“El pequeño hombre que incendió ciudades con grandes avivamientos”
Nació el 17 de junio de 1703 en Epworth, Lincolnshire, Inglaterra. En 1728 obtuvo un puesto de profesor en la universidad de Oxford en donde formó junto con su hermano Charles y otros amigos un pequeño círculo dedicado a la oración, al culto y al estudio de la palabra. John Wesley comenzó a desarrollarse como predicador creciendo en todas las formalidades y ceremonias de la iglesia oficial de Inglaterra y también en disciplina severa. Se levantaba a las 4:00 de la mañana, ayunaba con regularidad, trabajaba duro y sin descanso, y demandaba de su fuerte cuerpo un esfuerzo casi hasta el límite del colapso. Visitaba los presos en las cárceles, que eran lugares terribles en aquellos días y procuraba suavizar todo lo posible la vida de los prisioneros por donde quiera que fuera. También enseñaba a los niños, algo muy inusual para aquella época ya que eran muy descuidados por la iglesia.
Wesley comenzó a desarrollarse como predicador creciendo en todas las formalidades y ceremonias de la iglesia oficial de Inglaterra y también en disciplina severa.
A pesar de toda esta incesante e incansable actividad religiosa y aunque predicaba sermones preparados con esmero no podía dejar de sentir que su vida era estéril, no influía en ninguna vida ajena, no despertaba ninguna consciencia, no hacia arder a ningún corazón.
Viajó a Georgia, Estados Unidos, como misionero en 1735 y los resultados no pudieron ser más deplorables; no solo no encontró oídos para su predicación entre los indígenas, sino que además los blancos lo consideraron frío y aburrido. La situación llegó aun límite cuando la mujer de la que Wesley estaba enamorado decidió casarse con otro. Al poco tiempo la situación se puso tan difícil que aún sus superiores consideraron mas prudente enviarlo nuevamente a su país.
En 1738 Wesley descubrió que el problema era que el mismo todavía no era genuinamente cristiano. Un día se encontraba en una reunión del templo de la calle Aldersgate en Londres, y escucho la lectura del comentario de la carta a los Romanos de Lutero; tuvo una revelación de lo que significaba el sacrificio de la cruz y el recibir la salvación por el descansar por fe en lo que Jesús había hecho. Allí sintió según sus palabras: “cómo su corazón se encendía extrañamente” más tarde diría: “yo sentí una seguridad que hasta mis pecados habían sido lavados y yo ahora estaba siendo salvado de la ley del pecado y de la muerte”. En aquel día, a los 33 años de edad experimentó una genuina conversión. Él, había sido una persona que estuvo envuelta en la iglesia toda su vida, ya que sus padres eran cristianos, pero después de años de predicar, enseñar, orar, viajar como misionero a Estados Unidos y supuestamente ser un cristiano muy devoto, se convertía verdaderamente a Cristo.
Allí sintió según sus palabras: “cómo su corazón se encendía extrañamente” más tarde diría: “yo sentí una seguridad que hasta mis pecados habían sido lavados y yo ahora estaba siendo salvado de la ley del pecado y de la muerte”. En aquel día, a los 33 años de edad experimentó una genuina conversión.
Wesley comenzó en todo lugar a predicar la palabra, a predicar el evangelio, el mensaje de salvación, mientras que la iglesia establecida creía que el mensaje de Wesley era innecesario y redundante ya que creían que predicar sobre salvación a los creyentes dentro de las iglesias no tenía sentido. Mientras que Wesley sabía de los miles y miles que llenaban las iglesias y se encontraban en la misma situación que él estaba antes de su conversión. Pronto, la iglesia no solo vio innecesario su mensaje sino que lo echaron violentamente de muchos lugares. En 1739 la iglesia Anglicana le prohibió la entrada a sus templos, pero Wesley tenía un amigo llamado George Whitefield quien había vivido una experiencia similar y también él había tenido que salir de la iglesia establecida por lo que había comenzado a predicar en el campo abierto. De manera que por influencia de su amigo, Wesley comenzó a predicar fuera de los templos, en las calles. Su amigo le dijo: “sal a las calles, a los caminos, a los senderos y predícale al pueblo como la palabra de Dios lo manda”. Esto era muy extraño para estos tiempos a la gente ni se le ocurría hacer este tipo de cosas y la iglesia todavía se enfureció más, prohibiéndole predicar en varios lugares al punto que fue apedreado varias veces. Muchos líderes de iglesias, se enojaban cuando él iba a predicar en los campos abiertos y Wesley decidió que él debía obedecer a Dios antes que a los hombres. Todo esto fue lo que motivo a que se creara la famosa frase de Wesley: “El mundo es mi parroquia” Esto quería decir: “Yo voy a predicar donde sea; donde Dios me mande; donde haya oyentes; el mundo es mi iglesia”. John Wesley comenzó a viajar por toda Inglaterra, Escocia, Irlanda y Gales, predicando la verdadera salvación por la fe y el arrepentimiento, que en la práctica se traducía en un “cambio de vida”. En aquellos años el consumo de alcohol era una plaga que azotaba de manera especialmente cruel a las clases más desfavorecidas. La predicación de Wesley no solo arrastró a decenas de miles de ingleses a dejar la bebida sino también el maltrato familiar y la delincuencia. Los convertidos no solo iban a la iglesia, sino que iban recibiendo el mensaje e iban creciendo en la fe y se añadían a la tarea de la predicación en todo lugar abierto, en las calles y en los campos.
Wesley pasó la mayor parte de su vida predicando el evangelio en los campos abiertos y murió a la edad de 87 años el 2 de marzo de 1791. Hoy en día es considerado uno de los más respetados predicadores de todas las épocas.
Epworth, Lincolnshire / Inglaterra
John Wesley
Fue un clérigo y teólogo anglicano británico. Se le reconoce como un importante predicador, de cuya palabra se inspiró el Movimiento Metodista inglés, que comenzó cuando adoptó la costumbre de realizar prédicas al aire libre.