El Ama de Casa

Cuando una mujer hindú se hizo seguidora de Cristo, su marido y otros parientes trataron de hacerle la vida imposible. Un día, un mi­sionero le preguntó: —“Cuando tu esposo se enfada y te hostiga, ¿qué haces?” —“Le preparo una mejor comida y le barro mejor el piso”, replicó la señora: “Cuando me habla ásperamente, le respondo con suavidad. En todo lo que hago procuro demostrarle que desde que me hice cristiana soy mejor esposa”. Ese marido se resistió a todos los sermones del misionero, pero no pudo rechazar la prédica práctica de su mujer. El Espíritu Santo se valió del gentil testimonio de aquella ama de casa y, a la postre, el hombre aceptó a Jesús. Cuan­do alguien nos trata mal, tenemos dos alternativas: abrigar resenti­mientos o buscar medios para, demostrar el amor de Dios a nuestro antagonista.