describe para hombres de bien en la
Finalmente, significa ser investido con las cualidades específicas necesarias para cumplir las tareas que Dios le concedió.
“En el corazón de la masculinidad madura hay un sentido de responsabilidad benevolente para liderar, proveer y proteger a la mujer de manera adecuada, para los diferentes relacionamientos del hombre”.
En suma, significa vivir una visión bíblica del mundo con relación a la masculinidad.
Es necesario que los padres y otros profesores capacitados espiritualmente enseñen a los niños las características bíblicas de la edad adulta en relación con su sexo. Además, estas son cualidades que deben ser presentadas a la población masculina en todas las iglesias e instituciones que creen en la Biblia. Los hombres cristianos necesitan asumir la responsabilidad personal de estudiar la enseñanza bíblica en esa área, comunicándose con otros hombres de bien sobre eso, leyendo literatura idónea sobre el tema y dependiendo de la gracia de Dios para cambiar su comportamiento, aproximándose lo más posible al modelo bíblico.
Así como muchas de las cualidades masculinas discutidas en este capítulo fueron aplicadas a los maridos, las Escrituras también las presentan como pertinentes a hombres solteros que son siervos de Dios; por lo tanto, estas verdades son para todos los hombres, solteros o casados, jóvenes o ancianos. Todos los hombres deberían fervientemente buscar el entendimiento verdadero y transformador de las características básicas del hombre, ejemplificadas en Cristo, guardando en el corazón los absolutos bíblicos específicos sobre el comportamiento masculino, y buscar oportunidades para liderar, amar, proteger y proveer a todos aquellos que Dios puso bajo su responsabilidad. Entonces él será un verdadero hombre que cumplirá ampliamente el concepto de la masculinidad.
Masculinidad: La posesión y búsqueda de carácter desde la perspectiva de los redimidos, perfeccionado por cualidades consistentes con la distinción de los roles de los hombres de liderar, amar, proteger y proveer ¡Todo para la gloria de Dios!
(Tomado y traducido del portugués)
Santa Clarita / California.
Stuar W. Scott
Profesor y miembro de la Asociación de Consejeros Bíblicos Certificados (ACBC), y se desempeña como director ejecutivo del Ministerio de Educación y Asesoramiento de los Ochenta (un ministerio sin fines de lucro que se asocia con iglesias locales para ayudarlos a equiparlos en el cuidado del alma).